A un año vista es indudable que en la economía argentina “pasaron cosas”

Aunque ya nadie se acuerde, este viernes 28 de diciembre se cumple un año de aquella patética conferencia de prensa donde el jefe de Gabinete de Cambiemos, Marcos Peña, anunciaba que la meta de inflación para el año 2018 sería de 15 por ciento, cinco puntos porcentuales por sobre la del 10 por ciento que había anunciado unos días antes el por entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, presente en la conferencia de prensa con el, en ése momento, ministro de Finanzas, Luis Caputo y el de Hacienda, Nicolás Dujovne.

Después, como bien lo explicó el presidente Mauricio Macri en su discurso ante la Asamblea Legislativa del 1 de marzo y en otras intervenciones públicas, “pasaron cosas” y todo se fue al carámbano, las variables que debía controlar el Banco Central no respondieron de acuerdo a lo esperado y nuevamente el presidente lo explicó con una claridad meridiana, “atravesamos una tormenta”.

Hasta el momento de su renuncia, Sturzenegger, continuó luchando denodada e infructuosamente contra las fluctuaciones del mercado y tratando de dar explicaciones en unos informes semanales sobre política monetaria, insistiendo en abril, que la inflación “consolidará su tendencia a la baja”, pero un dólar en ese momento a $ 20.55 y una inflación proyectada anual del 25 por ciento decían otra cosa, muy lejana a las metas del 10 y 15 por ciento de diciembre de 2017.

Aseguraba Sturzenegger en su informe de abril que “el Central considera que la aceleración de la inflación en los últimos meses es transitoria y se debe a los últimos aumentos de precios regulados y a la rápida depreciación del peso entre diciembre y febrero”, para agregar que “una vez superados estos factores transitorios la inflación consolidara una tendencia a la baja” y como frutilla del postre aseguraba que “no prevé en los próximos meses depreciaciones significativas del peso”.

Después de estas intervenciones fallidas vino el primer acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el primer episodio ya que tuvo su remake a los pocos meses por no haber cumplido el equipo económico con las metas pactadas. Entre uno y otro acuerdo Sturzenegger es eyectado de la presidencia del Banco Central donde fue reemplazado por el Ministro de Finanzas, Luis Caputo, aprovechando el Gobierno para eliminar este ministerio (y otros) para dejar el manejo de la economía en manos de Nicolás Dujovne, de muy buena relación con la directora Gerente del FMI, madame Christine Lagarde.

El tránsito de Caputo al frente del Banco Central fue fugaz y errático, a pesar de ser un hombre del riñón del Mercado, toda vez que maneja fondos de inversión tanto en Argentina como en el exterior, pero comprendió que no es lo mismo estar de un lado que del otro del mostrador y así como llegó se fue, pero con un bagaje de información privilegiada que estará en este momento aprovechando para lograr suculentas ganancias especulativas.

Durante la presidencia de Caputo en el Central, se produjo la corrida cambiaria que llevó a una nueva depreciación del peso haciendo saltar la cotización del dólar a los 42 pesos que no logró o no quiso dominar, aunque intervino varias veces en el mercado de cambios vendiendo reservas para morigerar la corrida, aunque desde el FMI, sin decirlo con todas las letras, preferían un “tipo de cambio alto”. Así fue que sugirió al reemplazante de Caputo en el Central, Guido Sandleris una banda de flotación libre del dólar entre un piso de $ 36 y un techo de $ 40 para intervenir en el mercado, mientras no perfore el piso ni supere el techo el BCRA no interviene.

Entre aquel primer acuerdo con el Fondo y el segundo que llegó en septiembre hubo una serie de rumores y trascendidos sobre el destino de varios ministros, hasta del mismo Dujovne que a posteriori, no solo que fue ratificado sino que puso a uno de sus hombres de confianza al frente de Banco Central, Guido Sandleris era su segundo en el ministerio. Todo apunta que las excelentes relaciones de Dujovne con madame Lagarde tuvieron mucho que ver en eso.

Además la aplicación de la vieja receta del Fondo que ya ha fracasado en Grecia; España, Portugal, por nombrar solo algunas de las debacles económicas provocadas por la receta reiterativa de secar la plaza para bajar el consumo y con ello los precios, además de mantener alta la tasa de interés, con el resultado conocido que en este fin de año está padeciendo Argentina, una profunda recesión con una inflación cercana al 45 por ciento anual y tasas de interés estratosféricas.

Resumiendo y sin entrar en detalles, a un año de aquella corrección de la meta de inflación anual para el presente año, vemos que el peso se depreció en un cien por ciento, la inflación cerrará el año por sobre el 45 por ciento y no entraremos en números de desocupación y pobreza porque son cifras inciertas y depende de quién y cómo las mide, sí que como es sabido son desastrosos.

A estos guarismos hay que agregarle hacia el final del año la reaparición que un dato que fue difundido a diario por los medios durante los últimos meses del gobierno de la Alianza en los finales del 2001, el Riesgo País -que es en palabras sencillas el miedo de los inversores de que Argentina no pague sus compromisos internacionales y entre en default-  que está por estos días por encina de los 800 puntos y en alza.

Cabe aclarar que es evidente que Macri no es De la Rua ni el contexto nacional e internacional son similares por eso no hay probabilidades que se reiteren los hechos de diciembre de 2001 ni que la situación social se salga de control.

Como corolario a todas estas vicisitudes y los mensajes contradictorios y herrados como aquel de que “lo peor ya pasó” y el “crecimiento invisible” desmentidos mes a mes por los números del propio INDEC y la realidad percibida a diario, hizo que en una de sus últimas declaraciones públicas, el presidente Macri, reiterando que este es el camino y ratificando el rumbo económico, el 3 de diciembre sostuvo en una conferencia de prensa que “no hacemos más pronósticos”.

 

*Emilio Juri – Periodista MOL

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