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Una mujer podría enfrentar 14 años de cárcel tras ayudar a su esposo a tener una «muerte digna»

Un hombre británico de 80 años, agotado por una enfermedad degenerativa, viajó a una clínica suiza para morir con la ayuda de su esposa. Envió una dramática carta abierta minutos antes.

Un contador jubilado que padecía una enfermedad neuronamotora envió una dramática una carta abierta a los parlamentarios británicos pidiéndoles que cambiaran la ley sobre la muerte asistida, pocas horas antes de suicidarse. Su mayor preocupación era al destino de su esposa, que lo ayudó en su búsqueda de una muerte digna, a quien la justicia británica podría condenar a prisión.

El jueves por la mañana Geoff Whaley, de 80 años, viajó a Suiza desde el Reino Unido, tomó un vaso de agua con drogas letales en la clínica “Dignitas”, que ayuda a las personas que optan por la muerte digna. Murió pacíficamente en brazos de su esposa y rodeado de su familia.

El contador jubilado, residente en Buckinghamshire, optó por terminar su vida después de perder la capacidad de usar sus manos tras diagnosticado con una debilitante enfermedad que destruye el sistema motor del cuerpo. En diciembre, los médicos le habían pronosticado nueve meses de vida.

Whaley reveló cómo «lloró» cuando su esposa Ann, de 76 años, fue interrogada por policías y le dijo que podía ser condenada con hasta 14 años de prisión por ayudarlo a organizar el viaje a la clínica suiza. Geoff  dijo que la ley actual en el Reino Unido le “robó el control sobre mi muerte» y que “ninguna familia debería tener que soportar el tormento que hemos sufrido en las últimas semanas».

En la carta a los parlamentarios que escribió Whaley decía: «Cuando ustedes lean esto, yo ya estaré muerto». Dijo que la ley británica “buscó castigar a los que intentaban ayudarme a llegar allí” y agregó que “hipocresía y la crueldad de esto es asombroso”. «Quiero inculcarles la angustia que yo y mi familia hemos experimentado, no por esta terrible enfermedad (aunque, por supuesto, esto ha sido increíblemente difícil), sino por la ley contra la muerte asistida en este país”, continuaba en su carta.

Según relató el diario británico The Sun, su esposa le ayudó a reservar vuelos a Zurich y la habitación de un hotel local donde disfrutaron de una última comida junto con sus dos hijos adoptados, Alix y Dominic. Cuando se le preguntó acerca de ayudarlo a “suicidarse”, Ann dijo: “No pienso en eso de esa manera. Cuando tienes un marido tan valiente como el mío, tienes que apoyarlo». Ann le dijo a la BBC

 

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