Campo Viera: “Si no se mejoran las condiciones de la Agricultura, no habrá futuro en las chacras para nuestros jóvenes”, sostiene el productor y docente rural José Kirilinko

Hijo de pioneros de Campo Viera, abuelo inmigrante y padre agricultor, José Kirilinko es un pequeño productor de yerba mate y té de la provincia, y docente rural en la Escuela N°290. Su chacra tiene una extensión de 25 hectáreas en la zona conocida como “Sección Novena”, ubicada al límite en Campo Viera, entre Campo Ramón y Campo Grande, en la zona centro de Misiones. Destina sus tierras al cultivo de producciones anuales, promueve talleres de huerta orgánica, y mantiene un área de reserva natural donde protege especies como el Loro «Pecho» Vinoso, declarada en peligro de extinción.

 

A pesar de las dificultades económicas que se profundizaron en los últimos años por los incrementos de los costos de producción y los bajos precios que pagan los industriales por la materia prima al productor misionero,  son muchas otras cosas las que alimentan el alma de este agricultor que echó raíces en la zona centro. La actividad cotidiana de trabajar la tierra, se complementa con su actividad de docente en la escuela rural en la que enseña, dicta talleres sobre producción de huertas orgánicas, o retoma energías con el cuidado del “Tajamar” con producción de peces para consumo propio, en un entorno natural que tiene en su chacra ya que sus padres destinaron a la conservación un área de bosques nativos y ecosistema característico de la selva misionera que poseen. Incluso, protegen al Loro «Pecho» Vinoso, una especie en peligro de extinción que habita en su reserva.

 

Pero Kirilinko es inquieto, por lo que incursiona con las tecnologías de la comunicación y destaca aspectos del buen uso de internet. Por ejemplo, se contacta con marcas de fertilizantes de otras provincias para buscar mejores precios de los insumos y nuevas tecnologías, con el objetivo de acercar a la zona productora productos que permitan un mayor rendimiento de los suelos a precios más accesibles para los agricultores de la zona.

 

En redes sociales, Kirilinko comparte la cotidianidad que viven los productores de esa Misiones más profunda, pionera y trabajadora, se actualiza sobre lo que ocurre en la provincia, el país y el mundo, dialoga con productores de otras regiones, pero con los pies bien puestos sobre la tierra colorada, ya que conoce la lucha diaria a la que se enfrenta un agricultor.

 

 

“Me gusta realmente la chacra, así fui criado y así quiero que mi hijo también pueda vivir en el futuro, del trabajo de su tierra, evitar el desarraigo y la pérdida de la cultura del agricultor. En mi caso, me fui a estudiar a los 14 años para recibirme de Maestro, y regresé a la chacra para trabajar con mi familia. Creo que la educación es clave, pero se necesita apoyo para poder salir adelante. Hay que sostener las EFAs (Escuelas de Familia Agrícola), por ejemplo. Son parte importante para profesionalizar el trabajo rural y para preparar a nuestros hijos al trabajo en la chacra. Sin embargo, escuché a muchos que hablan que hay que diversificar y profesionalizar al productor, pero están cerrando escuelas agrarias en algunos lugares del interior. Hay que escuchar la problemática de los colonos y acompañar con medidas que les permitan mejorar su trabajo y su  bienestar, si quieren que los hijos de los colonos, los jóvenes, se queden en las chacras misioneras”,  reflexionó Kirilinko, en la entrevista con ArgentinaForestal.com.

 

En su rol de docente, el agricultor dicta clases de Áreas Especiales en la Escuela Rural N°290 de Campo Viera y trabaja en talleres con los estudiantes y sus familias, en producción de alimentos de huerta orgánica. Cuentan en la escuela con un espacio para la producción de verduras y aromáticas, y acompañan en la chacra a las familias de la zona con un trabajo de asistencia técnica para fomentar el aprendizaje de una alimentación sana con lo que producen en sus propias huertas propias.

 

 

 

Su esposa, Miriam Ruiz, es docente también, directora de la Escuela N°895 de Campo Viera, con quien tuvo un hijo que ya tiene 17 años y está en pleno proceso de definir su futuro. “Aún no tiene definido que hará, está en eso. Nosotros lo acompañamos de cerca.  Yo quisiera que se quede en la chacra. Pero los jóvenes ven a sus padres sufrir y luchar mucho para que ellos puedan estudiar y formarse, y piensan que no hay futuro en la agricultura porque no hay señales de que las cosas cambien para las zonas rurales, cuando todos los pueblos del interior dependen de la actividad de los colonos. Pareciera que nadie ve esto aún”, expresó.

 

En esa línea, puso en valor el trabajo genuino que se genera en el sector de la producción misionera, y recalcó: “El agricultor no compra dólares para irse a Europa, si tiene una mejora en sus ingresos compra una máquina, arregla su tractor, se compra herramientas, invierte en su tierra. Eso genera también un movimiento en todo el pueblo, porque además los agricultores gastan en su pueblo. Lo que pasa en la actualidad es que cada vez hay  menos movimiento en la ciudad, los comercios cierran, porque el trabajo en el interior mermó, la situación del agricultor no es ajena a la crisis que se vive en todo el país”, expresó.

 

 

La lucha por un mejor futuro en las chacras

José Kirilinko demuestra ser un productor inquieto y crítico sobre la realidad que enfrentan en el sector del agro misionero. Cuestiona cuando no se hacen bien las cosas, pero también “aplaude” lo que está bien, aunque lo más importante es que siempre su crítica llega acompañada con aportes constructivos, como marcando un camino a seguir o por donde considera se podrían encontrar soluciones. “Creo que si no brindamos algunas ideas para solucionar el problema, la crítica por sí misma no sirve”, señala en la entrevista, respecto a la actualidad y las débiles políticas agrarias.

 

En ese contexto, indicó que hay una urgencia en estos tiempos para resolver la crisis que sufren los productores. “Si no se mejoran las condiciones de la agricultura, no hay futuro en las chacras para nuestros jóvenes”, admitió.

Si bien conoce personalmente a pocos dirigentes políticos misioneros, sostuvo que al único que escucha y con quien tiene una amistad es con el vicegobernador de la provincia, Oscar Herrera Ahuad, a quien conoce desde que se desempeñaba de médico en San Pedro.

 

De igual forma, de cara a un año electoral en el país -aún sin definiciones de listas- se refirió a sus expectativas y dijo que “hasta ahora no escuché a nadie de la dirigencia política nacional hablar cómo proyectan mejorar la producción o la calidad de vida de la familia de agricultores, ni que incorporen a su equipo a los agricultores, algo que recomendaría para que entiendan de que se habla y cuál es el impacto que tiene las medidas que toman. Puede ser que un agricultor no se exprese de la mejor manera, pero sabe de lo que habla. Si me preguntas cuáles son mis expectativas, sería esa, que los agricultores tengan un espacio en cargos y responsabilidades públicas, ya que veo necesario que la dirigencia política sepa de qué se está hablando cuando se toman decisiones que afectan a los productores y las economías regionales. Hoy el pequeño productor está sufriendo en todo el interior del país, y posiblemente si se les hace participar y se los escucha, puedan tomar mejores decisiones para cambiar esta realidad, que el pequeño productor pueda levantar cabeza, que finalmente se valore el trabajo de la chacra en la Argentina, que en definitiva es lo que moviliza la economía”, expresó.

 

En esa línea, remarcó que cada vez más se están vendiendo las tierras y los jóvenes se están alejando de las colonias, porque no ven un futuro en el trabajo rural.

 

 

 

La utopía del precio justo por la materia prima

 

En febrero comenzaron la cosecha y la preocupación es la incertidumbre en la que se vive con suba permanente de los costos y aumento de todos los servicios. “Por dar algunos ejemplos,  en estos meses, para la presente campaña el precio del té se acordó 3 pesos con 10 centavos, pero los industriales empezaron a pagar 2 pesos con 70 centavos las primeras dos cosechas, y en la actualidad ya bajaron a 2 pesos con 20, algunos a 2 pesos, e incluso otros pagan 1 peso con 50 centavos o hasta 1 peso. Nadie hace nada, nadie interviene, este es el problema que sigue en el sector. Creo aun falta la creación de leyes concretas para que se cumpla lo que el productor debe cobrar por su producción para poder vivir, porque la realidad hoy es que no es rentable ser un productores de yerba mate o té en Misiones”, aseveró.

 

En el caso de la Yerba Mate, indicó que al igual que con el precio del té, no se respetan los precios acordados. “Por ejemplo, de 8,40 el precio establecido, se paga entre 7 y 5 pesos en planta y hasta 150 días de plazo para el pago. No vale nada nuestro producto para cuando nos terminan de pagar, por el incremento de los costos. No se puede planificar nada, siempre se pierde”, explicó.

 

Para llevar adelante su actividad, los productores también tienen compromisos que cumplir ante el INYM, que controla y exige la formalidad de la contratación de las cuadrillas, del transporte de la cosecha, de la combi para el personal  que realiza el trabajo rural, que dispongan de todos los elementos de seguridad. “Todas las condiciones laborales y de logística para una cosecha de yerba mate en condiciones seguras, que nos parece correcto, tiene permanente aumento en nuestros costos, y eso no se traslada al precio que pagan los industriales en el mercado, y mucho menos al precio del producto que se vende en góndola. Si no regulan lo que pasa en el mercado y que nos paguen lo que vale la materia prima, el futuro no es nada alentador”, recalcó.

 

 

Recordó distintas alternativas que durante las últimas décadas fueron implementadas, como la intervención de la Federación de Cooperativas, que estaba representada por el gobierno provincial y que garantizaba que se reciba el precio fijado. “Era una alternativa válida”, opinó. “Entre todos tenemos que lograr la rentabilidad del productor, porque otorgar subsidios es una ayuda, pero es mucho dinero para el Estado. Si se entregan subsidios a los secaderos chicos, igual no llega al productor el beneficio, porque no pagan lo que corresponde por la materia prima. No garantiza que el productor reciba el precio justo. Lo que hay que lograr es que el agricultor pueda trabajar y ganar de lo que produce en forma justa”, explicó.

 

“En la actualidad, el productor termina entregando la producción a muy bajo precio”, insistió. «Esta es la realidad cotidiana que vivimos, y es la que hace que los jóvenes no vean futuro en el agro misionero, que las colonias progresivamente se vayan despoblando, que la entrada económica para la familia de agricultores cada vez se vaya resintiendo más, obligando nuevamente a que vuelva una situación económica insostenible en la que deciden mal vender sus tierras productivas a los grandes industriales», graficó Kirilinko.

 

“Lo más triste, es que los hijos de los colonos terminan de empleados de los industriales, pierden su identidad como agricultores, sus esperanzas de progreso, o terminan por elegir dejar la colonia e irse a las zonas urbana, donde tampoco hay empleo o una salida laboral que mejore sus expectativas a futuro”, lamentó el agricultor de Campo Viera.

 

 

 

 

 

Por Patricia Escobar 

@argentinaforest

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