Reflexión del Pastor Guillermo Decena: El poder del Espíritu Santo

 

Detrás del poder sobrenatural del Espíritu Santo hay una gran esperanza que puede transformar vidas, familias, economías, incluso nuestra sociedad. Hay poder en el nombre de Jesús y éste se desata cuando nosotros buscamos sinceramente a nuestro Padre celestial. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

 

“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13) (NVI)

Desde la tentación el poder ha sido buscado por el hombre y la mujer, pero en la búsqueda  de ese poder se ha equivocado en sus caminos. El Poder en la Biblia es hacer algo que nadie puede hacer, es “dunamis” y es algo prodigioso, y desde siempre ha sido codiciado por el ser humano, pues el hombre busca solucionar sus problemas de manera efectiva.

¿Qué significa el término Poder? PODER: dúnamis fuerza (literalmente o figurativamente); específicamente poder milagroso (por lo general por implicación un milagro en sí mismo): eficacia, fuerza, impetuoso, maravilla, milagro, capacidad, dar, poder, poderosamente, potencia, potestad.

Veamos un hecho bíblico en cuanto la codicia del poder de Dios.

SIMON EL MAGO. Simón el Mago se hace creyente. (Hechos 8:9 -25)  Cuando se desata el Poder algo cambia en lo visible, y eso transforma, moviliza, atrae, y por ello es natural del ser humano buscar la esperanza en lo sobrenatural, pretende solucionar sus problemas de manera fácil, viviendo como se le da la gana sin hacer caso al Poder de Dios. Esto lo vemos en muchísimos casos en la sociedad cuando la gente busca ayuda en magos, brujos, hechicerías, para curarse van a lo de “doña tata que cura el empacho…o te cose…o te vence”

Nosotros estamos convencidos de que la gente necesita la esperanza cierta en Dios; la esperanza en el Poder del Espíritu Santo que nos trae una vida llena de alegría que nos sustenta y nos permite crecer en todos los ámbitos.

 

I- EL PODER Y EL PRESTIGIO.

Evidentemente este Simón era considerado un gran personaje. El poder deslumbra y atrae, el mundo entero prendido a lo sorprendente. Hay relatos históricos paralelos a los de la biblia donde se describe a este Simón un hombre que por muchos era considerado Dios. Y fíjese si no fue este el principio del fin.

Cuenta la Biblia que este error lo cometió el rey Herodes:

Herodes el Grande reinó sobre el pueblo judío durante prácticamente las cuatro últimas décadas del siglo I a.C.

Destacó por su eficaz gestión administrativa, por el lustre que dio a Judea, por grandes obras como la reconstrucción del templo de Jerusalén, e incluso por gestos humanitarios como el reparto de grano, comprado de su propio dinero, en una terrible hambruna.

Pero Herodes no supo, o no pudo, conquistar el corazón de sus súbditos judíos: para ellos fue siempre una piedra de escándalo y un motivo de rencor. (Hechos  12:1-5)

Herodes estaba furioso con los de Tiro y de Sidón, pero ellos se pusieron de acuerdo y se presentaron ante él. Habiéndose ganado el favor de Blasto, camarero del rey, pidieron paz, porque su región dependía del país del rey para obtener sus provisiones. (Hechos 12:21-24)

II- LA ACTITUD DE LOS APOSTOLES.

Aparentemente este era un poderoso personaje que tenía influencia entre los gobernantes. Y que era reconocido, era como algunos gobernantes que tiene al brujo o a la bruja de turno y que le influencia.

(Hechos  13:5-11

El bien supremo de la salvación de las almas es lo que hace que no tengamos ninguna atadura en particular con personajes, pues es el evangelio poder de Dios y salvación de Dios.

Jesús siempre enseñaba a hacer el bien sin mirar se te pueden retribuir a cambio, sino ser absolutamente desinteresado.

 

III- EL PRECIO DEL PODER DE DIOS.

“Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero  y les pidió: —Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.  —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero!” (Hechos 8:18-20)

Evidentemente el precio del poder del Espíritu Santo no es el dinero,

Con los diezmos y las ofrendas le pagamos el alquiler al dueño por vivir sobre la tierra, y nos libra de todo espíritu de avaricia, además nos da la autoridad para pedirle a Dios prosperidad material y éxitos para los negocios. Pero para el poder milagroso de Dios debemos observar otras cosas. Veamos la vida de Pedro, que por su sombra se sanaban los enfermos:

  1. a) Ser discipulado, aprender a ser discípulo para ser un buen líder

Por tres años estuvo a los pies de Jesús aprendiendo, ¡observando con un corazón abierto! ¡Distinto de Judas Iscariote que su corazón estaba en sus proyectos! Me parece escucharlo a judas: “hay cosas que no estoy de acuerdo”!

  1. b) Dejar muchas veces lo más valioso.

“Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, mas para Dios todo es posible. ¡Mira, nosotros lo hemos dejado todo por seguirte! —le reclamó Pedro—. ¿Y qué ganamos con eso?   —Les aseguro —respondió Jesús—que en la renovación de todas las cosas, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos para gobernar a las doce tribus de Israel.  Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o terrenos, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.” (Mateo 19:26-29)

  1. c) Aprender de los errores, ser humilde.

Judas le falló y Pedro también, ¡uno tuvo victoria y otro condenación! Lo más importante la actitud de aprender aun de los errores y confiar en la misericordia de Dios.

  1. d) Perseverar.

¡Seguir pidiendo, seguir buscando, seguir golpeando…! Esto es como muchas veces hemos hecho en el mundo, ¡lo bueno que en Reino de Dios es verdad! ¡Y en el mundo hay mucha mentira y engaño!

  1. e) Ayunar y Orar.

“Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era casi el mediodía. Tuvo hambre y quiso algo de comer. Mientras se lo preparaban, le sobrevino un éxtasis.” (Hechos 10:9 -10)

Hay escondido detrás del Poder sobrenatural del Espíritu Santo una gran esperanza que puede transformar  vidas, familias, economías, incluso nuestra sociedad. Hay Poder en el nombre de Jesús y éste se desata cuando nosotros buscamos sinceramente, oramos, ayunamos, nos humillamos y estamos dispuestos a dejarlo todo para desatar la misericordia de Dios sobre la tierra.

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