Alejandro Piscitelli: “La educación emocional es más importante que el conocimiento y en la escuela es posible el hackeo del tiempo, del espacio, de los contenidos”

“Los chicos del secundario tienen una cronobiología diferente y se despiertan a las 9 de la mañana. Su neurona no se despierta a las 8, entonces no le pongas matemática, física o química de 8 a 10, porque ni siquiera sabe de qué se está tratando”. Alejandro Piscitelli lo dice con la firmeza y la experiencia de la investigación y la práctica de toda una vida, en diálogo con MisionesOnline TV.

Por eso el filósofo Alejandro Piscitelli, director del Laboratorio de Investigación Pedagógica y Comunicación de la UBA, la escuela de hoy debe cambiar. También, avanzar en la cultura de la producción sobre la del consumo y reconocer que “la educación emocional es más importante que la educación cognitiva”.

Para eso hay que “hackear” la escuela de hoy porque es “abstracta y transmite conocimientos abstractos”. Ese “hackeo” o programación incluye el espacio, el tiempo, los contenidos, la evaluación y las emociones.

Y la innovación educativa, necesita de un nuevo espacio físico, diseñado por arquitectos del aprendizaje, y hackers que no son los “piratas” del ciberespacio sino creadores. Desaparece la antigua clase “fordista”, como cadena de montaje, con alumnos en fila escuchando al profe, y se crea la educación disruptiva y la emocional, “más importante” que la cognitiva, asegura Piscitelli.

 

¿Cómo es el hackeo del tiempo?

Es necesario el hackeo del tiempo. Lo tenemos dividido ahora en materias por 40 minutos y así no se puede aprender. Primero, porque los chicos del secundario tienen una cronobiología diferente y se despiertan a las 9 de la mañana. La neurona no se despierta a las 8; entonces no le pongas matemática, física o química entre 8 y 10 porque ni siquiera sabe de qué está tratando. Eso lo trabajó mucho Diego Golombek, uno de los grandes científicos argentinos.

 

 «…así no se puede aprender, no sirve para aprender: es un espacio antiaprendizaje, en el que está todo el mundo mirando a la nuca del otro y escuchando a alguien»

¿Me puede hablar de la escuela de innovación como la que se inició en Misiones y de un espacio diferente?

Usted se refiere a la arquitectura del aprendizaje, cuando uno está pensando en la escuela del futuro, la escuela que no querría o que se puede hacer ahora también, que me gustaría que fuera masiva. Son básicamente cinco cosas que hay que hacer. El hackeo del espacio, porque el espacio que tenemos ahora no nos sirve: el espacio fordista, los bancos mirando para delante, entonces ahí entran nuevas profesiones que son los arquitectos del aprendizaje, como (la holandesa) Rosan Bosch, una mujer que hizo las escuelas Vittra en Estocolmo. Trabajé en una experiencia parecida con Juan Carlos Baumgarntner, en México, y con otro investigador pakistaní, Prakash Nair, en España. Esta gente dice así no se puede aprender, no sirve para aprender: es un espacio antiaprendizaje, en el que está todo el mundo mirando a la nuca del otro y escuchando a alguien.

¿Hackear el tiempo es más difícil?

El biólogo Diego Golombek dice que la neurona del adolescente se despierta a la diez de la mañana. Pero en algunos países han cambiado y los chicos entran a la escuela a las 9 o 10 de la mañana. Es posible el hackeo del tiempo, el hackeo del espacio, el hackeo de los contenidos. Nosotros seguimos transmitiendo contenidos, libros de texto, lo que dijo la historia y los contenidos están en Internet están la Wikipedia. Para eso no hace falta ir a la escuela, pero al docente lo entrenaron para transmitir contenidos y si uno le hackea el contenido, ¿qué pasa? ¿Cuál es su función de docente?

¿Hay más hackeos?

El hackeo de la evaluación, que es la cuarta dimensión. Hacemos evaluaciones cuantitativas, tipo Pisa, Aprender, llenando cuadraditos, múltiple choice, etc. Para eso hay una especialista Mariana Maggio (especialista en Tecnología Educativa) de la Facultad de Filosofía y Letras en la UBA y es la que mejor trabaja la evaluación significativa.

Usted también incluyó la educación emocional.

Y, con todo eso no avanzaríamos si no hacemos la más importante. Y con todo eso no avanzaríamos si no hacemos la más importante que es el hackeo de los vínculos emocionales. El hackeo emocional dentro de las escuelas, tiene que ver con las relaciones de poder, tiene que ver con las emociones, tiene que ver con lo que (el psicólogo estadounidense Howard) Gardner llama inteligencias interpersonales e intrapersonales. Estamos pensando en la inteligencia post Gardner más allá de las que Gardner enunció hace 25 años sobre las inteligencias múltiples, o en su libro de las cinco mentes del futuro. Y habiendo resultados medibles, ¿por qué cuesta tanto escalarlo?.

También menciona Usted el hacer para aprender, ¿cómo ve la actividad de la Escuela de Robótica?

Sí, de la producción. Cada lugar busca y avanza por distintos caminos el tema de la cultura maker, que es el pasaje del consumo a la producción vinculado con la robótica, con las impresoras 3D, con una civilización post industrial, con la fabricación a medida, etcétera. Y Misiones, sobre todo en la escuela de robótica, está avanzando. La Nación también está haciendo un esfuerzo importante comprando equipos para miles de escuelas que van en dirección a la robótica. Está bien eso y la cultura maker es indispensable porque tenemos que ver que uno piensa con las manos. Entonces la escuela que nosotros tenemos es una escuela muy abstracta. Una escuela que básicamente transmite conocimientos abstractos.

¿Tal como el viejo bachillerato?

Es que sigue siendo igual. Es algo enciclopédico es algo, pero ahora menos justificable. Aunque las tablas de multiplicar hay que aprenderlas de memoria, las taxonomías hay que aprenderlas de memoria, no es cierto que uno pueda descargar toda la memoria externamente en la web. Porque cuando uno está razonando, está haciendo inferencia buscando conexiones, necesita tener los datos en la cabeza. Es al revés: no necesitamos menos memorización, necesitamos mejor memorización.

¿Cómo preparar a nuestros hijos y nietos para el mundo del futuro, cuando esquemas como el bachillerato ya no sirven?

Bueno… el bachillerato funciona todavía hoy como una educación emocional, ¿no? Es el lugar donde uno se junta con sus amigos, un lugar de sus afectos, también del desmonopolio del poder parental. La educación charter, las escuelas traseras, no son algo bueno porque quita la posibilidad de interactuar con otros chicos, otros afectos, otras mentalidades y otras clases sociales. La escuela, en ese sentido, es buenísima para hacer ese caldo de diversidad y variedad.

¿Y la preparación para los trabajos que desaparecerán o los empleos nuevos?

Hay algo que tenemos los argentinos, que no lo tiene nada: somos expertos en vivir en el caos. Nosotros decimos que el mundo es VUCA (sigla en inglés) por volátil, incierto, complejo y ambiguo. Los argentinos somos todos “vuquistas” y en ese sentido tenemos ventaja respecto al resto de la gente. Nadie en el mundo tiene la inflación, que tenemos nosotros, nadie tiene los ciclones económicos que tenemos nosotros, nadie tiene inestabilidad, y sin embargo la gente no está toda esquizofrénica, ni se pega tiros en la calle. Quiere decir que hay algo en la cultura nuestra que nos lleva a ser muy resilientes. Y en cuanto a las profesiones: las profesiones mutan, cambian, hay gran discusión entre teóricos muy importantes si esta vez será diferente, si son más las que se pierden que las que se van a ganar. Sobre eso no podemos especular. Un chico del futuro tiene que tener pensamiento crítico, pensamiento creativo, interacción afectiva e interacción comunicativa, con esas cuatro cosas se come el mundo.

Volvemos a lo emocional y a la gran importancia que Usted  le asigna.

De vuelta: es inconcebible que la escuela que nosotros tenemos no se haya dado cuenta que lo que más define a una persona es el entrenamiento y el trabajo sobre sus emociones. Mucho más que sobre lo cognitivo. Pero las emociones es una cosa muy sofisticada que ha frustrado a muchísima gente y que no es natural. No es que nosotros tenemos emociones, las emociones se inventan en el lenguaje, se construyen en la experiencia histórica. La escuela tiene la obligación, porque es mucho más importante la educación emocional que la educación cognitiva. Y es inaudito ahora, después de 25 años de trabajar con Warner, con Goleman, con un montón de teóricos que trabajan esos temas. Cómo yo voy a aprender a querer y cómo voy a aprender a conocer si no sé querer, si no sé qué es querer y no sé que es querer conocer. Es ridículo. Pero la educación emocional es básica para cualquier otro tipo de educación.

 

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