#MundialFutsal: Argentina venció a Brasil en tiempo suplementario y se coronó campeón en Misiones

En un partido de película, la Albiceleste venció 3-2 a la Verde-amarela en tiempo suplementario y alzó por segunda vez  el máximo trofeo a nivel de selecciones.  El misionero Sandro Antivero marcó el primer gol del encuentro. 

 

Si se piensa con lógica, la imagen que se dio en el Polideportivo de Montecarlo, y que se repitió a lo largo y ancho de la provincia, carece de la misma. De lo contrario, ¿Cómo entender que miles de personas se estén abrazando y, en algunos casos, llorando por un deporte cuya existencia desconocían hace una semana?¿Dónde está la racionalidad en que un partido de futsal, igual a  otros millones que ya se llevan jugado a lo largo de la humanidad,  se convierta en motivo de una felicidad desbordada  e inclusive provoque que  un niño de 8 años se jure así mismo nunca olvidar ese momento, mientras revolea su bandera y le dice sus padres que es el día más feliz de su vida.

 

Tal vez para todo lo anterior no haya lógica y,  aunque lo hubiera, carece de importancia, porque, como está escrito en una pared de Oberá, “la vida no hay que entenderla, hay que sentirla” y eso fue lo que hizo Misiones durante los últimos 7 días: sintió, vivió, sufrió, disfrutó y celebró el Mundial de Futsal, que terminó hoy con un desenlace que generablemente solo ocurre en las películas: Argentina campeona ganándole la final a Brasil de manera agónica.

 

3-2 se impuso la Albiceleste contra su par brasilero. El inicio del trámite del juego fue similar a todos los anteriores, como una de esos clásicos filmes que repiten una y otra vez en la tele, pero que uno nunca puede dejar de ver.  El dueño de casa salió a tomar el protagonismo, ahogando con la presión a su rival y antes de que se disputarán los dos primeros minutos de juego,  apareció  Sandro Antiveros y como todo profeta en su tierra, le dio la tranquilidad que su pueblo necesitaba, a través de su zurda.

Pero en todas las historias felices, hay momentos de zozobra.  Cuando el  local parecía tener todo controlado,  Brasil aprovechó una contra, Diego César estampó la igualdad y se generó uno de los pocos momentos de silencio en la noche misionera.  A partir de ahí, ambos equipos se mostraron más conservadores, atacaron poco, aunque Argentina tuvo un par de oportunidades como para irse con ventaja.

El visitante tomó la iniciativa en el complemento y se plantó mejor los primeros  minutos. Pero con la paciencia necesaria que caracteriza a un equipo que quiere ser ganador, la Albiceleste soportó esos minutos y luego nuevamente dominó el trámite del juego.  Empujado por su rival, la Verde-amarela comenzó a defender cada vez más cerca de su arco.

 

Pero el deporte, como la vida, no entiende de Justicia.  Cuando más buscaba la Albiceleste, Fernando Hamann se vistió de verdugo y colocó el 2-1 a favor de Brasil, faltando dos minutos.

Quedaban 12 segundos para que la alegría sea sólo brasileña,  cuando el árbitro vio una mano inexistente de un jugador brasilero en su área y cobró penal para Argentina. Koltes, el goleador del certamen, se hizo cargo de la responsabilidad, pero el arquero tapó su remate, la pelota se fue al lateral y el sueño terminaba por convertirse en la más cruel de las pesadillas.

 

Brasil acariciaba un nuevo título. Un periodista de ese país ya estaba titulando  “Campeone”, pero antes de colocar la última letra, tuvo que borrar la palabra. Es que 3 segundos después del penal errado y luego del lateral que derivó de esa acción, la pelota le cayó al capitán  Marcelo Mescolatti, quien estaba en el lugar y en el momento justo para poner la igualdad y hacer que todo el Polideportivo estalle en un rugido, que cualquiera podría haber confundido con el de un yaguareté.

Con el 2-2 final, llegó la hora del suplementario. En el primer tiempo, Gonzalo Pires, el que tuvo lesión en la previa del certamen y cuya presencia estuvo en duda hasta último momento, estampó el 3-2 final y tiñó la copa, por segunda vez en la historia, con los colores del cielo y de la esperanza.

Los dirigidos por Ariel Avveduto, a lo largo del certamen, rompieron todo tipo de estadísticas. En cinco partidos marcaron 44 goles, solo le convirtieron 6 y pudo revertir el historial negativo que tenía en Copas del Mundo contra Paraguay y Brasil (nunca le había podido ganar a estos seleccionados)

 

Las luces se apagan y el telón se baja en la tierra colorada. De fondo se siguen escuchando ecos de lo que fueron gritos y cantitos y que dejaron más de una garganta sin voz. Los protagonistas juntarán sus cosas y empezarán a marcharse sabiendo que la obra que protagonizaron vivirá por siempre en la memoria de todos, como ocurre siempre con las historias de héroes

 

(L.D)

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas