El Sínodo de jóvenes en su tercer tiempo 

Como en varias disciplinas deportivas, el sínodo entra en su “tercer tiempo”, un tiempo de mayor confraternización con el objetivo de “elegir” luego de reconocer e interpretar.

Somos contemporáneos a un sínodo que está generando diversos procesos, de acercamiento a los no católicos, de reencuentro entre laicos y religiosos, de reconocimiento de mutuas necesidades, de concretar acciones, no sólo anunciarlas,  de avanzar en comunidad y sin tanta rigidez en sus estructuras. Que solicita prestar más atención al interior de los corazones que en las “formas”, sin estar tan pendientes de la imagen y del reconocimiento social para no caer en modernos y rígidos fariseos.

Procesos de alejamiento de conductas autosuficientes, de doble vida y fraudulentos éxitos que hacen “perder el pudor que custodia la verdad, bondad y belleza” como dice el papa Francisco en su libro “Dios es joven” acerca de la corrupción. De “lucha contra la cultura machista y el clericalismo para desarrollar el respeto por la mujer y el reconocimiento de sus carismas» como explicó un Padre sinodal.

Los jóvenes, (se dijo), necesitan de personas que les enseñen el camino, a rezar, a redescubrir el significado de la Eucaristía, y que se les enseñe el camino de la santidad. Ellos quieren transparencia, frescura misionera, hacer propuestas y ser acompañados por hombres y mujeres sinceros y necesitan obispos que no sean oficinistas. Ellos se enfrentan a numerosos desafíos: la marginación, especialmente de las mujeres víctimas del machismo y desigualdad; las adicciones; la cuestión de las personas homosexuales, las cuestiones éticas sobre el tema de la sexualidad y el aborto, la influencia del ocultismo y la tragedia de los abusos, frente a los cuales la Iglesia puede y debe ser reformada.

Un sínodo que se explaya sobre el carisma salesiano en “acompañar como educadores y pastores”. Pastores de cortos sermones, humildes, cercanos y que al actuar con compasión y ternura hacen “que los jóvenes se den cuenta que son amados”. Pastores que caminen con “olor a jóvenes”.

Hace décadas tuvimos en la Patagonia un pastor con “olor a rancho de paisano postergado”,  nuestro Mons. Jaime De Nevares SDB quien junto a Mons. Novak SVD y Mons. Hessayne lucharon  ante un mundo que por sus conveniencias materiales busca silenciar a los jóvenes y que no lleguen a pensar en profundidad para así repetir como rebaños argumentos ajenos.

Que ahonda sobre el lema 2018 para la Familia Salesiana de Argentina: DE ANDAR JUNTOS SE TRATA. Lema que surge a partir de la consigna que el Rector Mayor nos invita a vivir este año: Cultivemos el arte de escuchar y acompañar.

Sor Alessandra Smerilli, Hija de María Auxiliadora (FMA), Docente de Economía en la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educación Auxilium disertó: “Los jóvenes necesitan oportunidades, no asistencia. La Iglesia puede hacer más. Iglesia puede dar un buen ejemplo: “Si toda la Iglesia comenzara a vivir desde esta perspectiva económica, se haría una gran contribución para reducir la nueva pobreza”. Quedó su propuesta de salir de este Sínodo convencidos de una conversión en este sentido.

Francisco está generando un eclipse de múltiples conductas única en la historia, donde los beneficiarios son los jóvenes y la humanidad.

Conductas de austeridad, aguante, paciencia, alegría, sentido del humor, audacia, fervor en comunidad y oración constante; de diálogo y compenetrada escucha, de hablar con el corazón, de dejarse amar y vivencias a contracorriente acordes a las bienaventuranzas (GE65). Conductas de santidad que opacan frías actitudes hedonistas, materialistas e indiferentes; de “ismos” y de “grupitos de poderosos o ideólogos que envenenan el alma” como dijo. Hay actualmente unos 160 jóvenes, amigos apasionados por Jesús Crucificado, mientras que para otros tantos la causa de canonización ya está en marcha se informó.

Acompañando al numeroso grupo de religiosos salesianos FMA y SDB, se encuentra el Rector Mayor P. Fernández Artime quien como padre sinodal se explayó sobre los jóvenes: “Deben sentir que ni queremos dirigir sus vidas, ni dictarles cómo deben vivir, sino que queremos compartir con ellos lo mejor que tenemos que es: Jesucristo el Señor. Han de sentir que estamos aquí para ellos, si nos lo permiten, compartiendo sus gozos y esperanzas, sus alegrías, dolores y lágrimas, su confusión o su búsqueda de sentido, su vocación, su presente y futuro”, Rector Mayor salesiano Fernández Artime.

La finalización del sínodo será sólo el comienzo de un proceso que, como llama olímpica deberá ser alimentado, difundido y compartido con los jóvenes sucesivamente en cada país, pues ellos necesitan de personas que les enseñen el camino, a rezar, redescubrir el significado de la Eucaristía, y quieren hacer propuestas y ser acompañados por hombres y mujeres sinceros, no obispos oficinistas, se habló.

Lograremos así una sociedad donde las diferencias puedan vivir complementándose, enriqueciéndose e iluminándose; donde las alturas de las ciudades no nos enceguezcan, resten el oxígeno y distraigan de las necesidades de nuestros hermanos en el llano. Una sociedad con ciudadanos que tengan capacidad de involucrarse, levantar vuelo, soñar y recordar que son la concreción de la oración y del sueño de muchos.

En el camino del servicio, busquemos con el buen ejemplo y con la palabra salvar almas como nos indicó San Juan Bosco.

*Gabriel Alsó – ex alumno salesiano

www.vatican.va – www. Infoans.org – www.vaticannews.va

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