El relato de Nahir Galarza: reveló qué pasó la noche en que murió Pastorizzo

La joven sentenciada a cadena perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo recordó su violenta relación con la víctima.

Nahir Galarza está detenida en la cárcel de mujeres de Paraná, en su Entre Ríos natal. Enfrenta una condena de cadena perpetua por el crimen de lo que la justicia determinó como su novio: Fernando Pastorizzo.

 

Sin embargo, en su extensa declaración, que consta 13 páginas la joven desestima esta versión y ahonda no sólo en las otras relaciones que mantenía. También habla del permamente hostigamiento al que era sometida.

 

Nahir dijo haber conocido a Pastorizzo después de una fiesta de 15. Y que se vieron en varias oportunidades. Un par de meses después ya notó los primeros indicios de violencia en una salida: » él se empezó a poner más agresivo y yo me enteré que estaba en el tema de la droga digamos, no me gustó eso, así que decidí alejarme, y es más, yo lo bloqueaba simplemente porque no me gustaban esas cosas».

 

Los bloqueos en Whatsapp derivaban en cientos de llamadas que Nahir no contestaba porque no quería discutir. «Me decía que yo había tenido la culpa de que él me hablara así por haberlo bloqueado, o por lo que sea que haya sido, siempre me decía que yo tenía la culpa de que él se enojara, y me pedía perdón, me decía que no lo iba a hacer más», detalló.

 

En las llamadas, la fiscalía basó parte del sustento de la relación que agravó la pena de Nahir. También en la asiduidad con la que se veían algo que ella no oculta aunque no había exclusividad en ese vínculo.

 

«Yo me seguía viendo con otros chicos, porque cuando lo conocí a Fernando, cuando nos empezamos a ver sí es cierto que bueno nos veíamos seguido, nos hablábamos, pero nunca fue mi novio, yo nunca lo, ninguno de los dos nunca hablamos de ese tema ni tampoco era algo formal, yo nunca lo presenté en mi casa, él tampoco, sus padres ni siquiera me conocen, o no me conocían», relató.

 

«Yo siempre le negué que me veía con otro porque él se ponía muy agresivo, y cuando se enojaba conmigo empezaba a tirar cosas, una vez hasta tiró su celular al piso, le partió toda la pantalla, me empujaba, se la agarraba conmigo, me gritaba mucho, siempre que se enojaba se cegaba, no le importaba nada, pero en un principio no era así, fue más, cada vez peor, al principio siempre eran insultos que a mí nunca nadie me había dicho, después se había puesto violento como dije», detalló.

 

Sobre los malos tratos, Nahir dijo estar acostumbrada al tiempo que no lo contaba para no quedar como «una víctima»: «Yo estaba acostumbrada, lo normalizaba digamos, para mí era normal tener un montón de llamadas por día simplemente porque no contestaba, o me parecía normal que alguien se enojara conmigo y me gritara todo el tiempo, me dijera insultos, yo ni siquiera lo contaba porque no me quería hacer la víctima, no quería contarlo, no me gustaba».

 

En su relato, la joven hace hincapié en que los peores episodios eran durante la madrugada después del boliche cuando Fernando estaba tomado. En ese contexto, la lastimó feo diez días antes del hecho.»En un momento me estaba arrastrando por el piso, por eso me quedó una marca en la pierna, porque mi pierna rozaba el cordón de la vereda, me quedó como una quemadura, me había quedado la piel como carne viva».

 

El 29 de diciembre, la fatídica noche, Nahir contó que fue a buscar su cargador a lo de Fernando. Que llegó en remis, pero que «no se dio cuenta de decirle que la espere». Entonces Fernando ofreció a llevarla en la moto. En el trayecto no hablaron y cuando llegaron, él le pidió «entrar para hablar bien».

 

Ella aceptó, lo vio tranquilo. Para llegar a su habitación, «hay que cruzar por la cocina y por el living, y cuando cruzamos por la cocina él agarró el arma de mi papá que estaba arriba en la heladera, mi papá al otro día se iba a trabajar». Ese fue el principio del fin.

 

El «chiste» de Fernando enojó a Nahir. Pero él la «convenció» y terminaron teniendo relaciones. Cuando terminaron, le empezó a recriminar lo de siempre: «que yo me veía con todo el mundo,  me empezó a decir que mi amiga le había pegado en Navidad, y me empezó a decir cosas porque por el chico con el que me había visto, que me estaba dando un beso».

 

Ese chico era Rafael «el que la trataba mejor» que Fernando. «Para que me dejara tranquila y se fuera, le conté que ese chico con el que me vio se llamaba Rafael y le conté que me veía hace mucho tiempo con él».

 

Montado en ira, fueron para la puerta. Nahir no quería levantar la voz para que sus papás no se despierten. Cuando pasaron por la cocina, Fernando agarró el arma nuevamente de arriba de la heladera, y la obligó a irse con él.

 

Los minutos posteriores incluyeron deambular con la moto. Fernando manejaba con una mano y con la otra tenía el arma apoyada entre las piernas. «En un momento, se empezó a tambalear la moto, casi nos caímos y ahí tuvo que agarrar la moto con las dos manos, y yo en ese momento que él agarró la moto con las dos manos, me agarré de él y le saqué el arma, y se la saqué solamente, no tengo idea como la agarré, y en el momento que se la saqué, él se dio cuenta y frenó la moto», detalló.

 

«En ese momento, nos caímos los dos para el costado, y enseguida cuando yo me alcanzó a levantar, y me fue de nuevo, que esto que dije que me quedé aturdida, esos fueron los dos disparos, pero fueron dos segundos nada más, fue todo rápido», contó sobre el momento puntual de los disparos.

 

«Me fui a mi casa y estaba todo igual, todos estaban durmiendo, y me fui a mi habitación y me quedé esperando no sé, yo sabía que, por supuesto, que Fernando había recibido un disparo, pero el otro no, el otro no sabía», relató Nahir.

 

El llamado de la mamá de Fernando, poco después, confirmó que el joven había fallecido. De ahí al juicio, y a la sentencia, pasaron poco más de seis meses. Del fallo a la liberación de Nahir, pasará toda una vida.

(Diario Veloz) A C

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