Las scolas do samba ya están listas para deslumbrar en el Carnaval de Río de Janeiro

El momento más esperado del carnaval de Rio de Janeiro, el desfile de las escuelas de samba, trae a la pasarela este domingo y el lunes su tradicional exceso de plumas y purpurina, pero también una alta dosis de crítica social y política. Las autoridades esperan que siete millones de personas -incluido un millón y medio de turistas- participen de la fiesta.

Según reseñó la agencia AFP, es el primer carnaval desde que el ultraderechista Jair Bolsonaro fue electo presidente, impulsado por una onda conservadora y grupos evangélicos neopentecostales que no suelen comulgar con los excesos de esta fiesta popular.

En total, catorce escuelas de samba del «grupo especial» -la élite del carnaval carioca- desfilarán por la Avenida Marqués de Sapucaí, popularmente conocida como el Sambódromo, contando una historia a través de la música, la danza y sus disfraces elaborados.

Y están dispuestas a recorrer los 700 metros de la pasarela aunque se cumplan las previsiones de tormentas en este verano tropical. Los desfiles empiezan a las 21H15 y duran hasta altas horas de la madrugada (el último debe terminar, si no hay contratiempos, a las… ¡04H18!), bajo el aliento y los aplausos de más de 70.000 cariocas y turistas brasileños y extranjeros, en una de las fiestas más populares del planeta.

Mujeres, indios, tolerancia religiosa

El plato fuerte de este domingo es la vigente campeona, Beija-Flor. La escuela que el año pasado se coronó con un desfile criticando frontalmente la corrupción y la violencia, preparó para esta edición un enredo autobiográfico, «Las fábulas de Beija-Flor», para celebrar sus 70 carnavales de existencia.

También actuarán las tradicionales Unidos da Tijuca -que contará la historia del pan- y Salgueiro, que homenajeará a Xangó, uno de los dioses del candomblé, patrón de la justicia, que promete traer críticas al sistema judicial brasileño.

El lunes desfilarán las dos mayores campeonas. Una es Portela, que buscará su 23º título homenajeando a la cantante brasileña Clara Nunes, ícono musical de los años 70 y primera artista de su época en defender públicamente las religiones afrobrasileñas. La tradicional escuela cuenta con un ala especial diseñada por el estilista francés Jean-Paul Gaultier.

La otra, Mangueira, la agrupación verde y rosa que ganó su 19º título en 2016 y que entra en la pista con un relato del «lado B» de la historia brasileña, exaltando héroes y heroínas negros, indios y pobres, relegados a un segundo plano en la narrativa tradicional.

Entre ellos recuerda a la concejal negra Marielle Franco, firme defensora de los derechos humanos en las favelas de Rio, acribillada a balazos en marzo del año pasado.

La vicecampeona Paraiso de Tuiuti, que el año pasado fustigó el racismo y retrató al entonces presidente Michel Temer como un vampiro -una crítica a su reforma de los derechos laborales-, este año mantiene el tono de crítica política pero con toques de humor, contando la historia de un personaje folclórico del noreste del país, el chivo Io Io.

Cada escola tiene hasta 75 minutos para desplegar en la Sapucaí entre 2.500 y 4.000 integrantes, así como seis carros alegóricos con fluidez, para deslumbrar a un jurado que puntuará categorías como percusión, vestuario y tema del desfile, entre otros.

Por tercer año consecutivo, los grupos de samba enfrentan restricciones presupuestarias: la subvención que reciben de la Alcaldía se redujo de 1 millón a 500.000 reales.

Marcelo Crivella, un exobispo evangélico electo en 2016, ha evadido una y otra vez participar activamente como sus antecesores en la tradicional fiesta, y este año estuvo ausente de la entrega simbólica de la llave de la ciudad al «Rey Momo», un hombre corpulento y jovial que se convierte en el guardián de Rio durante los días de fiesta.

Fuera del estricto concurso del sambódromo, donde caben unos 72.000 espectadores, se celebra desde el viernes una fiesta más informal, regada de música y alcohol: la de los «blocos» callejeros, que arrastran multitudes disfrazadas en cortejos que toman diversos barrios de la ciudad.

En total, las autoridades esperan que siete millones de personas -incluido un millón y medio de turistas- participen de esta gigantesca fiesta al aire libre.

Están previstos unos 498 desfiles de este tipo, 15% menos que en 2018, cuando fueron 608.

El tradicional Cordao de Bola Preta, por su lado, volvió a congregar más de un millón de personas en el centro de la ciudad, en su desfile número 101.

 

Fuente NTN24

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