Córdoba: ella le dijo que ya no la satisfacía y él la descuartizó

Hace dos años Marcelo Ferraretto asesinó y descuartizó a su esposa, Ana Rosa Barrera, en la casa que compartían en el Valle de Paravachasca, Córdoba.

Admitió el crimen y está detenido desde ese momento, pero recién rompió el silencio esta semana, durante la tercera jornada del juicio en el que podría ser condenado a prisión perpetua. «Lo viví como un sueño», relató.

La estrategia de la defensa y de Ferraretto es lograr la inimputabilidad o tratar de aliviar la pena. Es por eso que depositaron toda la expectativa en las pericias psiquiátricas y psicológicas para determinar si el acusado estaba en sus cabales al momento de cometer el femicidio. Sin embargo, la declaración que hizo no lo ayudó como esperaban.

Ferraretto contó que la víctima lo encontró revisando su celular y eso disparó la discusión. “Ella me decía que ya no la satisfacía, que me era infiel. Me puse loco, no sé con qué la golpeé”, explicó.

Entre algunas contradicciones y más incoherencias, manifestó que se desvaneció y que al despertar creyó que el cuerpo que tenía a su lado era el de su mamá, por eso quiso ponerlo en una urna para llevarlo «a un lugar donde estuviera mejor».

Tomó una cuchilla y desmembró el cuerpo. Empezó por los miembros inferiores y terminó con un corte profundo en el cuello. Después enterró los restos en un descampado. Frente al tribunal, quiso convencer a quienes lo escuchaban de que todo ese momento lo vivió «como algo irreal». «No hubiese hecho nunca algo así estando en plena consciencia», resaltó.

Mientras Ferraretto pedía perdón, a los allegados de la víctima, a los suyos y a toda la sociedad, se escuchó un insulto, casi un alarido atrevesando la sala. El familiar de Barrera que descargó así su dolor no esperó a que lo sacaran por la fuerza. Abandonó solo la audiencia.

(TN)

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