La humanidad del G 20

La sociedad vastamente en las últimas décadas, ha visto florecer la unión en momentos críticos al plasmar con asistencia humanitaria a toda índole de catástrofes climáticas, ambientales y bélicas.

En el año 2008, gracias a la crisis financiera derivada del propio sistema, quedó demostrada la humanidad del G 20 con la unión de estados que representan dos tercios de la población mundial, el 90% del producto interno bruto y el 80% del comercio mundial. Grupo conformado por Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, México, República de Corea, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Turquía, el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

“Una única salida de la actual crisis global sólo puede lograrse juntos, evitando soluciones marcadas por el egoísmo nacionalista o el proteccionismo”, fueron algunas de las palabras del papa  Benedicto XVI al primer ministro del Reino Unido Gordon Brown, 2009; recalcando la necesidad de “puntos de referencia” como las Naciones Unidas, los programas y las organizaciones asociadas y los organismos regionales, a fin de lograr soluciones verdaderamente universales y duraderas en beneficio de todos.

En el año 2013, el papa Francisco en su carta al Presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin, solicitó a los líderes de los Estados del G20 que no permanezcan inertes, e indicó que la economía mundial podrá desarrollarse realmente mientras sea capaz de permitir una vida digna a todos los seres humanos, ancianos, niños aún en el seno materno, y todo habitante de la tierra por más recóndito lugar que pertenezca o difícil situaciones que viva.

En el 2014, el mismo papa, envió su tradicional misiva al primer ministro de Australia Tony Abbott solicitando a los Estados miembros del G20 que sean ejemplo de generosidad y solidaridad a la hora de hacer frente a las numerosas necesidades de las víctimas de los conflictos bélicos, especialmente de los refugiados. Acentuando que “una mentalidad en la que las personas son descartadas, en último término, jamás alcanzará la paz y la justicia”.

Tres años después, en su carta a la Canciller de la República Federal de Alemania Angela Merkel,  presentó al G 20 el documento programático de su Pontificado dirigido a los fieles católicos, la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, con sus cuatro principios: 1) el tiempo es superior al espacio (dada la gravedad y complejidad de los problemas del mundo, no hay soluciones inmediatas y completamente satisfactorias, por lo que deben generarse procesos con prioridad absoluta a los pobres, los refugiados, los que sufren, los desplazados y excluidos, sin distinción de nación, raza, religión o cultura, y rechazar los conflictos armados). 2) la unidad prevalece sobre el conflicto (la guerra nunca es una solución; es una contradicción trágica e incoherente donde coexisten una unidad aparente en los foros comunes con fines económicos o sociales y una idea persistente deseada o aceptada de enfrentamientos bélicos). 3) la realidad es más importante que la idea (Las trágicas ideologías de la primera mitad del siglo XX han sido sustituidas por las nuevas ideologías de la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera (EG, 56) dejando un doloroso rastro de exclusión y de descarte, e incluso de muerte). 4) el todo es superior a la parte (los problemas deben ser resueltos en concreto con soluciones duraderas con una visión amplia, considerando las repercusiones y respetando opiniones y pareceres).

El objetivo del G20 y de otras reuniones anuales similares es resolver pacíficamente las diferencias económicas y encontrar reglas financieras y comerciales comunes que permitan el desarrollo integral de todos, para cumplir la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (cf. Comunicado del G20 en Hangzhou).

En Buenos Aires, ha tenido lugar el Foro Interreligioso G20 que aportó experiencias religiosas y filosóficas aplicables a las cuestiones sociales a días de la Cumbre del G20. Un Foro que demostró la fecundidad del consenso a través del diálogo, y la búsqueda de un desarrollo justo y sostenible que asegure un futuro digno para todos. Un diálogo que no significa renunciar a la propia identidad (Evangelii Gaudium, 251), sino estar dispuestos a salir al encuentro del otro, a comprender sus razones, a ser capaces de tejer relaciones humanas respetuosas, con el convencimiento claro y firme de que escuchar al que piensa de modo diferente es ante todo una ocasión de enriquecimiento mutuo y de crecimiento como lo indicó Francisco.

En su mensaje enviado a los participantes en el Foro Interreligioso G20 reiteró: “Cualquier intento de buscar un auténtico desarrollo económico, social o tecnológico, ha de tener en cuenta la dignidad del ser humano; la importancia de mirar a cada persona a los ojos y no como un número más de una fría estadística”.

Está en nosotros, tener presente hechos como el Holodomor de Ucrania, y poseer la convicción de que el hombre es el centro y fin de toda la vida económico-social”.

Notar que el foro de Davos 2019, estará comprendido coincidentemente por la fecha de la JMJ Panamá lo que nos lleva a ejercer nuestros deberes como “buenos cristianos y honrados ciudadanos” tal lema de Don Bosco, contagiando la alegría en cercanía, y tendiendo a sociedades fraternales, justas y pacíficas al poner en práctica los cuatro principios de la Evangelii Gaudium: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea, y el todo es superior a la parte.

“Las finanzas, el comercio y los sistemas de producción son creaciones humanas contingentes que, si se convierten en objeto de fe ciega, llevan consigo las raíces de su propio fracaso”, Benedicto XVI.

*Gabriel Alsó, ex alumno salesiano

 

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