Registro de ADN para delincuentes peligrosos: cuál sería su verdadero impacto y cuánto podría influir en las elecciones

Nuestra justicia es deficiente, lenta y colapsada en muchos aspectos. Un registro de ADN es una herramienta, que no va a solucionar todos los problemas que tenemos.

 

Gobernar un país es también gobernar su agenda política. El que puede establecer los temas prioritarios y guiar el interés de la opinión pública, cuenta siempre con una ventaja frente a sus rivales políticos. En vísperas de las elecciones, la apuesta de Cambiemos para fijar la agenda es instalar a la seguridad como uno de los ejes de campaña.

 

Parece una decisión acertada por varias razones. Al gobierno no le conviene que en las elecciones se hable mucho de economía, porque su gestión en ese ámbito fue, por ahora, decepcionante, y los pronósticos para este año son inciertos. Pero la inseguridad sigue siendo una de las principales preocupaciones de los argentinos, y es un área en la que el kirchnerismo, al que se asocia con políticas garantistas, no le puede pelear de igual a igual.

 

Aunque nadie duda de la importancia del tema, los anuncios del gobierno en materia de seguridad resultan cuestionables. ¿Representan verdaderamente políticas de fondo, o son solo gestos de campaña que no tendrán mucho impacto en los índices de delincuencia?

 

 

Entre las principales medidas que se quieren impulsar por vía legislativa, están la baja de la edad de imputabilidad y la creación de un banco de ADN, que reúna muestras genéticas de quienes hayan cometido delitos. Esto último suena un poco a CSI (Crime Scene Investigation, serie de televisión) pero es totalmente factible.

 

Podemos leer que muchos países ya han implementado este tipo de sistemas, particularmente dentro de la Unión Europea. En teoría, estos registros pueden servir para resolver crímenes con mayor rapidez. Pero tenemos que recordar que no vivimos en Alemania ni en Dinamarca, sino en Argentina.

 

Nuestra justicia es deficiente, lenta y colapsada en muchos aspectos. Un registro de ADN es una herramienta, que no va a solucionar todos los problemas que tenemos. Lejos de eso, lo más probable es que una justicia deficiente use tales herramientas en forma deficiente.Si vimos como López introdujo los bolsos en un convento y como en las causas de Lázaro Báez se contaban dólares sin piedad , y si todavía seguimos discutiendo si los cuadernos eran fotocopias u originales …la justicia sigue procesos que no son inmediatos son perezosos

 

Digamos que una muestra genética ayuda a que se capture más rápido a un delincuente, y se lo lleve antes a juicio. ¿De qué servirá eso si se le da una condena inapropiada, o si se lo libera antes de tiempo? En Argentina hay un sistema penal colapsado, que no puede absorber más presos; no importa a cuántos se capture y se juzgue.

 

Esto sin mencionar los usos potencialmente turbios y dañinos que pueden dársele a ese registro de ADN. La pregunta es muy elemental: si la justicia no es confiable, ¿queremos darle más poder? Una verdadera política debería apuntar a fortalecer la institución, a mejorar sus formas de administrar el poder que ya tiene.

 

El problema es que pensar este tipo de políticas suele ser más incómodo y no da un rédito electoral inmediato. El gobierno, por ahora, apela a los gestos, que quizás algún día se transformen en políticas. Un caso análogo fue la compra de 300 pistola táser. Un número muy reducido de armas que, además, se usan en un número muy reducido de situaciones. Nada que vaya a tener un efecto dramático en el delito; sin embargo, se convirtieron en un tema de discusión y el gobierno pudo enarbolarlas como un triunfo.

 

Es posible que, detrás de estas medidas esté también la intención de catapultar a Patricia Bullrich (hoy por hoy, la Ministra con mayor visibilidad en el gabinete) como posible candidata a la vicepresidencia. Es una estrategia electoral perfectamente válida. Pero una política de seguridad debe apuntar a una transformación de fondo en el sistema, pensando no en los próximos meses, sino en años y décadas.

 

(Fuente: Perfil/Eduardo Reina)

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