Reflexión del Pastor Guillermo Decena: El poder de Jesucristo

 

Como hijos de Dios debemos observar la personalidad de Jesús y buscar asemejarnos a él con el máximo de nuestra capacidad, para así brindar la mejor versión de nosotros mismos y para que podamos andar de poder en poder como él anduvo. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.
Salmos 84:7: “Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion.”
 Jesús era el Hijo de Dios y vino a experimentar las consecuencias de la maldición que el Padre había puesto sobre la humanidad cuando Adán y Eva desobedecieron. Él  vino para redimir a la humanidad de aquella maldición, y haciéndolo, se convirtió en hombre. Se hizo «varón de dolores y experimentado en quebrantos», conocedor de la debilidad, pero nunca se dejó vencer ni sucumbió ante ella.  El Mesías intenta decirnos que sabe lo que significaba sufrir, sangrar, ser rechazado, incomprendido y odiado. Por ello se dispuso a hacer todas las cosas que los seres humanos hacemos pero sin pecar, quería darnos el ejemplo de todo aquello que nos mandó a hacer para que encontráramos un modelo para perdonar, obedecer y ser humildes.
Siendo totalmente Dios quiso experimentar lo que era ser humano, de esa manera nosotros tenemos la posibilidad de poseer lo Divino. A través de la Gracia, llenos del poder de su Espíritu Santo, somos hijos de Dios y herederos del poderoso Reino de Dios. Él nos reconcilió con el Padre, nos mostró como ser niños de Dios durante nuestro peregrinar terrenal, nos abrió las puertas del Cielo y envió Su Espíritu Santo como Guía y Maestro.
Debemos observar la personalidad de Jesús y asemejándonos a Él según el máximo de nuestra capacidad, para que andemos de “Poder en Poder” como anduvo Él  (Mateo 28:18,19).  Debemos anhelar parecernos a Cristo e imitarlo en cuanto a los siguientes puntos:
I) SU CARISMA: Una acepción de esta palabra es la capacidad de atraer a la gente para influenciarles para el bien, para que sean sanos y que confiaran  que Dios le amaba. La habilidad de atraer a la gente es conocida como un «carisma» (Mateo 28: 18,19) Cada vez que Jesús aparecía en público, estaba en medio de una multitud.
Es algo que una persona común y corriente no puede explicar -solo sabían que este Hombre era diferente. Tan diferente que parecía dividir a la masa en dos facciones -a favor y en contra. Nadie que conoció a Jesús se fue sin haber cambiado. Muy pocos entendieron que delante de ellos estaba Dios hecho hombre. Esta cualidad divina lo distanció de los demás pero a la vez lo hizo ser cercano y entendible (Juan 12:19). Nosotros debemos aprender este desafío: la gente nos sigue o nos huye, ¿o nos sigue por algún tiempo y luego perdemos “el carisma”?
Debemos entender que el carisma que tenía Cristo y el carisma que tenemos los cristianos es del Espíritu Santo, y puede haber un cierto carisma natural, pero debemos entender que el que permanece en el tiempo es la obra del Espíritu Santo. Debemos también entender que lo que edificamos es sobre la obra de los padres espirituales que nos precedieron. O sea estamos sobreedificando y nuestra obra es probada (1Corintios 3:12 – 14). Entonces, si se quema el carisma era de la carne y no del Espíritu Santo.
Como cristianos, muchas veces nos excusamos y echamos la culpa de nuestra falta de carisma a la gente y al mundo. Parece que hemos olvidado que Jesús nos da ese carisma -el Carisma del Espíritu Santo hace brillar el Amor Divino a través de nuestra vida. Nos ha dado el Espíritu Santo a cada uno de nosotros para que podamos ser por la Gracia lo que Él es por naturaleza -un Hijo de Dios- Luz Divina brillando en un alma humana, Amor Divino irradiándose a través de un frágil recipiente y dando luz a los demás.
Al ponerse de pie frente a unos pescadores que arrojaban sus redes y decirles: «Síganme y haré que sean pescadores de hombres», el sonido de su voz y la mirada de sus ojos hizo que soltaran las redes y lo siguieran. (Marcos 1: 17). Estos hombres estaban fascinados por la amorosa autoridad de un Maestro que enseñaba y no ordenaba con autoritarismo, que amaba primero y esperaba ser correspondido con amor. Su carisma estaba apoyado por la Verdad y por los milagros, porque lo que decía venía del Padre y no había sombra de duda en Sus palabras. Nunca dejó a ninguno especular sobre el sentido de lo que decía, aún cuando las cosas que decía eran casi siempre misteriosas y difíciles de aceptar.
Lo cierto es que en muchos textos bíblicos observamos que Jesús estaba rodeado por las multitudes (Lucas 12:1).
Deberíamos hacer un balance si hay gente que nos sigue, y entender que debemos ser limpiados para dar más frutos.
II) JESÚS ERA LEAL: Jesús era leal con sus apóstoles, incluso sabiendo plenamente de sus pensamientos. Era leal con los discípulos y con el  Padre, cumpliendo su Voluntad, incluso hasta la muerte. En Salmos 12: 1,2
David se queja de una triste realidad, estaba rodeado de gente desleal. Jesucristo enseñó a sus discípulos la lealtad, pero de igual manera Judas pasa a la historia como un ejemplo de deslealtad de traición al líder.
Por eso es necesario que conozcamos la importancia de la lealtad. Esta cualidad está asociada a la fidelidad “alguien leal es alguien que no te da la espalda, ni con actitudes, ni en pensamientos, y es fiel a pesar del tiempo o circunstancias”. Dios premia la lealtad de hombres y mujeres a Dios, al cónyuge, a la familia, a la empresa y a la iglesia. Veamos algunos motivos importantes.
-LA LEALTAD ES FUNDAMENTAL PARA CUALQUIER CARGO EN LA IGLESIA DE CRISTO.
Recordemos que la Iglesia es columna y baluarte de la Verdad. Recuerda que la lealtad es andar con verdad y trasparencia. Nunca la iglesia va a cumplir la misión que tiene sobre la tierra sino se practica la lealtad. Por ello el apóstol Pablo pide que Dios elija a los fieles (1Corintios 4:2).
 -LA LEALTAD PROTEGE CONTRA LA DIVISIÓN: En este sentido, hay que prestar atención a lo que decía Jesús en Mateo 12:30 El que no es conmigo, contra mis es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
La única interpretación de este pasaje es que el liderazgo exige que el discípulo esté con lealtad y en un solo corazón con su líder, sino termina haciendo la contra y desparramando lo que el líder trabajó para juntar.
-PARA PODER EVANGELIZAR: El ministerio y la iglesia crecen de una sola manera: con el poder del respeto, unidad y el trabajo en equipo (Juan 13:35).
III) LA PACIENCIA DE JESÚS:
La vida de Jesús está llena de maravillosas cualidades para imitar. No vino de manera arrogante a acusarnos sino a mostrarnos nuestros errores, y el origen de nuestros principales problemas. Vino como alguien humilde y obediente siervo para enseñarnos a vivir. Nos dice que le siguiéramos sus pasos con coraje y determinación y nos prometió que compartiríamos con Él la Gloria.
Un día tomó un paseo por entre los campos de trigo y sus discípulos empezaron a tomar espigas y a comérselas (Mateo 12: 1-8). Los fariseos aprovecharon la oportunidad para criticar a estos hombres sencillos, pero Jesús se puso a defenderlos.
Vio en los fariseos hipocresía y les recordó que Él era Señor del Sábado. Si sus propios sacerdotes no violaron el Día Santo mientras trabajaban en el templo, tampoco sus apóstoles rompieron la ley por comer de la espigas, ellos estaban con uno que era más grande que el Templo, el Hijo de Dios.
Pero los fariseos nunca aceptaron a Cristo pues usaban la ley y a la gente para satisfacer sus propios propósitos. Sacaron provecho de cada oportunidad para criticar a los pobres y necesitados, porque de alguna manera éstos les hacían sentirse importantes y mejores que el resto de los hombres.
La perfección exterior es más fácil de conseguir que la interior. Dar de sus bienes y guardar la Ley puede hacer a algunos orgullosos y criticones. Todos tenemos una tendencia a juzgar a los demás por nuestra propia cuenta y cuando los demás no se ajustan a nuestras expectativas o a nuestra idea de santidad, somos por lo general duros y sin misericordia.
Jesús nos estaba diciendo que la compasión y la misericordia le son más agradables que los sacrificios de animales que le ofrecían por sus pecados.
En conclusión, debemos darle al mundo lo mejor de nosotros, sin importar lo que recibamos. Pues un día daremos cuentas al Padre por nuestra vida terrenal. Imitemos en el carisma, la lealtad y la paciencia a nuestro Redentor.
Que Dios te bendiga y puedas comenzar este 2019 con más fortaleza y esperanza, con metas y objetivos para mejorar en todos los ámbitos, y que realmente en todo momento el Espíritu Santo te guíe para tomar buenas decisiones y andar este nuevo año de victoria en victoria y de poder en poder.
Pastor Guillermo Decena Centro Familiar Cristiano Eldorado.
Prédicas en vivo los miércoles 20 horas y domingos 18 horas, a través de http://cfceldorado.org/

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