Si no funciona, hacelo distinto

La mayoría de nosotros sostiene que le gustaría tener una “vida mejor”, con más tiempo libre y generalmente – según la edad- mayores ganancias. Sin embargo, el 99,9% de quienes buscan algo diferente a lo que viven, hacen exactamente lo mismo.

 

Parece una locura, pero es real. Pretendemos mejorar nuestra calidad de vida, y para lograrlo hacemos lo de siempre. Con ejemplos varios e incontables me encuentro todos los días. Los «quejosos», buscan resolver sus problemas desde la queja, entonces se quejan un poco más, lloran un poco más, pero en definitiva se siguen lamentando. Su postura es la de responsabilizar a otros acerca de lo que corresponde que hagan y resuelvan ellos mismos. Podrían encontrar soluciones que empiecen por un cambio de actitud individual, pero no, la culpa es del resto, “por eso yo no vivo mejor”, arrancan diciendo.

«Los hacedores», tienen la tendencia a hacer compulsivamente, creen que pueden lograr mejores resultados haciendo más, mucho más que antes. Podrían parar la pelota, observar, hacer menos, y revisar todo lo que es obsoleto o sin sentido que sigan haciendo ya que hay tareas que pueden delegar. Pero les resulta insoportable detenerse, no pueden dejar de hacer, están convencidos que son indispensables. Resultado, viven tapados de tareas, y sin tiempo para lo importante.
También está el equipo de “los que no hacen”. No prueban hacer, no lo hacen diferente, no salen de su caja de lo conocido. Permanecen en el exacto mismo lugar, pretendiendo resultados absolutamente distintos, que según ellos sucederán por arte de magia, o por la buena voluntad de terceros. El papel de víctimas de la situación les viene como anillo al dedo, y si encuentran en el camino algunos pares del grupo de “los quejosos” arman unas duplas indestructibles que son más de lo mismo. Resultado, no consiguen nada nuevo.
Por último, están los “abandónicos, los que no logran generar hábitos sanos porque siempre desisten, interrumpen, se borran antes de tiempo y por supuesto culpan al tiempo alegando que es exactamente lo que les falta. Son los que empiezan algo nuevo sin un compromiso verdadero y tienen la mala costumbre de dejar todo por la mitad. No van a fondo, no profundizan, andan sobre la superficie sin rumbo fijo. Arrancan una actividad, se entusiasman, y a las dos semanas buscan otra, la sustituyen con la excusa que se aburrieron. Empiezan a entrenar, o a estudiar algo nuevo y lo dejan porque empezaron con otro emprendimiento, o tienen un evento que olvidaron de agendar. Estas personas están convencidas que son excelentes para el cambio, cuando el único cambio que necesitan es generar un hábito y ser capaces de continuarlo.
En definitiva, obtener resultados diferentes a los que vivimos hoy, exige necesariamente disciplina y un alto compromiso de parte de uno mismo. Si el objetivo de alcanzar una mejor calidad de vida es genuino, si realmente nos interesa aprovechar el tiempo, y sentirnos plenos, el primer paso empezará hacia adentro. Y como siempre comparto en los espacios de Coaching: “no sirven las recetas mágicas, no hay atajos, no podemos responsabilizar a otros de lo que no hacemos”. En cada proceso será clave observar todo lo que no funciona, y ser capaces de accionar de una manera completamente distinta; girar 180 grados, encontrar múltiples puntos de vista, y animarnos a lo que quizás nunca hemos hecho.

Lic. Sol Jouliá

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instagram: @soljouliaok

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