Claridad es plenitud

La claridad resulta absolutamente necesaria para alcanzar resultados efectivos en nuestra vida. Cuando decimos y hacemos exactamente lo mismo que pensamos, podemos llegar a donde queremos sintiéndonos plenos, porque somos coherentes. Cuando esto no sucede, lo primero que deberíamos revisar es qué tan “claro” es nuestro lenguaje a diario.

 

El lenguaje es transformador, generativo, tiene el poder de definir nuestro universo, y de construir o destruir nuestra experiencia. Sin embargo, cuando hablamos no tenemos en cuenta que con cada palabra que decimos podemos generar lo que estamos buscando, o destruir cualquier probabilidad de que en el futuro suceda lo que tanto esperamos. Hay palabras, como “plenitud” por ejemplo, que están gastadas por la publicidad, las redes, por nosotros, por el mal uso que damos al aplicarlas.

Cuando en un comercial leemos “Sentite plena” y nos venden zapatos o estética, hay algo que no cierra y nosotras lo pasamos por alto. Cuando decimos “hay que pelearla” o “me defiendo para sobrevivir” no podemos esperar que nuestra realidad sea otra más que la guerra o la supervivencia que nombramos y repetimos hasta el hartazgo ante cada «¿cómo estás?».

 

Las palabras no están vacías de significado, tienen la carga suficiente como para manifestar lo que estamos nombrando.Por eso, uno de los pilares básicos del Coaching, es la dimensión del lenguaje. Aprender que cuando hablamos actuamos, y con esas acciones transformamos el mundo, resulta clave para poder generar nuevas posibilidades, y construir nuestra identidad en vez de derrumbarla. Si estamos la mayor parte de nuestro tiempo repitiendo lo que no queremos, hablando de lo que nos molesta, qué posibilidad tendríamos de generar algo diferente, es imposible.

Lo mismo sucede cuando regañamos a otros, decimos lo que está mal demasiadas veces, en vez de acentuar lo que podría ser más constructivo, o animarlos a que prueben maneras diferentes.

 

Me gusta pensar que la “claridad» podría ser la madre de la “ coherencia» y la abuela de la “plenitud». Estar claros en lo que queremos, pensamos y hacia dónde vamos es el primer paso para lograr lo que estamos buscando y no otra cosa. Cuando sembramos la semilla de la claridad en nuestro vocabulario diario, nace la coherencia con mucha fuerza, y enseguida los frutos son una vida más plena e íntegra.

 

“El lenguaje no sólo describe la realidad, sino que por medio de él se genera la realidad», decía Rafael Echevarría. No podemos seguir creyendo que el uso del lenguaje es inocente. Necesitamos prestar más atención a cómo nos llamamos unos a otros, cómo describimos lo que nos pasa como sociedad, cómo respondemos cuando alguien nos hace una pregunta, y cómo construimos con palabras aquello que nos gustaría que suceda. Sólo cuando aceptemos nuestra responsabilidad en la elección de cada término, y las consecuencias que éstos generan -en nosotros y en otros- algo empezará a modificarse.

 

 

(*)  Lic. Sol Jouliá
www.facebook.com/soljoulia
instagram: @soljouliaok

 

 

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