Análisis semanal: El decálogo de la discordia

Como Moisés al pie del monte Sinaí, Macri salió al ruedo con un decálogo de mandamientos en base al cual pretende avanzar en un acuerdo transpartidario que revitalice su alicaído liderazgo y -de paso- separe las aguas, esta vez no del Mar Muerto, sino de la oposición. En una jugada diseñada con inteligencia, el Gobierno propuso a las demás fuerzas un contrato de adhesión en el que no pone en discusión el rumbo de su plan económico, entienden que así conseguirán instalarse como los promotores del diálogo sin asumir los costos que implicaría un verdadero debate.

 

El cálculo inicial sugería que Macri sólo podía salir ganando. De conseguir un acuerdo más o menos amplio lograría reducir la incertidumbre política y con ello tranquilizar a los mercados, de lo contrario sería la oposición la que tendría que cargar con el sayo de haber boicoteado un Pacto de la Moncloa a la argentina.

 

Bien manejada por Rogelio Frigerio, por lejos el mejor armador político que tiene el Gobierno, la maniobra tuvo un éxito inicial con el apoyo de los peronistas más flexibles encabezados por Pichetto y Urtubey, los primeros que fueron a buscar los medios más amigos del Gobierno a la hora de recabar repercusiones, y el previsible rechazo del kirchnerismo, que ni siquiera había sido convidado al “diálogo”.

 

Para incomodidad de la ancha avenida del medio, el oficialismo conseguía volver a poner a la grieta en el centro de la escena y –paradójicamente- lo hacía con un llamado a la unidad nacional. Todo estaba saliendo a pedir de Macri, hasta que Lavagna salió a patear el tablero. Con un contundente hilo en Twitter abrió una tranquera que el resto de los opositores utilizó para escapar al leonino acuerdo de adhesión que proponía el Gobierno, sin temor a que nadie los acusara de jugar a favor de Cristina con el secreto objetivo de convertir al país en Venezuela.

 

El exministro de Economía consideró que el Gobierno no estaba convocando al diálogo sino procurando el aval de la oposición a un programa para el diseño del cual ninguno de los convidados al mentado consenso tuvo participación. “El diagnóstico evidente es que el Gobierno fracasó en su política económica por lo que debe cambiar de receta. En los diez puntos que se publicaron ni se menciona el crecimiento de la economía. Podemos saber entonces que no funcionarán”, dijo, para luego ir rebatiendo cada punto uno por uno. Por ejemplo, sobre el primero, “Lograr y mantener el equilibrio fiscal”, replicó que “el equilibrio fiscal logrado por medio de una recesión económica no es viable, ni sostenible”. “Es más de lo mismo lo que ya sabemos que no funciona”, remarcó luego con relación a los diez puntos en una conferencia organizada por el Movimiento Productivo Argentino (MPA).

 

Sergio Massa, que antes había dejado trascender gestos favorables a la propuesta del Gobierno, no dudó en seguir por el trillo que había dejado abierto Lavagna y en una conferencia de prensa convocada a tal efecto reclamó al Gobierno que “con humildad, con sinceridad reconozca su fracaso. Que fracasó eligiendo un modelo de especulación financiera a la hora de definir el rumbo de la Argentina”.

 

El tigrense fue más allá, cuestionó que un amplio sector (en alusión al kirchnerismo) no hubiera sido convocado al supuesto diálogo, lo que lo llevó a dudar de la naturaleza misma de la propuesta. “No quisiera pensar que estamos frente a una trampa electoral para dividir a la oposición. Para que millones de argentinos caigan en la trampa de la grieta, en la idea de que hay buenos y malos”, dijo.

 

En vez de dividir a la oposición, el decálogo de Macri terminó logrando lo que ningún operador del PJ había conseguido: acercar posiciones en el variopinto abanico opositor. “Me alentó mucho escuchar a Massa”, declaró Alberto Fernández, uno de los alfiles del kirchnerismo. Incluso Pichetto, quien inicialmente había hablado a favor de la propuesta gubernamental, luego relativizó su apoyo a través de un comunicado de prensa en el que advirtió que “los puntos que fueron remitidos por el ministerio del Interior son simplemente un esquema inicial”, añadió que “deberán ser discutidos en profundidad” y exigió que se sume a los gobernadores a la mesa.

 

Agustín “El Chivo” Rossi, uno de los voceros del kirchnerismo duro, cuestionó que el Gobierno “te invita a que te comprometas a hacer algo que vos no decidiste y de lo que no participaste” y agitando fantasmas del pasado, recordó que “en las elecciones de 1999 se firmó un acuerdo entre Fernando de la Rúa, candidato a presidente de la Alianza; Eduardo Duhalde, candidato del peronismo; y Domingo Cavallo, candidato de una alianza federal; en donde los tres se comprometían a mantener la convertibilidad. Esto parece más o menos lo mismo”.

 

Las críticas también sonaron desde el GEN de Margarita Stolbizer y el radicalismo desencantado que encabeza Ricardo Alfonsín.

 

El evidente fracaso de la jugada de los diez mandamientos incluso agitó las aguas en la interna de Cambiemos que parecía tranquila. Dirigentes como el presidente de la UCR y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, y el jefe de la bancada PRO en Diputados, Nicolás Massot, volvieron a pedir que se amplíe la “mesa chica” de gobierno, responsable de las decisiones importantes, e incluso pidieron incorporar a la alianza a sectores “dialoguistas” del peronismo, lo que retumbó como una blasfemia en las filas del marcospeñismo.

 

Tras el amplio rechazo que generó su convocatoria en forma de contrato de adhesión, el Gobierno nacional deberá decidir ahora si recoge el guante que arrojaron dirigentes de la oposición como Massa y Lavagna y convoca a un diálogo abierto en el que verdaderamente se pongan en discusión las políticas de gobierno, con el riesgo que ello implica, o adopta una estrategia de control de daños y apuesta a que el tema se diluya en las agitadas aguas de la política nacional.

 

Semana en paz

 

La política cortoplacista que lleva adelante el equipo de Economía de la Nación para evitar un nuevo desbarajuste que sepulte el proyecto reeleccionista de Cambiemos, sumado a un viento de cola del entorno externo bastó para una semana de paz financiera, algo que sólo en Argentina puede resultar una noticia.

El dólar cayó frente a casi todas las demás monedas y el peso no fue la excepción. Después de que la semana anterior la divisa estadounidense aumentara 10% en lo que representó el salto más grande del año, la semana pasada retrocedió casi 3 puntos y cerró a 45,55 pesos en los bancos, 1,35 pesos por debajo de la cotización del viernes anterior, cuando el billete verde arañó los 47 pesos.

 

Para los analistas, el mercado recibió bien la noticia de que el FMI le otorgara al Central una mayor flexibilidad para usar los dólares prestados para alimentar la demanda de especuladores y fugadores y así sostener la cotización del peso.

 

En tiempos en los que la estabilidad financiera depende en buena medida de la agilidad con la que los exportadores graneros estén dispuestos a liquidar sus dólares, para el Gobierno no es poca cosa frenar al dólar y menos aún demostrar que dentro del esquema de flotación, también es posible que la divisa baje. De todas maneras, los analistas coinciden en que una semana de pax cambiaria es una golondrina que –sola- no hará verano.

 

De la mano de la vuelta a la tranquilidad también se recuperaron las acciones que la semana anterior se habían desplomado y el Central habilitó una reducción de las tasas de intereses, la primera en las últimas diez jornadas, tasas que pese a ello cerraron en un estratosférico 73,7%.

 

Pronóstico reservado

 

Las buenas noticias se restringen al análisis de cortísimo plazo que marca el pulso de los mercados, mientras que las expectativas para la economía en el mediano plazo siguen en baja, especialmente en lo que respecta a la inflación de la que dependen el consumo y la actividad.

 

Consultoras como el Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres estiman para abril una inflación por encima de los 4 puntos, lo que obliga a todo el mundo volver a recalcular el dato anual.

 

El pesimismo quedó reflejado en el último informe del REM que elabora el Banco Central que en abril aumentó en 4 puntos porcentuales la estimación de suba de precios para todo 2019, que ahora se ubica en 40%.

 

Durante la semana el INDEC actualizó su Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que en febrero anotó su décima caída interanual consecutiva al contraerse un 4,8%. El informe aclara que “en términos interanuales, la actividad cayó debido a que la comparación es con niveles muy altos del índice, previos al comienzo de la recesión, que se encontraban en máximos históricos”.

 

Otro dato negativo es que el indicador desestacionalizado –que mide la actividad respecto al mes anterior contemplando factores estacionales- muestra una desaceleración en el embrionario proceso de recuperación iniciado en diciembre que alentaba a los voceros del Gobierno a hablar de un piso de la recesión que se habría alcanzado en noviembre.

 

En diciembre el aumento había sido de 1% respecto a noviembre, en enero fue de 0,6% y en febrero bajó más todavía, a un homeopático 0,2%. Lejos del rebote que pronosticaban los voceros de Cambiemos, la actividad se está estancando.

 

Muro de contención

 

Después del pico inicial de efervescencia que significaron los actos de presentación de candidatos de los distintos frentes, la campaña electoral en Misiones se desarrolla ahora sin demasiadas estridencias. Todos los candidatos coinciden en la necesidad de concentrar los ejes de discusión en los temas que atañen a la provincia, a diferencia de lo que ocurrió en 2017 cuando Cambiemos intentó nacionalizar las elecciones provinciales. El escenario cambió, antes Macri traccionaba, hoy es un salvavidas de concreto.

 

Desde Juntos por el Cambio –la versión misionera de Cambiemos que suma al puertismo- apuntan sus dardos de campaña a temas en los que consideran que el Gobierno provincial todavía tiene una deuda pendiente con los misioneros. El problema que encuentran es que en muchos casos, las deudas que señalan tienen mucho que ver con el retiro de inversiones del Gobierno nacional en sectores clave como la distribución de energía, programas de salud o de contención social, como los subsidios interzafra, al transporte público y al consumo de energía y la gente no pierde la oportunidad de hacerlo saber.

 

Con más de 15 años al frente de la administración provincial, desde el Frente Renovador saben que no van a obtener ningún voto a partir del proselitismo ya que el misionero no los juzgará por discursos sino por la gestión del día a día y por la visión de largo plazo que consiga plasmar en políticas de Estado que se sostengan en el tiempo. Afirmado en esa certeza, el Gobierno de Passalacqua sigue orientando sus acciones a contener en Misiones los efectos de la crisis nacional, no solo en aspectos relacionados a la contención social sino también a medidas concretas orientadas a sostener la actividad y el empleo.

 

En tanto que el conductor del Frente, Carlos Rovira, es el encargado de definir y comunicar las políticas de largo plazo, que trascienden las administraciones, como el sostenimiento de la salud pública como una prioridad absoluta –lo que se refleja en la distribución presupuestaria- y la incorporación de la tecnología y los nuevos paradigmas a la educación. En su discurso de presentación de las listas que competirán el 2 de junio, el presidente de la Legislatura se ocupó de recalcar que el verdadero poder de los pueblos está en el conocimiento y recordó que el mandante es el pueblo.

 

Antídoto contra la tasa envenenada

 

Uno de los aspectos más destructivos de la política económica que lleva adelante el Gobierno nacional de Cambiemos tiene que ver con el sostenimiento a niveles inusitadamente altos de las tasas de interés como medida para contener artificialmente al dólar –el sinceramiento vale para las tarifas pero no para las finanzas- y evitar de ese modo una explosión con resultados devastadores.

 

Con tasas anuales que superan el 70%, 35 puntos por encima de la inflación pronosticada para los próximos 12 meses, a nadie se le ocurre pedir créditos para trabajar ni para dar trabajo, mucho menos para comprar y –de nuevo- dar trabajo al que produce y al que vende. Las tasas son un verdadero palo en la rueda de la economía.

 

Atacar ese problema viene siendo una de las prioridades del Gobierno provincial desde que asumió. Lo hizo con programas como el Ahora Misiones en sus distintas versiones y esta semana siguió en la misma línea con anuncios relevantes para el agro, la construcción, la empobrecida clase media y las pymes.

 

Primero el vicegobernador Oscar Herrera Ahuad anunció una línea de crédito para cooperativas agrícolas orientada a levantar la cosecha yerbatera. Permitirá a entidades que mueven la economía en buena parte de la provincia tomar deuda a un 14% anual cuando las opciones de mercado no bajan del 80% y con un período de gracia. Días después hubo un anuncio similar para productores ovinos y caprinos, representantes de una actividad en franco crecimiento en la zona Sur de Misiones.

 

Pero el plato fuerte llegó con el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Gobernador Passalacqua, que anunció el lanzamiento del programa Construyo mi Casa, una suerte de Procrear a la misionera que no solo incluye un componente de subsidio provincial que garantiza al adjudicatario que su cuota no se disparará, sino que además le ofrece todas las herramientas para que todos los proyectos concluyan satisfactoriamente.

 

La línea ofrece dos tipos de subsidio a cargo de la Provincia: primero congela el monto del crédito durante el año de gracia que otorga al beneficiario y después reduce el impacto de la suba de la UVA en el valor de la cuota, un 50% durante los tres primeros años y un 15% durante los restantes 17 años que establece el programa como plazo máximo de pago.

 

Tan importante como eso es que el Iprodha entregará a los adjudicatarios de los créditos los planos y especificaciones técnicas de la vivienda modelo “Semilla”, que es la única que se puede construir con el dinero prestado. El objetivo de esta ayuda, que también es una imposición, es que quien reciba el crédito efectivamente pueda construir una casa y no se quede con una obra a medio hacer y una deuda que afrontar. “Este crédito está pensado para esta casa. Sabemos que con la plata que se está prestando se puede construir completamente la casa que diseñamos”, explicó el presidente del Iprodha, Santiago Ros.

 

El programa está ajustado a la realidad de los asalariados de la provincia, con montos inferiores a los que ofrece el Procrear nacional, lo que permite que las cuotas sean razonables de acuerdo a los sueldos que se pagan en Misiones y con un subsidio que le da sustentabilidad financiera al adjudicatario porque amortigua el aumento de la UVA.

 

Con presupuesto inicial para otorgar alrededor de 1.500 créditos de 350 o 500 mil pesos cada uno, el programa apunta además a reactivar la construcción, un sector intensivo en el uso de mano de obra que por estos días no está pasando por su mejor momento debido una marcada caída de la inversión nacional en vivienda, así como de la demanda en el sector inmobiliario privado que recibió con entusiasmo el anuncio del Procrear a la misionera. “Desde el día en que asumimos con Oscar Herrera Ahuad nuestra obsesión es crear empleo para los misioneros”, recalcó Passalacqua.

 

El anuncio, como todos los anteriores orientados a activar el consumo y defender el empleo fue recibido con una mezcla de alivio y entusiasmo por las clases medias y los referentes de las pymes misioneras, sectores que han sido muy golpeados por la crisis económica

 

Injusticia histórica

 

La jornada del 1° de Mayo en la Legislatura estuvo signada por una imponente convocatoria a la que respondieron misioneros de todos los rincones de la provincia, dando marco así a un ritual de significativo contenido político que da cuenta de la amplia presencia territorial de la renovación.

 

El Gobernador inició su alocución con una referencia a la histórica inequidad en el reparto de los fondos federales que perjudica a Misiones. “Podemos decir que fuimos la 8ª economía del país en el año 2018, pero nos ubicamos en el 18º lugar de jurisdicciones en los recursos que recibimos de coparticipación. Misiones aporta mucho más de lo que recibe”, enfatizó.

 

Continuando con el análisis de las finanzas públicas, Passalacqua indicó que a causa del pacto fiscal, que obligó a la provincia a reducir impuestos, Misiones resigno más de 1.500 millones de pesos en 2018, aun considerando las compensaciones que otorgó la Nación.

 

“A esta cifra hay que sumarle la quita de aportes de Nación al transporte y la eliminación de la tarifa social en la energía eléctrica. En ambos casos la provincia se hizo cargo para que el precio del boleto se sostenga y no impacten estas medidas en los sectores más vulnerables. Todo esto suma un total de otros 1.300 millones cada año”, dijo.

 

Señaló que el desendeudamiento es un eje que atraviesa las distintas administraciones de la renovación y afirmó que el año pasado, gracias a un acuerdo de compensación de deudas firmado con la Nación, Misiones redujo en 40% su deuda pública.  “Este convenio consolida el fuerte proceso de desendeudamiento de la provincia. En los 90, esa deuda representaba más de 200% de nuestro presupuesto anual, cuando hoy no supera el 8%”, señaló.

 

Con el país sumido en el estancamiento económico y en la incertidumbre política de cara a las elecciones de octubre. Con todavía menos certezas respecto a qué país le tocará administrar a quien asuma el 10 de diciembre, Misiones procura garantizar un horizonte de certidumbre que supere las urgencias del corto plazo, una utopía en un país siempre a punto de estallar.  

 

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