El marketing de la mano dura

En un discurso en el que habló del bien y del mal en términos casi bíblicos, la ministra de Seguridad de la Nación, la dama de hierro Patricia Bullrich, anunciaba el martes pasado un cambio en los reglamentos internos de las fuerzas federales que les otorga a sus efectivos más libertades para utilizar sus armas de fuego. La reducción del complejo problema de la inseguridad a un conflicto de buenos contra malos sin mayores complejidades y la opción por la mano dura como mecanismo para combatirlo, sonó más como una estrategia de campaña para revertir la caída de la imagen del presidente Macri y de su gestión que como una búsqueda genuina soluciones. Tan es así que la propia gobernadora bonaerense, Eugenia Vidal, descartó rápidamente la posibilidad de que fuerzas de esa provincia aplicaran lo anunciado por la ministra de Seguridad.

 

El Gobierno empezó el año intentando ampliar su base electoral con gestos claros en busca de seducir al esquivo voto progresista, como la apertura del debate legislativo respecto a la legalización del aborto y lo termina dando manotazos para defender su núcleo duro de votantes de centro derecha e intentando aprovechar el efecto Bolsonaro. Lo que hubo en el medio fue un colapso económico de proporciones que se llevó puesto el poder adquisitivo del salario, paralizó a la industria y dejó un tendal de despidos, además de una deuda externa que comprometerá seriamente a la próxima administración.

 

Con las encuestas de opinión mostrando porcentajes cada vez más altos de desencanto con el rumbo económico, el aparato comunicacional de Cambiemos intenta alejar el debate de esa esfera y centrarlo en el combate contra el delito, uno de los pocos aspectos de la gestión de Macri que cosecha buenos porcentajes de aprobación en la gente.

 

En esa lógica, los rumores de pasillo ubican a Bullrich como una de las posibilidades más firmes para acompañar a Macri en la fórmula presidencial que competirá el año próximo. Su imagen se vio reforzada gracias a un operativo de seguridad que permitió que la cumbre del G20 pasara por Argentina sin que se hayan registrado desmanes de proporciones, como sí ocurriera en cumbres anteriores.

 

Muy posiblemente la opinión de la mayor parte de la población, especialmente en los lugares más castigados por la inseguridad como el superpoblado Conurbano Bonaerense o incluso las capitales de las provincias más grades, se inclinará a favor de que los policías tengan mayor libertad para ejercer violencia contra delincuentes en flagrante delito, una muestra de eso ya lo dieron las encuestas relacionadas al caso Chocobar.

 

Sin embargo la apuesta es arriesgada. Nadie sabe cómo podría reaccionar la opinión pública si un policía abriera fuego por error contra algún inocente en una situación confusa o si una bala perdida se colara por alguna ventana y terminara matando a alguien.

 

La doctrina de mano dura que impulsa Bullrich generó rechazos en el plano jurídico, incluso un juez porteño la declaró inconstitucional, pero también provocó resistencia dentro de la fuerza de gobierno. La voz disidente que volvió a sonar con fuerza dentro de Cambiemos fue la de Elisa Carrió, que dejó un mensaje explosivo en su cuenta de Twitter: “No vamos a ir al fascismo”.

 

Lejos de intentar disciplinar o confrontar con la chaqueña, desde la cúpula del Gobierno entienden que tener una voz crítica interna tan sonora como la de Carrió sirve para que la parte del electorado de Cambiemos con una inclinación más progresista, que no se identifica con medidas como la que dispuso Bullrich, encuentren dentro de la fuerza una figura con la que puedan sentirse identificados.

 

Reactivación lejana

 

La intención del Gobierno de correr del centro del debate a la economía se entiende a partir de la debacle pronunciada que transita el país en esa materia. El último dato de actividad económica difundido por el INDEC data de septiembre y marca una caída interanual de 5,8%, una enormidad. Datos difundidos esta semana muestran que en la comparación interanual de noviembre, la recaudación corrió 12 puntos por detrás de la inflación pese a que se agregaron retenciones a las exportaciones, lo que da cuenta de una brutal caída del consumo.

 

Durante un seminario realizado el jueves para conmemorar el 31° aniversario de la regional NEA de la Fundación Mediterránea, los economistas Marcelo Capello y Gustavo Reyes, ambos del instituto Ieral, desestimaron la posibilidad de que la economía revierta su proceso de caída antes del segundo semestre del año próximo y anticiparon que las inversiones en economía real seguirán ausentes durante todo 2019.

 

Para el investigador mendocino Gustavo Reyes, las tasas de intereses seguirán siendo muy altas durante varios meses más. Dijo que la economía argentina “viene de sufrir un ACV” y razonó que una a patología tan delicada necesariamente le sigue una convalecencia prolongada. Siguiendo con los eufemismos de la medicina, Reyes indicó que para mitigar la grave enfermedad sufrida, la economía debió someterse a un tratamiento radical con una medicación muy fuerte, como la morfina, pero advirtió que un tratamiento de ese tipo no puede prolongarse mucho sin generar efectos devastadores.

 

Para el caso de la economía argentina, las tasas de interés altísimas que convalida el Central vendrían a ser la morfina que resultó útil para contener la enfermedad –la corrida cambiaria- pero que perjudicaría si no se consiguiera bajar su dosis.

 

Los empresarios del auditorio, muchos de los cuales deben enfrentar por estos días costos financieros insólitos para poder operar, asentían con la cabeza cuando Reyes afirmaba que “las tasas de interés son el gran drama de la Argentina” y suspiraban con aires de resignación cuando les advertía que resultará muy difícil que bajaran significativamente en los próximos meses.

 

Para el economista, la clave pasa por las expectativas que tenga el mercado respecto a la devaluación del peso que –siempre según el mendocino- sería el elemento más relevante en la evaluación de riesgo que hacen los inversores financieros a la hora de plantearse la posibilidad de posicionarse en moneda local.

 

El razonamiento es sencillo, si los especuladores creen que obtendrán mayor rentabilidad con alguna inversión en pesos, lo más probable es que entren dólares a apostar al carry trade y eso despeje cualquier amenaza respecto al tipo de cambio en el corto plazo, pero si las opciones de inversión en pesos no consiguen competir con el dólar, puede ocurrir lo contrario, es decir que los que estén posicionados en pesos se pasen al dólar.

 

“Si no bajan expectativas de devaluación, eso podría afectar evolución de los depósitos que podrían no renovarse, obligando a los bancos a pedir la plata que tienen depositada en el Banco Central en Leliqs. Lo cual para el Central sería un problema importante porque se comprometió a no emitir pesos”, señaló.

 

El problema es que a los ojos de los inversores financieros, Argentina es una economía especialmente riesgosa lo que la obliga a compensar ese riesgo con tasa de interés, de manera que la única forma que baje la tasa, es que baje el riesgo.

 

“Si uno quisiera traer dólares e invertirlos al país exigiría a esa inversión que cuanto menos rindiera lo mismo que rinde en un país seguro como Estados Unidos, más una prima por el riesgo de estar dentro de los países emergentes y una sobretasa por ser uno de los países más riesgosos dentro de los emergentes. A eso hay que sumarle lo que se espera que se devalúe el tipo de cambio para poder compararlo con las tasas de interés en pesos”, analizó.

 

El economista explicó que cuando inició el plan Sandleris, las tasas de interés en pesos se ubicaron en niveles muy superiores a la rentabilidad esperada de una inversión en dólares aun tomando en cuenta los factores de riesgo, eso permitió que el Central pudiera bajar esa tasa más de 10 puntos sin que corriera el tipo de cambio, pero ahora ese margen ya no existe, por lo tanto no puede esperarse que la tasa siga bajando con la misma velocidad.

 

“Lo que pasa ahora es que la rentabilidad esperada en dólares empieza a ser igual o incluso levemente más alta que la tasa en pesos, entonces el dólar empieza a reaccionar que es lo que vimos en los últimos días y de acá para adelante cualquier baja en las tasas va a repercutir en el dólar”, dijo Reyes.

 

Por su parte, Capello advirtió que aun frente al escenario más optimista entre los posibles, es decir que el gobierno lograra bajar la inflación y cumpliera con la meta de déficit primario cero el año próximo, la necesidad de apelar a la austeridad no se terminará después de 2019, ya que el año siguiente llegará menos dinero del FMI y aumentará la incidencia de los pagos de la deuda, lo que profundizará el déficit financiero y con ello la necesidad de seguir ajustando.

 

El economista cordobés calificó como de “mala calidad” al ajuste que está ejecutando el Gobierno nacional, porque la mitad se aplica a través de una suba de impuestos, otra gran parte en recortes en inversiones de capital y muy poco en materia de gastos corrientes del Estado.

 

Indicó que el año próximo el Gobierno deberá volver a abrir el mercado voluntario de crédito para el país porque con los dólares que llegarán del FMI no alcanzará para cubrir los vencimientos de la deuda, especialmente los de 2020. Advirtió además que aunque se lograra volver a abrir el crédito para Argentina, no hay que esperar inversiones en la economía real. “Primero por una incertidumbre política y porque las tasas de interés son altísimas, lo que habrá son inversiones financieras pero no productivas. No va a ser la inversión la variable que el año que viene pueda sacar a la economía de la recesión, podrían ser las exportaciones y si el salario le gana al menos por algunos puntos a la inflación también se podría recuperar al menos un poco el consumo masivo que hoy está muy caído”, dijo.

 

Más pobreza

 

La semana que viene se difundirá el relevamiento del Observatorio de la Deuda Social de la UCA sobre el tercer trimestre de este año: según trascendió, marcaría un aumento de unos cuatro puntos y rozaría el 32% de pobreza en sus propias mediciones. En la semana que termina Unicef difundió otro informe duro relacionado a la pobreza multidimensional en Argentina y reveló la profundidad que tiene este flagelo entre chicos y adolescentes: 48% de los menores de 18 años son pobres.

 

La oscuridad estadística impuesta por el kirchnerismo complica la tarea de trazar una línea de tiempo, pero se estima que la pobreza general podría ser calculada alrededor del 29% al concluir el mandato de Cristina, cifra que aumentó a 32% en el primer semestre de 2016 y bajó a 30,3% al final de ese año. A fines de 2017, el registro fue de 25,7% y ya en la primera mitad de 2018 llegó a 27,3%.

 

La megadevaluación y la escalada de la inflación tuvieron un efecto directo en la pobreza que en el tercer trimestre habría aumentado más de cuatro puntos y nada indica que esa tendencia pueda revertirse al menos hasta el final del año en curso.

 

Golpe a la clase media

 

Contradiciendo su promesa de eliminar el impuesto a las ganancias, el Gobierno nacional volverá a aumentar su incidencia el año próximo. Luego de un 2018 que cerrará con una inflación que rondará el 48%, el Gobierno nacional anunció que para el año próximo el mínimo no imponible de ganancias aumentará 28,29%, lo que lo llevará a 38.300 pesos para solteros sin hijos.

 

El nuevo mínimos no imponible para un trabajador casado sin hijos pasará a ser de 44.458,32 pesos (hoy es de $34.654,54) y para un casado con dos hijos, de 50.677,77 pesos (hoy es $39.494,71).

 

Lejos de eliminar el gravamen, desde que Macri asumió en 2015 la cantidad de trabajadores que pagan ganancias aumentó en 700 mil y se espera que el año próximo, cuando se cierren las paritarias del primer trimestre, esa cifra se incremente aún más.

 

Leve mejora en la imagen de Macri

 

Según un sondeo de opinión de la consultora Ricardo Rouvier y Asociados, la imagen del presidente Macri durante noviembre registraba una caída paulatina, pero hacia el cierre del mes comenzó a mostrar una recuperación en coincidencia con la realización de la cumbre de presidentes del G20 en Buenos Aires. “Pudimos observar realizando un corte al 3 de diciembre, que la opinión positiva de Macri trepaba al 42,2%, pero considerando el promedio mensual, se ubica en 39,2% mientras que la opinión negativa es de 57,3%”, indica la encuesta.

 

Las expectativas sobre un mejoramiento de la economía se mantienen estables pero muy bajas (21%) y por el contrario es alta la expectativa inflacionaria, aunque merma levemente durante noviembre, señala el trabajo.

 

“Este mes hemos incluido en nuestra medición nacional, una variable para evaluar la sensación de la opinión pública en relación a la futura elección presidencial. El 47% de la población cree que Cristina Fernández de Kirchner será la próxima presidente si en el escenario compitieran ella, Mauricio Macri y Sergio Massa. El actual mandatario reúne una expectativa del 21% mientras Sergio Massa sólo del 7%”, consigna la encuesta.

 

En relación a la intención de voto, el escenario observado por Ruovier no mostró variaciones significativas: un 60% del electorado se divide entre el voto a la expresidenta y al actual presidente, mientras Massa capta hoy al 10% del electorado. CFK se ubica primera y crece un poco más de dos puntos, mientras que Mauricio Macri se mantiene estable con respecto a octubre, pero las pequeñas variaciones que se producen están contempladas dentro del error muestral. El voto en blanco, la no concurrencia y los indecisos suman un 20%.

 

El escenario de ballotage entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri sigue en una marcada paridad. “Las proporciones indican un empate técnico, con un leve descenso del porcentaje de Mauricio Macri. Aquí también hay que destacar que los que manifiestan que no votarían a ninguno más los indecisos suman más de un 23%”, indica el trabajo.

 

Buena sintonía

 

El jueves volvió a visitar la provincia el ministro del Interior Rogelio Frigerio, uno de los interlocutores más efectivos entre los gobiernos nacional y provincial. Durante una serie de inauguraciones que compartieron, el gobernador Hugo Passalacqua y el funcionario nacional cruzaron elogios públicamente y destacaron la voluntad de ambas administraciones de buscar soluciones concretas para la gente sin atender cuestiones de colores políticos.

 

Desde el Gobierno nacional reconocen a Misiones como un aliado valioso y confiable que supo respetar los acuerdos en momentos difíciles como la votación de la reforma previsional el año pasado, o más recientemente el proyecto de presupuesto.

 

La buena valoración que reserva el Gobierno nacional para su par misionero volvió a dejar descolocada a la pata radical de la alianza Cambiemos en Misiones, cuyos dirigentes reclaman a los funcionarios nacionales una actitud menos amistosa con el gobierno de la renovación porque entienden que de ese modo tendrían mejores chances electorales en 2019.

 

Dentro de Cambiemos preocupa la irresolución de la interna del radicalismo, primero suspendida y después judicializada en una acción que puso en duda la transparencia de todo el proceso.

 

La buena sintonía con el Gobierno nacional también generó repercusiones dentro de la renovación. El diputado provincial Lucas Cácerez, quien integró la lista oficialista provincial en 2015 como parte de Frente Para la Victoria que en aquella oportunidad había formado alianza con la renovación, hizo rancho aparte y creó el bloque unipersonal Unidad Ciudadana.

 

Desde la conducción del partido que gobierna la provincia recibieron la noticia con alivio, la interpretaron como una depuración que le quita a la renovación el peso de cargar con posturas propias del cristinismo más combativo que no se condicen con el tipo de liderazgo que ejercita la fuerza provincial, que prioriza el diálogo y la construcción.

 

La atención la semana próxima estará concentrada en la Legislatura, donde el lunes se eligen autoridades. Todo indica que el actual presidente, Carlos Rovira, será reelecto así como el primer vicepresidente, Orlando Franco. Quedará por definir quién ocupará la vicepresidencia segunda, cargo que quedará en manos del bloque de Cambiemos, lo más probable es que siga allí Jorge Ratier Berrondo, del PRO.

 

A pocas de semanas de finalizar 2018, Misiones consigue cerrar sus cuentas en equilibrio gracias a una administración austera que logró llevar el barco a buen puerto a pesar de una tormenta que por momentos fue por demás agresiva. Además logró impulsar diferentes medidas tendientes a reactivar el consumo, severamente castigado por una reducción general en el poder adquisitivo del salario. No fue con anuncios grandilocuentes, más bien con medidas pequeñas pero creativas, programas concretos, decisiones muy meditadas y ejecutadas con precisión de relojero.

 

Programas desarrollados en conjunto con el sector privado bajo la premisa del esfuerzo compartido, como los Ahora en todas sus versiones, créditos blandos orientados a sectores particulares, asistencia puntual a emprendedores, formaron parte de un pack de medidas que sostuvo a la provincia en actividad en un contexto absolutamente desfavorable.

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