Reflexión del Pastor Guillermo Decena: La iglesia sanadora

La iglesia sanadora confronta al enemigo y no le tiene miedo a las tinieblas, porque sabemos que estamos amparados por la Palabra de Dios. Con Cristo podemos hacerla huir y esa es la victoria de la iglesia del Señor. ¡La sangre de Jesús nos ampara, ese es el gozo del pueblo de Dios! Veamos qué nos dice su Santa Palabra al respecto.

 

A continuación veremos algunos puntos sobre la iglesia sanadora:

– TIENE CONCIENCIA DE LA GUERRA ESPIRIRTUAL.

Apocalipsis 12:1- 6: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscientos sesenta días”.

¡Qué terrible pasaje y como describe la guerra espiritual! Sin embargo es de consejo, para que, como iglesia, estemos ubicados en la posición que debemos tener, ya que no hay nada más penoso que una iglesia que no cumple la tarea y no toma conciencia de la batalla que desde siempre y desde el principio se ha dado.

Este es el pasaje que describe la iglesia eterna. Y nosotros, que formamos parte de ella, debemos ejercer la maravillosa autoridad que Dios nos da sobre la tierra. Nacimos, crecimos y vamos a batallar permanentemente hasta que Dios intervenga, ya que es imposible sanar la tierra escondiéndose de la guerra espiritual. No tenemos que tener miedo de usar esta poderosa arma espiritual, porque Cristo nos hizo más que vencedores, marchamos de victoria en victoria y de gloria en gloria ¡Sin temor!

La iglesia sanadora confronta al enemigo y no le tiene miedo a las tinieblas, porque sabemos que estamos amparados por la Palabra de Dios. Con Cristo podemos hacerla huir y esa es la victoria de la iglesia del Señor. ¡La sangre de Jesús nos ampara, ese es el gozo del pueblo de Dios!

 

II-TIENE CONCIENCIA DEL CIMIENTO QUE TIENE.

El primero en expresar la palabra iglesia fue Jesús en Mateo 16:15- 18 “Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro (petros), y sobre esta roca (petra) edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.

Lógicamente, la iglesia no será edificada sobre un ser humano sino sobre el Cristo ¡el Hijo del Dios viviente! Así que debemos tener esta seguridad. La Iglesia tiene sólido cimiento, tiene una tremenda base, por eso es imposible que sea vencida, por eso el poder del infierno no podrá jamás frenarle ni destruirle. Porque el cimiento es el mismo Cristo Jesús, así que está asegurada su bendición, de manera que podemos expresar con gozo el Salmos 46: 1- 10. Este salmo nos brinda tranquilidad, nos da paz porque por la eternidad seremos resguardados, porque la iglesia no es invento humano, ¡sino divino! ¡Y el creador la sabe sostener!

La iglesia sanadora, tiene una palabra sobrenatural: ekklesía (de un compuesto de ek o ex (llamar) y un derivado de kaleos (fuera); llamar fuera. Somos un conjunto de personas que han sido apartadas de una realidad pasada para tener una victoria presente, sacados de las tinieblas, de la oscuridad y de la ignorancia y llevados a la luz admirable de Cristo Jesús.

 

III- ES UNA IGLESIA QUE CUMPLE EL SUEÑO DE DIOS.

El rastro de la iglesia en la historia de Israel. Podemos ver la vida de Abraham, hombre que Dios eligió como fundador del pueblo de Israel(Génesis 12:1-3). El Señor quería gestar algo maravilloso a través de su vida, pero le pidió que abandonara los ambientes nocivos, que dejara aquello que le ataba, que dejara su pueblo, su tierra. Muchas veces nosotros debemos cortar con lazos emocionales con el pasado y despojarnos de las influencias pasadas para ser nuevas criaturas al hacer un pacto con Dios.

Algo maravilloso sucede y es el poder transmitir de generación en generación el hacer pacto con Dios para poder perpetuar la bendición en la descendencia. Dios quiere que cada generación tenga un encuentro con Él, y ¡así perpetuar la bendición y salvación de Dios!

Dios estableció un pacto con Isaac, el hijo de Abraham que todavía no había nacido (Génesis 17:21). Esto es un ejemplo de que Dios quiere que nuestra descendencia también le conozca. El matrimonio fue puesto para que la iglesia avance de generación en generación, para que nuestra descendencia tenga comunión con el Señor, le conozca, le ame y sean testigos del Dios verdadero por toda la tierra.

En Génesis 26:3 Dios le dijo a Isaac: “habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre”

Con Jacob, Dios también trata para que haga pacto con Él, (Génesis 28:13-14). Dios cumplió su promesa en Jacob, el nieto de Abraham, con el que también hizo un pacto. Del mismo modo, nosotros podemos hacer cosas que trasciendan lo que imaginamos.

Y con Moisés Dios da directivas que expresan el ferviente deseo de formar un pueblo especial sobre la tierra, un pueblo que le correspondiera en amor y respeto (Éxodo 19:4- 6). El sueño de Dios es una iglesia, un pueblo Santo, que sea su especial tesoro, con poderosos líderes espirituales capaces de interceder para desatar milagros sobre la tierra.

Por eso, ser parte de una iglesia es ser parte de un pueblo especial, llamados a sanar y bendecir la tierra trasmitiendo un mensaje de amor y brindar la oportunidad de hacer espiritualmente libre a la gente.

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