Comienzan en el Garrahan el primer ensayo clínico argentino con cannabis medicinal

Será la primera vez que el Estado ensayará con pacientes que sufren epilepsia refractaria. El resultado será clave para adoptarlo oficialmente como terapia. Sucede después de 579 días desde que el uso medicinal del cannabis fue aprobado en el Congreso.

Desde este lunes, el aceite producido a partir de la planta de marihuana será administrado por primera vez bajo responsabilidad del Estado. Será en el contexto de un ensayo clínico ideado y supervisado por el Hospital Garrahan: recibirá el aceite un paciente de 15 años y, en promedio, se incorporarán unos ocho chicos por mes al seguimiento coordinado por el hospital. En total, el ensayo prevé estudiar a al menos cincuenta pacientes en el Garrahan y a otros cincuenta en centros de salud de otras provincias.

«La investigación dura dos años pero esperamos poder tener las primeras conclusiones sobre lo que ocurre con los chicos en marzo del año que viene», dice Roberto Caraballo. Es el investigador jefe del protocolo que se elaboró para llevar a cabo el ensayo clínico y el jefe del servicio de Neurología del Garrahan.

Carlos Kambourian, presidente del Consejo de Administración del hospital, suma: «Creemos que este estudio puede contribuir a mejorar la calidad de vida de los chicos y de sus familias. Muchas veces, aunque no se detecte a simple vista, un chico epiléptico está convulsionando. Si podemos reducir el número diario de esas crisis estaremos mejorando su vida. Hay muchos papás y mamás esperando este estudio sobre un tratamiento que ya se probó en otras partes del mundo».

Aunque, entre varias patologías, el aceite de cannabis es usado por personas con fibromialgia, dolores crónicos, Parkinson y cáncer, el Programa Nacional para el Estudio y la Investigación del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis creado por la ley 27.350 sólo prevé el tratamiento con los derivados de esa planta a quienes padezcan epilepsia refractaria.

«El aceite es provisto por un laboratorio canadiense, Aphria. Ya cumplió con los estándares exigidos por ANMAT. El compromiso es que, en los pacientes en los que arroje buenos resultados, el laboratorio los provea de por vida«, explica Kambourian. Consultado por los costos que tendrá el ensayo clínico, el presidente del Consejo del Garrahan sostuvo que no cuenta con esa información. El presupuesto para 2019 que obtuvo media sanción la semana pasada en Diputados prevé 360.000 pesos anuales para «desarrollo en estudios e investigaciones del uso medicinal de la planta de cannabis». El ensayo clínico en adultos que, según había anunciado el Estado, supervisaría el Hospital El Cruce aún no empezó.

El aceite que se implementará bajo supervisión del Garrahan, explica Caraballo, es rico en CBD, un cannabinoide no psicoactivo. Respecto de cuál es la respuesta química que se espera del CBD, el especialista sostiene: «Puede neutralizar neurotransmisores excitatorios o estimular a los inhibitorios para compensar las crisis convulsivas de los pacientes epilépticos. Esas crisis provocan deterioro cognitivo, conductual y motor. Si se logra neutralizarlas, el vuelco del paciente es impresionante porque se puede lograr que ese chico esté más alerta y más conectado, y eso impacta en su calidad de vida y en la de su familia».

El preparado derivado del cannabis será administrado dos veces por día a los chicos en sus casas. «Una vez al mes se harán análisis de sangre, un control clínico y una video-electroencefalografía. Cada tres meses, además, habrá un control neuro-psicológico para estudiar cambios conductuales. Se estudiará la efectividad, la tolerabilidad y la seguridad de este tratamiento, y el primer parámetro para eso es ver la cantidad y la frecuencia de las crisis convulsivas de los pacientes», explica Caraballo.Cada treinta días, además, podrá ajustarse la dosis que reciben los chicos.

Entre los posibles efectos adversos a los que prestarán atención los investigadores se cuentan que no aumenten sus crisis convulsivas, que el uso del aceite no deprima o excite a los chicos, y que no padezcan compromiso hepático ni complicaciones digestivas, como náuseas o diarrea.

«Esto no es sedar al chico ni drogarlo. Es un tratamiento serio y metodológico que ya se ha probado en distintos países del mundo. Hay que desterrar ese pensamiento y hacer un estudio en un hospital de referencia puede contribuir a ese fin», sostiene Kambourian.

Fuente Clarín

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