La fuerza que tenemos es infinita

Cuántas actividades, carreras, proyectos, vínculos iniciaste en tu vida, y por falta de constancia los dejaste por la mitad. ¿Recordás el motivo, la excusa que dijiste para abandonar? La cantidad de personas capaces de sostener y concretar objetivos en el tiempo es cada vez menor. Queremos todo para ayer, fácil y rápido, y cada tanto nos tragamos el cuento de algunos pseudo-genios que nos dicen que podemos lograrlo en dos pasos.

 

Arrancar es posible, muchos lo hacemos, empezamos. Pero, continuar, no todos lo logramos, la mayoría abandona su objetivo. Porque permanecer en el algo que elegimos, repetir hasta el hartazgo, exige disciplinar el espíritu y bucear en las profundidades de cada uno, hasta encontrar la motivación que nos falta. Y cuando se trata de sostener, tolerar, 0 flexibilizarnos, son muy pocos los que están dispuestos a llegar a la meta.

 

Por ejemplo, nos gusta cantar, empezamos a tomar clases de técnica, y creemos que cantar como Natalia Lafourcade es cuestión de meses. Otros creen que por arte de magia van a lograrlo sólo con ir a clases, y reforzar cada tanto con el Karaoke. Pero no es así, nuestros amigos y mascotas cuando nos escuchan, saben que estamos aullando y que estamos muy lejos de ser Natalia. ¿Qué respondemos? ahhhh bueeeee ella nació así. Y chau, abandonamos.

 

Todo aprendizaje requiere un tiempo de apropiación, otro de comprensión, otro de práctica, y por último y después de mucho hacer, y dar continuidad llega la maestría. Y para que siga siendo maestría y se transforme en excelencia artística – por ejemplo – requiere de nosotros, hasta el último día seguir practicando y haciendo. Así fue con Mercedes Sosa, muchos comentan que hasta el final de sus años como artista tomaba clases de canto. Entonces sucede en la música, pasa en los deportes, en la cocina, en los negocios, con los amigos, en la vida en general. Las metas requieren tiempo, energía y constancia.

 

Ahora bien, miremos un poco más allá del ombligo humano. ¿Sucede sólo con nosotros? Los que alguna vez se detuvieron a observar la naturaleza, o se animaron a estudiar un poco más del tema, sabrán que todo lo que está vivo funciona de manera similar. Todo se mueve, todo cambia, todo requiere un determinado tiempo, energía y empeño para crecer y progresar. Las plantas buscan con sus raíces alimentos en el suelo, y cuando no lo encuentran todo su sistema entra en reserva, y siguen buscando hasta encontrarlo. Y todos los días son bastante similares. No se transforman al poco tiempo en dinosaurios, son plantas. Los pichones, tienen que aprender a comer y lo hacen en los primeros días de vida, saben que para conseguirlo se tienen que mover, y eso requiere tiempo, habilidades específicas que aprenden de sus madres. Lo mismo el sol, la luna, los planetas; todo el universo está en permanente acción. No se cuestionan su razón de ser, no están charlando o dudando acerca de si corresponde o no que hoy iluminen, que emanen calor, o se trasladen en la dirección en que orbitan. Tienen un propósito, y lo cumplen.

 

El problema es que la gran mayoría de nosotros asocia el hacer con el sobre-esfuerzo, con la tensión, con las lágrimas, el sudor y la sangre. Conservamos creencias atávicas acerca de la disciplina y del empeño. “Eso es cosa de milicos”, “lo haría sólo si me pagaran”, o “yo voy cuando es por obligación, sino, no”. Esta forma de pensar, de poner el problema afuera, y optar por poner excusas, o condicionantes como “entreno si es en estas condiciones, con esta indumentaria, y con estos elementos… sino, no”. Esta manera de ser tan infantil, no sólo nos limita, no nos permite conocer la verdadera fuerza, y el poder infinito que todos llevamos dentro.

 

Tony Robbins habla de un gigante que duerme en nosotros, y que pocos se animan a despertarlo. Yo lo siento, desde que soy muy chica, como una luz. Siento en mí espacios de luz y de oscuridad, momentos en los que puedo ver con claridad, me puedo escuchar, y me puedo sentir. Espacios en los que me permito ser, y cuando lo hago, cuando me animo a persistir en lo que me propongo, cuando me doy el tiempo para hacer lo que dije que haría, y que me gusta; cuando soy capaz de elegir más allá de los días en que todo me resulta difícil, experimento una gran libertad, una sensación de absoluta realización.

 

Por eso hago lo que hago y soy disciplinada en lo que elijo. Para lograrlo, he experimentado y he visto a otros en su proceso de encontrar qué es lo que realmente los mueve, conmueve, o enloquece. Descubrí que cuando encontramos nuestro propósito, y lo que le da sentido a cada actividad, proyecto o vínculo, todo se vuelve más simple, claro, y posible de realizarse.

 

Entonces, es verdad que nos encantaría seguir haciendo de cuenta que no depende de nosotros y culpar al resto. Es cierto que es más fácil no hacerlo, no volver, no repetir un ejercicio, faltar o borrarse. Pero, quiero que sepas que también es cierto que en cada uno de nosotros habita una fuerza poderosa e infinita, que nos permitiría mover cadenas montañosas, alcanzar la cima más alta del planeta, y que está aguardando a que la activemos, para lograr lo que buscamos.

 

Desconocer lo increíble que somos, los recursos con los que contamos, y las infinitas posibilidades que tenemos al alcance de la mano… eso, eso es una verdadera pérdida de tiempo, dinero, y esfuerzo.

 

 

(*) Lic. Sol Jouliá
www.facebook.com/soljoulia
instagram: @soljouliaok

 

 

 

PE

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas