La odisea de regresar a casa, en colectivo urbano

Desde ayer, quedaron atrás las tranquilas esperas en las paradas de colectivos urbanos de las  calles Ayacucho y Junín, de Posadas. Con el comienzo de las clases en Misiones, las personas que trabajan o, no van a la escuela, debieron exponerse a una rutina que soportan desde hace un considerable y racional tiempo.

Como “novedad” –tal vez importada de Buenos Aires- ahora también se forman largas colas para tomar un transporte urbano. ¡Una locura! Porque nadie respeta la fila y terminan superponiéndose al que estuvo estoicamente  soportando, casi 45 minutos bajo el sol o la lluvia.Para el caso es igual, porque las “paraditas” son inapropiadas, pequeñas y no alcanzan para albergar una población que este año, se acrecentó notablemente. Debe ser la suba del combustible o, el sistema del estacionamiento medido que también tiene sus falencias…pienso.

Lo cierto es que, la demanda supera las posibilidades de una buena atención del servicio e impide cualquier cálculo de horario laboral o, de otras responsabilidades. Las estaciones de transferencia de “Quaranta y del Campus”, también se muestran superpobladas con gente que parecen hormigas, en busca de su regreso al camino por donde vinieron. Por tanto, llegar allí también es otra odisea que se debe sortear con mucha paciencia. Cabe evidenciar que, sólo una empresa puede usufructuar estas transferencias. De ahí también la parcialidad de mi comentario al respecto.

A todo esto, el sistema de carril exclusivo sobre la calle Junín tiene sus ventajas en tiempos sin estudiantes, porque cuando vuelven las clases, eso se torna intransitable y los colectivos forman largas filas sin poder sobrepasarse. En realidad se pasan igual y disputan espacios, entre las únicas empresas que operan el servicio. Todo se vuelve más lento y el caos se agiganta, cuando esto sucede sumando a los demás automovilistas que andan con pocas pulgas.

Viajar dentro de estas chapas con ruedas, pintadas de amarillo, verde o celeste,es para sufrir deshidratación y sofocación o, aplastamiento de algunos miembros del cuerpo por la falta de espacios o, porque las mochilas  no pueden bajar desde las espaldas…Algo de ironía para que se entienda mejor.

Es heroico la tarea de los choferes, que deben soportar el calor sin aire acondicionado; polvareda en calles terradas y deben estar provistos de una franela para limpiar el parabrisas cuando llueve; una odisea para el conductor. En el caso de la empresa que recientemente cambió de dueños, pareciera que las comodidades son mejores y hasta mejores unidades equipadas con aire.

Ceder el asiento es cosa del pasado. Ya casi nadie, tiene empatía. Tal vez se confundan muchos valores hoy día y todo “se igual”, como dice cambalache. La culpa es de la individualidad y la época del auricular, dirían los expertos. Lo cierto es que se pierden cosas tan simples y de educación básica que da vergüenza ajena.

En fin, la odisea de viajar en colectivo urbano le puede suceder a  cualquier mortal que opte por dejar el vehículo en su casa o, busque equilibrar su economía familiar. El servicio debiera replantearse esta realidad que vive, a diario miles de usuarios en Posadas, Garupá y Candelaria, en definitiva todos pagamos el transporte público. Hay opciones, sólo falta ocuparse del tema y mejorar la comunicación interna.

*Sergio Javier Benítez -DNI 22.674.928

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