Con mucha emoción, Romagnoli se despidió de los hinchas de San Lorenzo

En el Nuevo Gasómetro, el Pipi jugó junto a sus amigos del fútbol en su última función tras 20 años de carrera. “Gracias por todo”, cerró.

 

Leandro Romagnoli, el último gran ídolo de San Lorenzo, tuvo hoy en el Nuevo Gasómetro su partido despedida, una fiesta emotiva y azulgrana que contó con la presencia de familiares, amigos, jugadores, actores, viejas glorias del club y varios miles de hinchas agradecidos.

 

El partido, como suele suceder en estas ocasiones, apenas fue la excusa para que el Pipi, actualmente manager del club, recogiera el cariño merecido, el producto de su siembra durante 20 años de carrera desde que Oscar Ruggeri, hoy presente en la fiesta, lo hiciera debutar en San Lorenzo en 1998.

 

«Adiós a un Cuervo», se tituló la celebración, y miles de hinchas se dieron cita en el Nuevo Gasómetro. La memoria emotiva los impulsó a repetidas ovaciones durante la presentación de los equipos: Sebastián Saja, Bernardo Romeo, el Pocho Lavezzi, Pipo Gorosito, el Beto Acosta, Sebastián Torrico, Tito Villalba, Nacho Piatti, Juan Mercier, Néstor Ortigoza, Edgardo Bauza (DT campeón de la Copa Libertadores 2014, única en la historia de la institución).

 

Una vez que ya estaban todos sobre el campo de juego, arropados por el cariño de la gente y con la conducción del periodista Rodolfo Barili («se va el jugador, queda el hombre, nace la leyenda»), Romagnoli entró a la cancha junto con sus hijas y recibió una ovación maravillosa, emocionante. Momento que se estiró y profundizó el clima con otro video, esta vez protagonizado por su padre.

 

«¿Qué espera uno de un hijo? Esperás que cumpla sus sueños. Esperás que sea feliz. Esperás que triunfe. Esperás que tenga hijos. Esperás que esté cuando se lo necesita. Esperábamos mucho de él. Y nos dio todo», señaló Romagnoli padre.

Sin poder contener las lágrimas, el ex volante le habló al público: «Estoy muy agradecido porque me han tratado de maravillas, me han bancado siempre, en las buenas y en las malas. Todo ese respaldo me hizo resolver las cosas de la mejor manera y eso es impagable. El agradecido soy yo».

 

Después sí, fue la hora del partido. Al calor de la tarde y del afecto los jugadores, más o menos veteranos, se prodigaron por el espectáculo con goles, el mejor regalo que tiene el fútbol. Bergessio dos veces, Piatti, el Beto Acosta, Romeo, Kalinski. Y el Pipi. De penal, una vez; con un golazo, más tarde. El primer tiempo terminó con cuatro goles por lado.

 

Después del entretiempo, en el que hubo un show musical, y ya con el modelo Iván de Pineda y el actor Gastón Soffritti en cancha (ambos fanas del Cuervo), siguieron los goles y las sorpresas. La mayor, sin dudas, fue el ingreso del papá del Pipi, Atilio Romagnoli. No era un hincha de Huracán con la camiseta de San Lorenzo sino la imagen viva del amor sin condiciones.

 

Otra vez Piatti, Ortigoza de penal, otra vez Romeo, Soffritti. El conteo terminó 8 a 7 para el equipo de Romagnoli, al que le esperaban dos obsequios finales: Vicentico (líder de Los Fabulosos Cadillacs, también hincha) le dedicó en vivo «Solo un momento»; y en las pantallas gigantes exhibieron un último video, protagonizado por todos los integrantes de su familia.

 

Entre lágrimas, el Pipi habló por última vez como jugador: «Muchas gracias por haber venido, por estar compartiendo este momento tan lindo con todos nosotros. Tenía muchas ganas de hacer esta despedida, de compartir con todos mis compañeros que son parte de la historia de San Lorenzo y con ustedes, que me bancaron siempre. Muchas gracias por estar acá».

 

Y en la vuelta olímpica con sus hijas se llevó el amor eterno de su gente.

(Fuente:  Télam)

 

 

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