Entre pedales y rodillas raspadas

Cuando grandes solemos añorar los días soleados de niños, acompañados de juegos, risas, amigos, aire libre. De niños tenemos esa frescura para hacer amigos, conversar, jugar con todo tipo de elementos y hacer volar la imaginación con cualquier objeto que llegue a nuestras manos.

De todos nuestros amigos de la infancia, hay una relación especial, una cómplice, compañera de aventuras. La cual puede ser compartida, cuidada entre varios, causante de risas, de atajos, de salidas.

Pueden ser de distintos colores, de distintos modelos, con timbre, sin él,  lo importante es el proceso de aprendizaje que se tiene con ella y la trascendencia del mismo, dado que una vez que se aprende no importa cuántos años pasen, siempre que uno la vuelva a encontrar se sube y se reencuentra con la gran amiga. Esta particular compañera puede tener un nombre o simplemente llamarse “la bici”.

Con ella de niño uno aprende y aprender con ella es un proceso. No siempre es personal, puede ser una ocupada en compañía de los amigos del barrio, con los hermanos, con los primos,  y ahí se aprende sin saberlo dos grandes valores, la gratitud y el brindarse al otro, abrir la posibilidad de juego, de realizarlos juntos, ahora; independientemente que la ocasión puede ser entre varios el aprendizaje es individual, en una relación personal, cuando crecemos no nos damos cuenta de esto, entramos al sistema pensando en objetivo metas y puntajes del mejor, sin reconocer que cada uno aprende a su tiempo, a su proceso, con sus estados de ánimo propios, y los pequeños logros disfrutando en cada vuelta.

Puede que primero se utilicen  las ruedas más pequeñas, después salga una ruedita de apoyo, después otra, y finalmente lograr mantener el equilibrio,  es el día mas esperado, cuando el aire pega en  la cara, una sonrisa se dibuja en los labios y simplemente se vuela, se vive.

Andar en bicicleta como un proceso, nos lleva a crear un vinculo indisoluble, donde “ la bici” forma parte de las hazañas, de los paseos en las siestas, de las recorridas por el barrio, se inicia despacio con miedo a la velocidad la cual se va adquiriendo mas confianza y vamos aumentando la velocidad, aumentamos la confianza dada nuestra historia con la bici, dado el involucramiento que tenemos con ella, pero más que en ella confiamos en notros mismos, en nuestra capacidad ¿cuándo fue la última vez que te sentiste capaz de realizar algo personal propio? ¿Cómo te sientes cuando vez tus logros?

Para aprender a andar a velocidad fue necesario empezar despacio y fue producto de los intentos las distintas caídas y rapones. Andar con las rodillas peladas era símbolo de valentía de orgullo de haber intentad algo que no salió, nunca culpábamos al piso, la arena, el terreno, nos hacíamos cargo de habernos caído y automáticamente volver a levantarnos porque había que seguir la próxima prueba. Teníamos el coraje de mirar la herida y seguir adelante. ¿Cómo te relacionas ahora con tus caídas? ¿Te limpias y seguís adelante? Orgulloso de tus caídas por haber intentado o estas desviando  la responsabilidad a otro o simplemente ya no te arriesgas por miedo a caer?

La vida, como tus pedales de la bici, a veces lento, a veces rápido, a veces con curita para el raspón, a veces simplemente limpiar la herida y seguir adelante, dado que es más importante seguir jugando, seguir sonriendo.

Cada persona tiene su estilo, su forma de conseguir el equilibrio. Cada equilibro es personal propio. Cada persona vivió su proceso de aprender a andar en bicicleta, cada uno aprendió en las bajadas, en las curvas en  las esquinas, aprendió a ver y escuchar los autos, las señales. Cuando frenar, cuando descansar, tomar aire y volver a salir. ¿Cómo te estás llevando con los pedales de tu vida? ¿Sabes cómo llegar a tu equilibrio? Quizás no sea cuestión de encontrar respuestas, sino de empezar a preguntarnos, cuestionarnos, buscar nuestra propia bici y  empezar a vivir, tomarla y salir a explorar, de dejar de pensar y empezar a sentir y a vivir.

¿Adónde quieres llegar? ¿Qué caminos quieres recorrer? Investigar el camino como un continuo aprendiz, en constante relación con su medio, con su bicicleta, pero por sobre todas las cosas en continuo aprendizaje con vos mismo.

No vivas en el recuerdo de aquellas siestas, toma tu bici y pedalea, diseña tu recorrido, prepara tus propias hazañas con tu propio equilibrio.

Te invitamos a que explores con nosotros. Ingresá aquí y vení a conocer nuestra escuela.

Por M. Natalia Ferreira 

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