La efectividad del coaching empresarial

Pedro y Horacio no se hablan, sobreviven como pueden en el mismo espacio de trabajo, porque no les queda otra. Pedro es gerente general de la empresa, en la que Horacio es subgerente a cargo de un área también clave. La falta absoluta de empatía entre ambos y la incomunicación repercute diariamente sobre el desempeño de cientos de personas, pero ellos parecen indiferentes al trabajo en equipo, funcionan como islas, pero sin agua entre medio, ni canales que permitan que se comuniquen.
¿Les suena el ejemplo, les pasa a diario en sus trabajos? Seguramente, sin que los nombres o jerarquías sean exactos. Sucede, y lo cierto es que ya nos pasó en el colegio cuando nos obligaban a hacer equipo con compañeros que no congeniábamos; en nuestra propia familia donde aprendimos demasiadas veces que lo normal es no hablarnos; en el barrio, con vecinos de toda la vida que desconocemos, y también por supuesto, como no puede ser de otra manera, nos pasa en el trabajo. Con la gran diferencia que ya no somos chicos, no podemos cambiar de compañeritos cómo de figuritas; no somos pocos como en casa; y no podemos hacernos los “sotas” como cuando subimos la música a todo volumen y al día siguiente salimos corriendo para no cruzar al vecino. El problema es más grave, muchos otros dependen de nosotros, y estamos a cargo.
Cuando entre dos – o más – colegas eligen no hablarse, ¿algo pasó? Sí y no, depende les diría yo, porque algunos anteponen tantas presuposiciones que ni llegan al saludo, otros intentaron y como no les funcionó se frustraron en los primeros pasos. En el ejemplo de Pedro y Horacio, los motivos de cada uno para no interactuar eran tan largos y frondosos como el tiempo que estaban trabajando juntos. Excusas inútiles que cada parte trataba de sostener con rebuscados puntos de vista no válidos, sin poder resolver el problema de fondo. No se hablaban, no había trato, no avanzaban, y ambos estaban estancados frenando al resto de la organización, usando cada tanto intermediarios espadachines de una guerra larga y fría.
Situaciones como las que comparto con ustedes, con nombres de fantasía para preservar la identidad y privacidad, no se resuelven únicamente con una charla de pasillo, una reunión de personal, una capacitación en comunicación, o un par de visitas a terapia de alguno de ellos. Requieren espacios de acompañamiento individual y conjunto, donde se trabajan las creencias limitantes, la motivación y se aplica un procedimiento de acciones específicas para concretar el trabajo entre pares y con sus respectivos equipos.
El Coaching Ejecutivo es uno de los caminos más eficaces para superar limitaciones de liderazgo. La mayoría de las personas que llegaron a un puesto jerárquico fueron elegidas por antigüedad, o por conocimientos técnicos y operativos, pero no por su capacidad de guiar, formar, o motivar a sus equipos. Durante el proceso de coaching, los ejecutivos hacen conscientes acciones, hábitos, valores, creencias, y juicios que  los limitan, a fin de facilitar procesos de cambio que permitan llegar a las metas que se proponen. La mayoría de las empresas indican que los procesos de coaching ejecutivo mejoran los niveles de rendimiento. Específicamente, el Coaching de equipos incrementa al máximo el potencial de trabajo conjunto, la creatividad, motivación y la empatía, generando así mejores resultados en términos de eficacia y rendimiento de grupos.
Estoy convencida que los límites más grandes están en nuestra mente, por eso muchísimas veces sucede que aunque una empresa contrate Directores o Asesores de Comunicación que diseñen planes de comunicación, los programas y las propuestas no son aplicadas, ni suficientemente comprendidas por el personal. Por otra parte, si no somos capaces de identificar, en primer lugar, quiénes están realmente dispuestos a salir de su zona cómoda para pasar a la acción; y quiénes no, cómo podríamos avanzar hacia la transformación de equipos.
Los líderes no nacen, se hacen, se forman y se preparan. Personal y profesionalmente experimento a diario que la clave del problema no está afuera, no está en otros, depende de nosotros, y empieza con un cambio de percepción acerca de cómo podemos resolver lo que a primera vista es un problema, defecto o falla. Por eso utilizo y recomiendo el uso de herramientas de Coaching a las empresas que buscan expandir sus paradigmas, y pretenden tomar acción sobre lo que sucede en sus organizaciones.
(*) Lic. Sol Jouliá
instagram: @soljouliaok
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