Se cumplen 75 años del bombardeo al Vaticano

Estamos en Noviembre, se cumplen 75 años del bombardeo al Vaticano en plena segunda guerra mundial. Hora de la cena, y un avión con 5 bombas en busca de radio vaticano provoca una acción única en la historia.

Por Gabriel Alsó, ex alumno salesiano

Un hecho condenado por Mussolini bajo el papado de Pío XII, y que en su momento no tuvo autoría reconocida. Tras varios días de primera plana en los medios, el papa solicitó silencio; en aquellos momentos, el futuro Pablo VI ocupaba la Secretaría de Estado.

El autor Augusto Ferrara en su libro “1943 bombas sobre el vaticano”, señala la autoría hacia el dirigente fascista Farinacci, un anticlerical que fue ejecutado en 1945 por partisanos.

En nuestro continente, países hermanos como Colombia y Chile han sufrido mutilaciones de imágenes de cristo; en particular la iglesia de este último, ha sido la más afectada en los medios debido a la conducta de su cúpula. Francisco ya ha diferenciado bien la Madre Iglesia, de sus religiosos.

Como plagas, indicó, existen densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida, que ejercen injusticia e inequidad social y son corruptoras de los intereses personales o grupales, consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; poseen irrespeto por la vida humana, sed de venganza y odio. “A todas esas tinieblas Jesús las disipa y destruye con su mandato en la barca de Pedro: Navega mar adentro”.

Debemos estar atentos a estos “camuflados bombardeos” y defender la vida por nacer, la de nuestros ancianos y a la familia ante la ideología de género que como niebla va copando países por detrás de las reinvindicaciones de los derechos de la mujer. Existen legislaciones de organismos domésticos, y ayudas de organismos y agencias internacionales que fomentan el aborto, el acceso a una amplia gama de métodos anticonceptivos, la diversificación de género y hormonización a pequeña edad, la esterilización y el poliamor. Temas que gracias a la cantidad de espacio en los medios, se han “posicionado” en el continente.

Gabriel García Márquez, premio Nobel 1982, mencionó que es posible «una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir..”.

El papa Francisco en su encíclica Laudato Si (LS50) de mayo 2015 cita: “No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de salud reproductiva”; meses después en su visita a las Naciones Unidas (quinta visita de un papa) sin reparos aseveró:“Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”.

“El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

La modernidad tecnológica se ha convertido en un inmenso mar sin fronteras y otorga una poderosa herramienta a los medios de comunicación para acentuar las diferencias y discrepancias en lugar de hacer foco en las coincidencias, facilitan la pérdida de culturas autóctonas en cada región y ejercen un “goteo” permanente de una sutil formación de opinión.

Hoy los jóvenes se encuentran interconectados sin necesidad de habitar un único espacio físico y transcurren hiperconectados y comunicándose desde otro paradigma en un tiempo “atemporal”, nos indica el hermano salesiano Ariel Fresia.

Los medios de comunicación pueden ayudar a una mayor cercanía entre unos y  otros, a percibir un renovado sentido de unidad de la familia humana, más solidario y comprometido por una vida más digna. “La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia, las tres juntas son esenciales para construir la paz”.

Hace unos días el papa Francisco agradeció a periodistas de un Instituto Alemán por su dedicación a las personas, por llamar injusticia a las injusticias, y hablar de cosas bellas que colocan a las personas en el centro a pesar que no salen en portadas de medios; por su tarea periodística con estilo cristiano de personas para las personas, actitud positiva hacia la persona y ética en el uso de las redes sociales. Instituto que aportó decenas de cardenales.

Así como Francisco solicita que las redes sociales no anulen la propia personalidad, sino que favorezcan la solidaridad y el respeto; Benedicto XVI en su último año aconsejó saberlo usar con sabiduría considerando también las insidias que contiene, en particular el riesgo de la dependencia, de confundir el mundo real con el virtual, de sustituir el encuentro y el diálogo directo con las personas con los contactos en la red.

Es fácil dejarse llevar por una opinión común, por un pesimismo que despeja el camino para el maligno y por un mero consumismo de bienes y noticias; la verdadera civilización no se mide sólo por el progreso económico, sino, sobre todo, por el desarrollo humano, moral y espiritual de un pueblo.

Tengamos presente la multifacética modernidad del bombardeo; pues Francisco nos alerta de un serio peligro en ciernes para América Latina: terminar en un “Dios sin Cristo, un Cristo sin iglesia y una iglesia sin pueblo”.

“Si la eternidad es nuestro horizonte de hombres hambrientos de verdad y sedientos de felicidad, la historia es el escenario de nuestro compromiso diario”, Juan Pablo II.

Está en nosotros vivir con pasión una iglesia sinodal, releer las bienaventuranzas y Mateo 25, caminar apasionadamente junto a religiosos y consagrados, y como la virgen María, mantener actitudes de escucha, decisión y acción. Estar cerca de los demás y gastar la vida por ellos enseñándoles a “nutrirse de las desavenencias” destilando problemas, conflictos y confrontaciones para convertirlos en nuestro combustible y coincidir con las palabras del papa, y no permitir que “las cosas “vayan como van” o como algunos han decidido que deben ir”.

 

www.vatican.va – www.infoans.org

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