Nació en Suiza pero cumplió su sueño en Misiones y ahora cría caballos sangre pura de carrera en Fachinal

Regula “Reggi” Lacona es la cara visible de Haras Itapé, dedicado a la cría de caballos sangre pura de carrera (SPC) y cuarto de milla. Después de seis años de trabajo, los primeros hijos de ese proyecto comienzan a transitar las pistas y las canchas de la región. Lacuna conoció Misiones como operadora turística, sigue trayendo visitantes de Europa a la región y tiene un lodge en El Iberá, pero eligió vivir junto a su familia en Fachinal, donde cumplió su sueño de vivir rodeada de los más briosos caballos del mundo.  

 

La geografía y el clima de Misiones demostraron sobradamente su generosidad para producciones tradicionales como la forestal, la yerbatera y la tealera, sin embargo cada vez son más los que ven potencial en la provincia para desarrollar otro tipo de actividades. Entre ellos Regula Lacona –en adelante Reggi- una inquieta emprendedora de espíritu aventurero nacida en Suiza que conoció Argentina trayendo visitantes del viejo continente a recorrer la variedad de paisajes y de culturas que ofrece el país.

 

Su trabajo la llevó del frío nevado de la Patagonia, al árido y montañoso Noroeste, al ruido de la urbe porteña y al verde profundo y las aguas exuberantes de la Mesopotamia, paisaje del que no se pudo despegar y en el que echó raíces. Hoy concentra su actividad como operadora turística en la región, trayendo europeos a recorrer desde Colonia Carlos Pellegrini, en los Esteros del Iberá, hasta las Cataratas del Iguazú.

 

 

Pero según reconoce, su verdadera pasión está puesta en los caballos y en el haras que construyó en Fachinal, donde también cría a sus hijos en un bucólico entorno campestre.

 

“Empezamos hace 6 años a criar caballos pura sangre y cuarto de milla en nuestro Haras Itapé tenemos un padrillo pura sangre y uno cuarto de milla y están saliendo nuestros primeros productos a las canchas y a las pistas, a partir de los resultados que tengamos vamos a ver qué podemos cambiar para mejorar”, explicó Reggi en entrevista con Misiones Online.

 

Definió al suyo como un “haras boutique”. “Tenemos diez madres, dos padrillos, tampoco tenemos un campo grande ni tanta estructura. Un caballo de carrera necesita cuidado especial, estar encerrado en caballerizas, hay que cuidar mucho la alimentación, eso requiere mucho cuidado y una inversión muy grande”, aclaró.

 

 

Reggi no puede evitar que le brille el orgullo en los ojos cuando habla de Martiniano Lan, que no es su marido, tampoco es su hijo, ni su hermano, sino un imponente sangre pura de carrera de nueve años y prosapia comprobada – hijo de Chevillard, bajo la línea de Northern Dancer, Halo y Buckpasser, reza su ficha técnica- un verdadero bagual que supo mostrar su valía en las pistas bajo el nombre Filou y hoy disfruta de su merecido retiro y oficia de padrillo al servicio de varias yeguas de sangre pura.

 

La propietaria de Haras Itapé se ocupa de aclarar que más allá de la satisfacción que significa vivir entre caballos, no es sencillo criarlos con fines comerciales, dado que tener un producto terminado lleva mucho más tiempo que en cualquier otra actividad. “Una vez que se embaraza la yegua, tenés casi un año de gestación, mucho más de lo que lleva un ternero, después el potrillo está seis meses con la madre y un año más en el campo con alimento. Con dos años recién empezamos a entrenarlos, a amansarlos, entonces  empiezan a ser montados por personas livianas, en mi caso mis hijos y recién a los dos años y medio a tres están listos para empezar en las canchas”, indicó.

 

 

Después de seis años de arduo trabajo recién ahora llegó la hora de la verdad. La criadora reconoció que no lograron buenos resultados con los dos primeros animales que salieron a competencia, pero confío en que el tercero dará que hablar en toda la región. “Hasta ahora debutaron dos animales nacidos en nuestro haras. Está por salir la tercera cría a la pista y pinta bastante bien, con los primeros dos no tuvimos demasiada suerte, la primera es demasiado nerviosa, a la otra le agarró moquillo todo el invierno pasado y no está bien de salud. A la tercera le tenemos toda la confianza, estamos todos nerviosos”, resaltó.

 

El haras vende potrillos y potrancas de alta calidad genética tanto de sangre pura de carrera como de cuarto de milla, a clientes que los preparan para correr, también para la práctica de otros deportes ecuestres como el polo o pruebas de riendas, sin embargo la principal apuesta comercial pasa por reservar a los ejemplares que muestren mejores aptitudes, prepararlos para la competencia y venderlos recién después de que se ganen un nombre en las pistas a fuerza de triunfos. Aunque Reggi reconoce que eso depende en buena medida de los imponderables de la suerte.

 

“Vendemos los caballos por la zona, puede ser de potrillo o de grandes cuando ya están enseñados y amansados. Pero nuestra idea es que debuten con el nombre de nuestro haras, se ganen un nombre en las pistas y después sean vendidos”, remarcó.

 

Además del objetivo comercial, el haras pretende hacer docencia en técnicas de amansamiento sin violencia y para ello realizó el año pasado un curso de doma india con los reconocidos domadores puntanos de la familia Scarpati.

 

 

 

 

 

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