Llego el Messias a Brasil

Este domingo, Jair Messias Bolsonaro se impuso en las elecciones presidenciales de Brasil con un 55,4% de los votos, venciendo a Fernando Haddad, candidato del Partido de los Trabajadores (PT), quien se quedó con el 44,6% de los sufragios. Así, como las encuestas habían previsto, Bolsonaro se convertirá el próximo 1 de enero en el 38vo presidente de Brasil, sucediendo a Michel Temer, hasta, al menos, el 2022.
¿Quién es este personaje, hasta hace unos meses desconocido, que ahora pasará a liderar a la quinta economía del mundo y la primera de Latinoamérica? Egresado en la Academia Militar das Agulhas Negras, formó parte del cuerpo de paracaidistas y ostenta el cargo de capitán de reserva. A fines de los ochenta se lanzó a la política, siendo elegido como diputado por Río de Janeiro; actualmente, suma 26 años y siete mandatos ejerciendo el cargo. En este tiempo, pasó por diferentes armados políticos, desde el Partido Progresista (PP) hasta el actual Partido Social Liberal (PSL).
Bolsonaro es un hombre abiertamente de derechas; un defensor de la dictadura militar brasileña, machista, homofóbico, y partidario de la mano dura. Parece decir siempre lo que piensa y no escapar a las declaraciones controversiales. También es miembro del creciente movimiento evangélico en Latinoamérica, y el apoyo de estas iglesias fue una pieza clave en el rompecabezas de su triunfo electoral.
El pasado 6 de septiembre, cuando la campaña brasileña estaba entrando en calor, Bolsonaro saltó a la primera plana de los diarios del mundo cuando fue apuñalado en un acto en Juiz de Fora. Recibió una herida de cierta gravedad, que lo mantuvo 23 días fuera de la campaña; sin embargo, el ataque sirvió también para impulsar su popularidad. A partir de este punto de inflexión, empezó a sacarle una considerable ventaja a sus competidores, y para la primera vuelta su performance fue aún mejor que la esperada: obtuvo un 46% de los votos, y Haddad quedó segundo, con el 29%, sobre un total de trece candidatos.
Estas elecciones dejaron una sociedad dividida. Los detractores de Bolsonaro no han dudado en llamarlo fascista, y compararlo con Hitler; mientras que para sus votantes resulta una especie de salvador. Muy conveniente para alguien a quien sus padres decidieron ponerle “Mesías” como segundo nombre. Lo cierto es que el triunfo de Bolsonaro se suma al ascenso de la derecha en Latinoamérica (y en otros países del mundo) como respuesta al hartazgo de la gente frente al populismo, la corrupción y la política tradicional. Parte de ese escenario es una grieta difícil de cerrar, incluso en lo político: Bolsonaro no tendrá las cosas fáciles, con una legislatura en la que el PT tiene mayoría (56 diputados, frente a una treintenta que apoyaría al nuevo presidente).
Muchos lo han identificado, también, como un espejo de Donald Trump en Latinoamérica. En efecto, en muchos aspectos, las formas y la ideología del brasileño recuerdan al magnate estadounidense. Pero esta similitud es mucho más que casual, porque el gobierno de EEUU está  volviendo a mirar con interés a América Latina.
Es un cambio, porque Trump llegó al poder con un perfil aislacionista, no preocupado por la política exterior. Pero tampoco sus antecesores, ni Obama ni Bush, se preocuparon por nuestra región. América Latina había sido un escenario vital en la Guerra Fría; pero cuando el comunismo cayó, pasó a tener una importancia secundaria.
Hoy Trump está empezando a cambiar esta perspectiva. Hace poco, Piñera exhibió una imagen de la bandera estadounidense que contenía dentro a la bandera chilena. Macri depende de su relación -incluso de su relación personal- con Trump para lograr el aval de los mercados internacionales y del FMI. Colombia, tradicionalmente alineada con los EEUU, es otro actor clave para contener el desastre humanitario de Venezuela.
Ahora, un ex militar llega al poder en Brasil habiendo inspirado su campaña, en gran parte, en la realizada por Trump. Se empieza a configurar, en el mediano plazo, un eje de derecha afín al presidente de EEUU, que le sirve para afianzar sus principios. Nunca un gobierno estadounidense pudo evitar la política exterior. Trump, que ha perdido el aval de sus pares en Europa, empieza a buscar apoyo en otras regiones, y vuelve su mirada sobre Latinoamérica.

(*) Eduardo Reina

Magister en Comunicación y Marketing político Universidad del Salvador.

Postgraduate Business and Management. Universidad de California Ext. Berkeley, EEUU.
Director de Buenos Aires Comunicación, BAC

@ossoreina

 

 

 

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