Ella está embarazada, él escapando de Venezuela y decidió caminar 8.000 kilómetros para llegar al parto

Fabiola es una refugiada venezolana que actualmente vive en Bella Vista y está embarazada de siete meses. Hace casi dos meses, su novio arrancó una travesía a pie hasta Buenos Aires ya que pretende llegar para el nacimiento de su hijo.

Hace un año que toda la familia de Fabiola había emigrado a la Argentina pero ella había decidido quedarse porque en Venezuela estaba su novio. «Tuvieron que vender todo lo que tenían para salir: la casa, el carro, todo. En Venezuela, o compras comida o compras un champú, tú decides. En mi familia prefirieron vender todo a morir de hambre», cuenta Fabiola Navarro.

El dinero que lograron juntar les alcanzó para pagar cuatro pasajes en colectivo a la Argentina. Una vez aquí comenzaron a trabajar y lograron juntar 400 dólares para pagar otro pasaje de micro para sacar a la mayor de sus tres hijos de Caracas.

Fabiola se había negado a irse sin su novio Reinaldo Perger pero ambos comenzaron a entender que la situación ya no daba para más. Ella ganaba 4 dólares por mes y ya había tenido que abandonar la universidad: «Estudiaba Relaciones Industriales. Iba a una universidad privada, porque la pública es imposible: los docentes no iban porque no les pagaban, porque habían matado a algún estudiante o porque la inseguridad es tan grave que se metían a robar en plena clase».

El trabajaba de ayudante de cocina en un puesto de comida. «Lo que ganábamos alcanzaba para comer una semana, siempre y cuando comiéramos puros vegetales, nada de carne». Pero no era solo el hambre también la inseguridad comenzó a ser otra preocupación, la habían apuntado y perseguido con un arma de fuego para robarle el celular.

Fabiola se despidió de su novio y decidió venir a la Argentina con el pasaje que pudieron pagarles sus padres en el mes de julio «Vine en bus, sola. Comí galletas y pan durante todo el viaje». Tardó 10 días en llegar a Buenos Aires y al poco tiempo se enteró que estaba embarazada.

“Cuando le conté a Reinaldo se puso como loco. Quería venir y estar conmigo, pero era imposible reunir el dinero para el pasaje». El joven esperó casi cinco meses hasta que llamó a Fabiola y le dijo: «Me voy para allá caminando, no puedo más».

Su novio salió de Caracas hace casi dos meses, no tiene teléfono y es poco lo que Fabiola sabe de él: «Me llamó a comienzos de diciembre. Pidió un teléfono prestado y me dijo que iba por la costa de Perú, que la gente lo ayuda con agua y comida. Que descansa en alguna plaza o duerme en la calle, donde lo agarre la noche. Dijo que había hecho dedo, que un camión lo había avanzado un poco, pero que se había tenido que bajar tan rápido que había dejado el bolso con su ropa. Ahora sí que no tiene nada».

Reinaldo le dijo que estaba ardiendo por el sol, que le sangraban los labios y que tenía los pies hinchados. Y que iba a ofrecerse para pescar en la costa, que eso iba a demorar el viaje, pero iba a permitirle comer y ganar algo de dinero para comprar agua. Nunca habló de abandonar: su cálculo era que le faltaban dos días de caminata para llegar a Bolivia.

El viernes, después de dos semanas de silencio, Reinaldo consiguió un teléfono prestado y volvió a escribir. Ya había entrado a la Argentina: estaba en Salta. Fabiola tiene esperanza de que llegue a tiempo: ya está en el séptimo mes de embarazo y espera un varón que nacerá en un hospital público, en San Miguel.

«Es desesperante, pero le pido a Dios que pueda. No imagino luchar tanto para no poder llegar a tiempo al parto». El 24 de diciembre cumplieron dos años de novios. Fue ella quien eligió uno de todos estos días de silencio para poner una foto con él en su cuenta de Instagram con una leyenda: «Para pruebas de amor se creó la distancia. Te amo vida mía. Pronto juntos».

Fuente: Infobae

 

JP

 

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