Vía Crucis viviente: “Ésta es la cruz de los niños silenciados a los que se les impide nacer”

El viernes santo se vivió de manera muy intensa en la diócesis de Posadas. Por la mañana se vivió el Vía Crucis viviente en la vía procesional de las reducciones jesuíticas de Loreto y luego la celebración de la pasión en la capilla Exaltación de la Cruz, ubicada en el Parque Temático de la Cruz en Santa Ana. Estas celebraciones fueron acompañadas por diferentes sacerdotes y por los integrantes del Seminario Santo Cura de Ars.

Durante la mañana, Monseñor destacó la importancia de vivir este día acompañando a Jesús, reflexionando las cosas por las que pasó Jesús siendo obediente al Padre, para salvarnos y para enseñarnos a amar más. “Estamos aquí reunidos para acompañar a Jesús en este paso tan difícil y a la vez importante. Y que el domingo podemos celebrar la Pascua de resurrección. Es importante acompañarlo a Jesús pero también queremos vivir ese misterio pascual como persona en comunidades. Aceptar y morir al hombre viejo y resucitar al nuevo y tener este regalo de ser hijo de Dios nos ayuda a nosotros a vivir una pascua mejor”. Agradeció a todos los presentes por acompañar de manera especial ese vía crucis y a la gente de la Parroquia San Antonio por hacernos vivir este vía crucis y ayudarnos a todos a comprenderlo mejor.  Recordemos que la vía procesional son 15 cuadras en medio del monte, espacio que fue recuperado hace poco tiempo y que tiene una gran significancia para nuestra historia.

Al medio día, Monseñor Juan Rubén Martínez presidió la celebración de la pasión en Santa Ana y allí se refirió a lo que se vive a diario y a como la cruz de Jesús y sus sacrificios aún tienen vigencia “Está cruz es la cruz de los dolores actuales, incluso dolores físicos, pero sobre todos los dolores como la soledad, es la cruz del dolor de los niños silenciados que se les impide nacer, o que nacen y son condenados al abandono, a la marginación, a la pobreza y a la desnutrición. Los niños que incluso son víctimas de las condenas de muchos de nosotros. Esta es la cruz de los jóvenes que están escondidos detrás del flagelo de las drogas y de la marginalidad”. Luego llamó a la reflexión a recordar que es importante pascualizar estos dolores para poder entender mejor el gran sacrificio de amor que Jesús hizo por  nosotros.

Las dos circunstancias fueron muy emotivas y ambas acompañadas por personas que llegaron de diferentes lugares y que se sentían muy motivados por la gran muestra de religiosidad popular vivida en la semana santa en toda la provincia.

Compartimos a continuación la homilía del Obispo de la Diócesis de Posadas:

Estamos viviendo la intensidad de lo que es el misterio pascual en este triduo que estamos celebrando, ayer en la última cena celebrando sacramentalmente lo que hoy estamos viviendo en este viernes santo. Acompañando al Señor en la Pasión y en la muerte pero con la expectativa de la resurrección y la certeza de que la vida triunfa sobre la muerte. Mañana celebramos con gozo la vigilia y el domingo celebramos con gran alegría la resurrección de Jesús.

Cuando vivimos este momento estamos acompañando la experiencia del amor de Dios hasta el extremo, tanto nos amó que entregó su propia vida por todos nosotros. Sufrió como escuchamos en el relato la humillación y asumió el camino de la humildad y de la pequeñez. Claro el contexto de la época, no esperaba un Mesías así; esperaba un mesías poderoso que los venga a liberar de los romanos.

Esta experiencia del mesías muriendo en la cruz, hacia parecer en apariencia que era un fracaso y sin embargo ahí en esa instancia de la muerte ganó la vida. Por eso nosotros también en este viernes santo queremos acompañar al Señor, tratando de internalizar este misterio de la pascua. Nosotros también estamos invitados a vivir esta experiencia de la muerte y de la vida y cada uno sabe a cuantas cosas tenemos que morir, en nuestro corazón anidan muchas veces cosa a las que tenemos que morir y tenemos que cambiar. La pascua es cambiar y por eso queremos poner en la cruz que hoy adoramos nuestras flaquezas, nuestras debilidades para transformarlas en vida.

También queremos colocar junto al pie de la cruz de Jesús, tantísimos sufrimientos que hay en nuestros hermanos y en nuestro tiempo. Queremos que también vivan esta internalización de la pascua, que es el amor y la misericordia. Cuantas situaciones de dolor, de sufrimientos por las enfermedades físicas, por los dolores espirituales como la soledad que puede llegar a ser peor. Tantas cosas que están en la realidad humana y Dios con su misericordia quiere acercarse para pascualizarlas, el dolor de la pobreza, de tantísimos niños que quieren nacer y no pueden porque silencian la vida humana, tantos que no son valorados en su dignidad, en el mayor de los derechos que es la vida. Pero también tantos niños que han nacido y que están en la marginalidad por la desnutrición que ya los marca para el resto de sus días con las dificultades para educarse, para conseguir un trabajo y terminan formando parte de la marginalidad y de la condena de otros sectores sociales. Tantas situaciones de dolor en nuestros jóvenes pero también adultos con las adicciones, hay muchas formas de adicciones, cuánto dolor nos da la presencia de las adicciones en la vida de los jóvenes y de los adultos y es imprevisible las consecuencias de esto en un futuro y sin embargo siempre gana el negocio de la droga. Se agarran cargamentos pero sigue creciendo. Cuantos dolores por la corrupción, por tantas situaciones de violencia que siguen al igual que en el tiempo de Jesús flagelando a los pobres y a la minoría, a la clase obrera. Tanto silencio nos asusta, por eso la cruz expresa muchos dolores y muchos sufrimientos pero tenemos la certeza de la esperanza y creemos que la vida triunfa sobre la muerte. Queremos en el silencio de este viernes fortalecer la esperanza sabiendo que la vida  siempre triunfa sobre la muerte.

Por eso los cristianos estamos llamados a ser testigos de la vida, a no claudicar y a no bajar los brazos. Creemos y tenemos la esperanza de la vida sobre todo mal y del gran sacrificio de amor hecho por Jesús en la cruz.

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