Alerta en el país por los graves efectos de Tuci, «la nueva cocaína»

Fue creada en Estados Unidos, se puso de moda en Colombia y llegó al país para comercializarse en fiestas electrónicas. Dos gramos pueden llegar a costar hasta $2 mil.

«La droga de moda», reveló Cristian, un joven de 30 años, cuando se le preguntó por el «tuci», o el polvo rosa al que también definió como «la nueva cocaína». Esta sustancia se comercializa y expande en los boliches más caros y en las fiestas más exclusivas de Buenos Aires. Sus efectos son muy nocivos y podrían causar la muerte de quien la consume.

«En los boliches de Palermo no la vas a encontrar ni en pedo», indicó Cristian a Infobae, quien prefirió no revelar su apellido por «miedo a cortarle el negocio a gente complicada». «Yo suelo ir a fiestas electrónicas y ahí la ves con naturalidad. La mueven ahí. Las veces que voy a un boliche en donde pasan cumbia o ‘cachengue’ no la veo. Pertenece a la high society, como decimos entre amigos», agregó.

El doctor Carlos Damín, jefe del área de Toxicología del Hospital Fernández, le explicó a Infobae que el tuci «es la ‘cocaína rosa’ o 2 CB cuyo nombre químico es 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina. Es una sustancia sintética, cuyo efecto es similar al del éxtasis y el LSD».

De allí surge su nombre: «tuci» o «tu-ci-bí», como también lo mencionan, por la denominación en inglés (two cb). «No sé el valor con exactitud, pero sí me han contado que 5 gramos del tuci pueden costar casi 10 mil pesos. Es una droga muy cara», sostuvo Cristian.

En 2017, la droga fue incluida dentro de la lista de estupefacientes ilegales en el país. En el decreto 722/91, el tuci se exhibe en un listado de sustancias prohibidas.

El joven le explicó a este medio que sí la ha probado y que las experiencias fueron diversas. «Por la segunda la dejé de consumir. La primera vez me sentí igual que con otras sustancias de este tipo. Extasiado por decir de alguna manera. Cuando volví a hacerlo me di cuenta de lo tóxica que es esta droga: estuve varios días con vómitos, temí lo peor. Me hizo dejar todas las demás».

«Actualmente está de moda y, según algunos consumidores, esto les genera una sensación de status. Tras consumir 2C-B, el resultado puede variar de acuerdo con el rango de la dosis. Se dice que a los 15 minutos de haber sido inhalada, empiezan efectos psicodélicos parecidos a los del éxtasis. Se experimentan desde tics o movimientos espasmódicos involuntarios hasta alucinaciones visuales», explicó a Infobae Geraldine Peronace, médica psiquiatra y especialista en adicciones.

Para la médica toxicóloga Marta Braschi, «si bien el tuci no es una droga nueva, ya que se la conoce desde 2013», el mayor peligro de este tipo de sustancias «es que no se conocen los riesgos a largo plazo».

En palabras de la especialista del Hospital Alemán y del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, «no se sabe mucho de la calidad de la sustancia; al ser un ‘polvito’ no se sabe con qué la cortan, en general a este tipo de drogas las fraccionan con sustancias de corte que se desconocen». «El ‘laboratorio’ de las drogas sintéticas es el boliche o la fiesta, se prueban en el uso y cuando pegan mal, como suele decirse, las sacan del mercado -reconoció la toxicóloga-. A medida que pase el tiempo conoceremos las secuelas reales».

«El precio hace a la selectividad y al grupo de pertenencia del consumidor», aseguró sobre el elevado costo que se sabe tiene esta sustancia.

A diferencia de la marihuana o la cocaína, las cuales encuentran sus orígenes en plantaciones vegetales, el tuci es el resultado de varios procesos químicos. Finalmente, se comercializa en forma de pastillas o en polvo color rosado.

«Los efectos suelen durar entre 4 y 8 horas y, en total, suelen transcurrir unas 8/10 horas desde la ingesta hasta que se retorna al estado inicial, siempre dependiendo de la dosis y de la persona», agregó Peronace.

El doctor Damín, quien también preside Fundartox, aseguró: «El consumo de tuci produce arritmias cardíacas y cuadros de psicosis tóxicas. Son complicaciones graves, las cuales pueden producir la muerte dependiendo de la dosis y la adulteración de la sustancia».

En otro orden, la médica psiquiatra y presidente honoraria del Capítulo de Drogodependencia y Alcoholismo de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) Verónica Mora Dubuc vio como «problemático» desde el punto de vista del uso de drogas psicoactivas «que la búsqueda está en relación con la hiperestimulación, gratificación, sensación de estimulación». «Esto tiene distintas facetas, algunas biológicas están relacionadas con que el sistema nervioso central genera tolerancia y con el correr del tiempo, para tener una misma sensación, las personas tienen la necesidad fisiológica de buscar algo diferente o más potente», explicó sobre la causa que lleva a los jóvenes a experimentar con sustancias «novedosas».

«Si quieren conseguir la misma respuesta, deben buscar nuevas cosas -advirtió-. Y esto no está dado sólo biológicamente: también tiene una determinación cultural, lo que se observa es que la cultura fomenta e incentiva la búsqueda de sensaciones gratificantes pero previene muy poco o nada sobre los posibles riesgos, sabemos mucho sobre las cosas que estimulan, pero muy poco acerca de cómo cuidarnos de ellas».

De Estados Unidos hacia América Latina

La «droga de la alta sociedad» encuentra su origen en 1974 en un laboratorio de California, Estados Unidos, el cual encabezaba el farmacéutico Alexander Shulgin. Sustancia de diseño, su base radica -como ya se ha mencionado- en los elementos químicos y no en los naturales.

Su auge latinoamericano comenzó con la llegada del nuevo siglo. En 2004, tras haber sido consumida en México, ingresó a Colombia, más precisamente a la ciudad de Envigado, cercana a Medellín. Allí, un hombre perteneciente a la clase baja colombiana comenzó a fabricarla. Lo llamaron «Alejo Tucibí».

Su nombre real es Jorge Alejandro Arboleda, a quien en el departamento de Antioquia lo llamaron «el Pablo Escobar de la droga rosa». Su relación con esta sustancia, según los medios colombianos, se dio luego de que éste creara la versión criolla del tuci. La preparaba en forma artesanal y la vendía en Medellín, con la ayuda de sus amigos.

La envió a Bogotá pero antes a Cali, ciudad en la que tuvo que radicarse luego de ser amenazado por los narcotraficantes de Medellín. Volvió a ocurrirle lo mismo en Cali y así fue como viajó hacia Bogotá, en donde continuó el «negocio». Fue capturado en 2016 luego de que se pusiera en marcha un gran operativo.

 

Fuente: Infobae

AVD

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