Arranca el año y sentimos el impulso de CAMBIAR. Solemos decir “ahora sí lo hago», “voy al gimnasio”, “me alimento mejor», “empiezo mi emprendimiento”, “duplico las ventas» y a medida que pasan los meses, volvemos a hacer lo de siempre, para terminar en el mismo exacto lugar. ¿Porqué nos pasa lo mismo una y otra vez, o porqué – en muchos casos – el miedo al cambio es tan grande que ni lo intentamos?
Entender cómo funciona nuestro cerebro, y qué recursos son necesarios para usarlo a nuestro favor es una de las claves para salir del piloto automático y generar nuevos hábitos. Todos tenemos el potencial para cambiar. Nuestro cerebro tiene neuro-plasticidad, podemos modificar lo que pensamos, salir del paradigma “yo soy así, no puedo con esto o aquello”, actuar diferente y obtener los resultados que buscamos, pero necesitamos aprender cómo hacerlo.
Cuántos planes a principio de cada año solemos tener, y ¿cuántos llegamos realmente a cumplir? ¿Cómo descubrir lo que queremos lograr, más allá de todas nuestras “obligaciones” para armar un plan a medida de nuestras capacidades?
Muchas veces nos quedamos a mitad de camino porque planificamos objetivos personales o profesionales y nos olvidamos de revisar qué tan conectados están con el sentido más profundo de nuestra vida, con nuestra misión o propósito. Otras tantas, pretendemos llegar a la nueva meta pensando, sintiendo y haciendo lo de siempre. Y al final de la carrera nos damos cuenta que al haber hecho “lo de siempre” nos encontramos exactamente en el mismo lugar.
Tomar conciencia de cómo pensamos y comprender cómo funciona nuestro cerebro nos da una tremenda ventaja. Nuestras creencias, impactan significativamente en lo que nos pasa limitando o posibilitando cualquier cambio. Si estamos convencidos que nada puede modificarse, que así como nacimos moriremos, que nada depende de nosotros, es altamente improbable que nos involucremos en algún tipo de proyecto que nos obligue a hacerlo. Y cuando las circunstancias se modifiquen – que siempre sucede, porque todo cambia – seremos los primeros en decir que no es posible, y que quien propone el cambio obligado está fuera de sí.
Generar nuevas creencias posibilitantes, para tener experiencias constructivas; tomar conciencia de lo que queremos lograr, y decidir actuar en consecuencia, es tan importante como salir del piloto automático que nos lleva al mismo final.
Somos co-creadores de nuestra propia realidad, no somos meros observadores ajenos a lo que nos pasa. Reinventar un futuro a nuestra medida es posible. Requiere estar dispuestos al cambio, y pagar el precio que sea necesario para dejar atrás hábitos que no suman, o son poco saludables para nosotros y para nuestro entorno.
Compromiso, constancia, conciencia, confianza. Cuatro valores para cultivar, sabiendo que podemos vivir la vida que creemos que merecemos, accionando cada día para lograr lo que buscamos. O podemos elegir padecer la vida sobreviviéndola, como víctimas de la supuesta realidad, convencidos que esta nos supera.
