En su discurso de apertura del año judicial, Carlos Rosenkrantz admitió una crisis de legitimidad de la Justicia

 

Las expectativas por un giro en el contenido y el estilo del mensaje respecto a su antecesor no se vieron defraudadas este martes cuando el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, inauguró el año judicial en el Patio de Honor del palacio de la calle Talcahuano. En menos de media hora, el titular del máximo tribunal admitió una «crisis de legitimidad» del Poder Judicial, advirtió que para revertirla es necesario que la tarea de los magistrados pueda ser evaluada, y afirmó que la Corte ya comenzó a hacerlo.

 

Además, pidió previsibilidad en el sentido de los fallos y mostrar que los jueces son «refractarios a todo interés personal, ideológico, político y de cualquier otra naturaleza que no sea el interés de realizar el imperio del derecho», y en un poco disimulado golpe al modo en que a su criterio Ricardo Lorenzetti manejó la Corte, Rosenkrantz criticó las «estridencias y personalismos».

 

Desde la disposición de las sillas -con los jueces de instrucción detrás de los camaristas- hasta el clima del acto, el cambio de jefe se palpitó desde el primer minuto de la ceremonia. Un contraste que de ninguna manera señala a bendecidos ni réprobos, pero que recuerda los beneficios de la alternancia y la renovación en la cima de los poderes públicos. Con una gestión controvertida en algunos aspectos pero sin duda luminosa en otros, Lorenzetti comandó la Corte y proyectó su sombra sobre todo el Poder Judicial durante doce años.

 

Rosenkrantz no se distrajo en rodeos ni lisonjas. De entrada nomás, recordó que «la legitimidad del Poder Judicial es esencial», y admitió que en esa materia el presente es preocupante: «Toda crisis de legitimidad es en gran parte una crisis de confianza. Los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial. Hay dudas de que nos comportamos como verdaderos jueces de una democracia republicana. La solución requiere entonces que revirtamos esta percepción y, para ello, los jueces debemos mostrar, todos y todos los días, que sí somos verdaderos jueces de una democracia republicana», disparó.

 

«Tenemos que entender que pertenecer al Poder Judicial no es un privilegio. por el contrario, nos impone deberes y responsabilidades», continuó ante un centenar de magistrados que lo escuchaban en silencio. «Para servir a nuestra comunidad como jueces, no debemos buscar el poder. Como he dicho varias veces, la percepción de que somos poderosos (por oposición a la de ser justos y rectos) no ennoblece sino que mancilla nuestra investidura.» Más silencio.

 

 

Fuente: Clarín

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