Análisis semanal: con una ayudita del FMI

El FMI volvió a pasar por Argentina y cumplió con la rutina habitual: le dejó al Gobierno de Macri una cantidad enorme de dinero -cuyo pago correrá por cuenta de futuras administraciones- para evitar un nuevo colapso financiero y apuntalar el proyecto reeleccionista que evitaría el resurgimiento del “nefasto populismo”. Como siempre, también hubo palmaditas en la espalda para Nicolás Dujovne –el mimado de madame Lagarde- cuyo plan económico estaría (textual del comunicado oficial del Fondo) “rindiendo sus frutos”.

 

Pero la letra chica de la evaluación que dejó la misión del FMI incluyó tirones de oreja por la persistencia de expectativas de inflación elevada y una recomendación para controlarla a costa de los salarios: evitar el backward looking en las paritarias. Mediante tan coqueto anglicanismo el FMI recomienda hacer borrón y cuenta nueva en la competencia entre los salarios y la inflación, dicho de otro modo, que los asalariados den por perdido el poder adquisitivo sacrificado el año pasado.

 

Ni los 10.800 millones de dólares que dejó en FMI ni los pronósticos optimistas de Marcos Peña que volvió a afirmar que “lo peor de la crisis ya pasó” alcanzaron para recomponer la credibilidad en la economía argentina y el dólar volvió a aumentar hasta llegar a un nuevo máximo histórico, esta vez de 44,96 pesos, sobre el cierre de una semana en la que la divisa acumuló una apreciación de 1,3% frente al peso, que fue prácticamente la única moneda del mundo que se devaluó.

 

El riesgo país acompañó al dólar y arañó los 800 puntos básicos, mientras las acciones de empresas argentinas que cotizan en Nueva York registraron caídas generalizadas de entre 5% y 8%. Esta vez no hubo Turquía, ni Brasil, ni guerra comercial, ni suba de tasas de la FED, fue todo mérito propio.

 

Otro que apostó por el optimismo en búsqueda  de recuperar credibilidad fue el presidente Macri que en un acto en Junín aseguró que su gobierno va a “derrotar a la inflación”, aunque no aclaró cuándo ni cómo eso ocurriría.

 

Desde las consultoras especializadas aclararon por las dudas que la inflación no disminuyó en marzo y tampoco lo haría en abril de la mano de la insistente devaluación del peso en un marco de creciente dolarización de la economía.

 

Pobres cada vez más pobres

 

La estadística nacional volvió a dejar malas noticias, esta vez referidas a la distribución del ingreso. Los datos referidos a actividad económica muestran que la torta es cada vez más chica y los de distribución del ingreso señalan que esa torta además de achicarse, se reparte de manera cada vez más desigual.

 

Según el INDEC, en 2017 los ingresos per cápita del 10% más rico del país multiplicaban por 17 a los ingresos per cápita del 10% más pobre, un año después esa relación fue de 20 a 1. El informe le pone números a una sensación fácilmente perceptible: la mayor parte de los costos de la crisis están recayendo sobre los sectores de ingresos bajos y medios que dependen de sus alicaídos salarios, mientras las clases altas ganan cada vez más con la timba financiera.

 

Bocinazos en la avenida del medio

 

Con el partido de la economía perdido por goleada, desde la usina de campaña del Gobierno se concentran en sostener su tercio cautivo de votos y apuestan todas las fichas a convertir las elecciones en un mano a mano contra el kirchnerismo, al que derrotarían en un eventual ballotage gracias al voto terror de quienes ven en la explosión de Venezuela un espejo de lo que podría ocurrir con un nuevo mandato populista.

 

Los principales voceros amarillos se encargan prolijamente de agitar el fantasma de Venezuela y de ningunear a cualquier propuesta política que procure romper la grieta. Uno de los encargados de ejecutar el libreto escrito en las oficinas de Durán Barba fue el propio Dujovne, que luego de reiterar que lo peor de la crisis ya pasó, practicó el arte de la ucronía incomprobable al aseverar que si el kirchnerismo “seguía adelante íbamos a terminar igual que Venezuela” y remató quebrando una lanza por la polarización cuando afirmó que en las próximas elecciones habrá “solo dos opciones: Cristina o Cambiemos”.

 

Aunque no lo reconozcan públicamente, lo que más preocupa a Cambiemos no es Cristina sino la “avenida del medio” que se está haciendo cada vez más ancha, aunque todavía no encuentra un liderazgo que aglutine a todos los carriles que la integran.

 

Después de un fogoso romance de verano, el otoño enfrió la relación entre Sergio Massa y Roberto Lavagna, que amenazaban convertirse en una dupla capaz de atravesar la grieta. El tigrense presentó esta semana sus “compromisos de campaña” y reiteró sus aspiraciones de competir en unas PASO peronistas a las que desafió a participar al exministro de Economía, que no tardó en salir a aclarar que está en un “proyecto diferente”.

 

Pudo notarse un cambio para nada sutil en la línea de discurso de Massa, que ya no critica por igual a Macri y a Cristina desde un lugar ajeno a ambos espacios, esta vez atacó con dureza al Gobierno de Cambiemos pero no dijo una sola palabra respecto a la exmandataria.

 

La posibilidad de que Cristina golpeé al macrismo donde más duele y no se presente como candidata alimenta las aspiraciones de su ex jefe de gabinete, que sueña con llevarse buena parte del electorado K en una eventual alianza. El operativo seducción ya está en marcha.

 

Pero el que más preocupa al macrismo es Lavagna, no tanto por sus posibilidades de convertirse en presidente sino por tratarse del opositor con mayor poder de restarle votos radicales a Cambiemos. El economista busca un armado que integre a los socialistas de Lifschitz, el GEN de Margarita Stolbizer, los radicales desencantados con Macri y la porción del peronismo que no termina de aceptar el liderazgo de Massa y tampoco quiere volver a estar bajo el ala de Cristina. Al veterano economista no le convence meterse en el corsé del Peronismo Federal porque entiende que eso alejaría potenciales votantes de raíz radical o socialista.

 

Dirigentes históricos como Ricardo Alfonsín hablan abiertamente de la posibilidad de apoyar a Lavagna si Macri no les diera la posibilidad de competir por la candidatura a presidente dentro de Cambiemos y no tomara en cuenta las recomendaciones que vienen haciendo desde ese partido para cambiar el rumbo de la economía. Otro viejo alfonsinista, Federico Storani, agitó la misma bandera: “si el Gobierno no cambia de rumbo, es preferible Lavagna”, dijo.

 

En respuesta, el ministro del interior Rogelio Frigerio deslizó que podría ofrecer la candidatura a vicepresidente a un radical, oferta que a los más díscolos les sonó a poco. El mencionado Alfonsín contestó irónicamente que “el problema no es Michetti”.

 

Pese a su silencio, Cristina sigue dominando la escena desde una posición central. Con su hija instalada en Cuba, muy lejos de los requerimientos de los tribunales de Comodoro Py y sin posibilidad de extradición, la exmandataria protegió su talón de Aquiles. La última carta fuerte que puede cambiar el rumbo de las elecciones está en sus manos. A diferencia de lo que mostraban las encuestas de principios de año, ahora todo parece indicar que sí tiene posibilidades de imponerse en un eventual ballotage, aunque si se bajara de la contienda le quemaría los papeles a los arquitectos que diseñan la reelección de Macri.

 

Como una experta tahúr, la doctora guarda silencio, no deja que ninguna expresión revele cómo jugará sus cartas. Por experiencia propia sabe que el camino a octubre es largo y que el humor de los argentinos es muy cambiante.

 

 En la vidriera

 

En Misiones la principal novedad de la semana fue la realización del mundial de futsal. Más allá del brillante comienzo de torneo para el seleccionado argentino –que jugará la final el domingo- buena parte de los elogios que se escucharon durante los partidos iban dirigidos a la organización. Tanto dirigentes deportivos como periodistas de distintos países se mostraron sorprendidos por la capacidad de organización de una provincia pequeña ubicada en una zona desfavorecida del país como es el NEA.

 

Horarios, logística, alojamiento, instalaciones, marco de público, todo lo atinente a la organización supera los exigentes parámetros de una competencia de escala internacional en el mundial de futsal Misiones 2019, lo que volvió a poner a Misiones en la vidriera del país.

 

Otro que puso a Misiones a la vista del país fue el ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro, quien –pese a pertenecer a otro espacio político- aseguró a estar “fascinado” con la Escuela de Robótica de Misiones y con lo hecho por la Provincia en materia de educación disruptiva.

 

En materia de política, mientras se acotan los plazos del cronograma electoral urge la necesidad de definir las candidaturas de los sublemas que competirán en las distintas elecciones municipales del 2 de junio. Desde la Renovación afirman estar sorprendidos por la cantidad de personas, algunos dirigentes políticos, muchos otros provenientes de otros sectores, que manifiestan su voluntad que participar como candidatos en ese espacio político.

 

El oficialismo provincial presentará unos 250 sublemas en los 76 municipios, 100 de los cuales serán integrados por jóvenes, en su mayoría profesionales y 60 compuestos íntegramente por mujeres.

 

Para Juntos por el Cambio –la versión misionera de Cambiemos que suma al puertismo- la tarea de sumar adhesiones está resultando mucho más difícil de lo que fue en 2017. Por un lado, resulta cada día un poco más difícil salir a poner la cara para defender a un Gobierno nacional cuyas decisiones deterioraron la calidad de vida de la gran mayoría de las personas y por otro lado, el cálculo electoral no muestra buenas chances de triunfo en ningún territorio.

 

Incluso desde el sector empresarial y las clases medias, que conformaron el núcleo del crecimiento de Cambiemos en todo el país, se multiplican las adhesiones a la Renovación.  Dos referentes del empresariado como Claudio Wipplinger y Nicolas Brea serán candidatos por el oficialismo provincial y buscarán transformar la bronca y la desilusión del sector privado en una acción política positiva. El desafío no es menor.

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