«Yo ya no existo»: la frase con la que el médico Hugo Salazar de Risco dejó El Alcázar, donde todos creían que era un asesino

«Yo ya no existo». Con esa frase el médico peruano Hugo Fernando Salazar del Risco se despidió de El Alcázar. Sabía que no volvería jamás, luego de que lo acusaran de haber sido el autor del atentado explosivo que le costó la vida a Jorge Daniel «Pelado» Brítez (11) el 15 de octubre de 1998. El adiós se produjo cuando decidió vender su casa, apremiado por la estrechez de ingresos que estaba poniendo en apuros a su mujer y a sus hijas. Quien había sido el único doctor del pueblo, se iba por la puerta de atrás, sin recursos y con el cartel de asesino en la espalda.
«Le compraron la casa para hacerle un favor. Vendió porque ya no podía volver acá. Además su familia ya estaba pasando necesidades», contó una vecina del pueblo con buena memoria.
La falta de una coartada fuerte, el hecho de que la deflagración no apuntara a la casa (supuesto blanco del ataque) y las inconsistencias en el relato de Salazar del Risco terminaron de convencer a los pobladores que había sido el ideólogo de la barbarie.
El médico estuvo en el velorio de Pelado y fue hasta el entierro. Pero allí, en el cementerio, un tío del chico lo increpó delante de todos: «Andate de acá, vos fuiste el que colocó la bomba». El peruano, sin decir nada, se marchó del sepelio.
Salazar del Risco fue médico de todo el pueblo. A los Brítez también los atendió. Era una persona de confianza para la familia de Pelado. «No entendemos por qué lo hizo», le dijo a EXPEDIENTES, el programa policial y judicial de Misiones Online Tv, Jorge «Totó» Brítez, padre del nene fallecido.

La otra víctima
Maximiliano Piris era el amigo inseparable de Pelado. El día en que explotó la bomba, él estaba a su lado. Se salvó de milagro, pero quedó con secuelas físicas, en las piernas y en el rostro. Hoy el tiene más de 30 años y quienes lo conocen afirman que sufre en silencio, más cuando llega la fecha aniversario del atentado. «Siempre anda con una gorra, no quiere mostrar el rostro, se encerró mucho en sí mismo», contó una familiar de Pelado.
«Pobre chico. Nunca pudo acercarse a hablar conmigo. Siento que me quiere decir algo, pero cuando lo veo apenas me hace un gesto de lejos. Él era muy amigo de mi hijo, siempre estaban juntos», añadió Totó.
Pelado era muy cercano a su entonces maestra de cuarto grado. Ella, después del atentado, renunció y se fue del pueblo. El dolor era demasiado grande para seguir frente a esa aula, donde los pequeños habían quedado desconcertados.
En 2000, Salazar del Risco fue juzgado y absuelto por el Tribunal Penal Uno de Posadas. El fallo luego fue anulado. Se ordenó un nuevo juicio, pero el médico ya no estaba en Misiones. Tal como había anunciado, ya no existía en Argentina. Había empezado una nueva vida en Perú.

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