EXPEDIENTES: “Juan practicaba el umbanda y además de convivir con el cadáver de mi hija, envió mensajes con el celular de ella para simular que estaba viva”

Teresa Gamarra es la madre de Natalia Samaniego, la joven estrangulada en un inquilinato de Posadas. Ella contó cómo era la vida de la chica con el presunto asesino, su novio, Juan Carleris.

Teresa Gamarra habla pausado, pensando cada palabra que pronuncia. Antes de empezar a revivir el horror que significa haber perdido una hija, reveló que la noche anterior sintió un vacío muy grande y una tristeza infinita. La ausencia de Natalia (24), la chica que estrangularon y luego ocultaron dentro de una heladera en un monoambiente de Posadas, está calando hondo en su vida. Y no es para menos.

Recibió a EXPEDIENTES, el programa policial y judicial de Misiones Online, en su casa de la chacra 129 de la capital provincial.

Por el homicidio está acusado el novio de Natalia, Juan Martín Carleris (22). Lo imputaron del delito de “homicidio calificado” y de ser hallado culpable por esa figura afrontaría una prisión perpetua.

“La última vez que la vi fue el sábado 1 de septiembre. Vino a buscar el ticket de una heladera que le había comprado para que ella tuviera algo de comodidad. Le pregunté si había almorzado y me respondió que sí. Después salió para irse. Hizo unos metros y volvió. Me abrazó fuerte y me dijo ‘mami te quiero mucho’. Yo le respondí que la quería de la misma manera. Sentí que era una despedida”, recordó la mujer, oriunda de Formosa y de profesión abogada, que hace casi dos décadas reside en Posadas.

Ironía cruel del destino: en esa heladera apareció el cadáver de Natalia. Estuvo alrededor de una semana allí, en el monoambiente que compartía con Carleris, en Santa Catalina casi López y Planes, en el barrio Rocamora.

Teresa aportó detalles que son importantes para la causa. Por ejemplo: que su yerno Juan Martín Carleris, de quien dice sentirse “defraudada”, practicaba el umbandismo. “Él le decía a mi hija que eso no era malo, porque él estaba en la línea ‘blanca’. Pero yo le aseguraba a Natalia que eso era malo, que adoraban al Diablo”, apuntó.

Asimismo, aseguró que en la pareja había mucha tensión. Que mientras estuvieron separados durante 2017, porque el muchacho se radicó temporalmente en Resistencia, “él le hacía escena de celos, se ponía loco, le decía cosas feas que a ella la ponían muy mal”.

Natalia y Juan empezaron a convivir a mediados de año, cuando el joven volvió de Chaco, adonde había ido con intenciones de sumarse al plantel futbolístico de Chaco For Ever. “Consiguió trabajo en un geriátrico y con lo que cobró ahí alquiló el monoambiente donde después pasó todo”, recordó.

Teresa recordó que cuando tenía 17 años, Natalia sufrió un brote psicótico y tuvo que ser sometida a un tratamiento, que siguió hasta el momento de su muerte. “Quiso estudiar y no pudo. En los últimos tiempos consiguió trabajo en una panchería y estaba cumpliendo con eso”, señaló.

Dijo que después de que la vio por última vez el 1 de septiembre, la llamó y nunca la atendió. Que sí recibió algunos mensajes de WhasApp desde el teléfono de ella en los días posteriores, pero que  hoy está convencida de que quien envió esos textos fue Carleris. “Juan me mandó mensajes el domingo 9. Decía que él y Nati iban a venir a casa tipo 18.30 a hacer un asado. Yo le dije que sí, pero nunca aparecieron. Tampoco avisaron por qué faltaron. Mucho después, como a las 12 de la noche,  me escribió de nuevo para decirme que se habían dormido. Como mi hija está medicada, supuse que podía ser cierto”, evocó.

Teresa ensambló las piezas tras el cimbronazo que significó la muerte de su hija. “Él se comunicaba conmigo con su teléfono. Y desde el celular de Natalia me envió mensajes simulando ser ella. También hizo lo mismo con la hermana de Nati y las amigas”, concluyó.

Para Teresa, Carleris es imputable. “No tiene ningún problema mental. Era un deportista, trabajaba, no tiene nada”, sostuvo.

En los próximos días, se sumarán al expediente los resultados de distintas pericias. Además, Carleris será sometido a estudios psiquiátricos y psicológicos. “Lo que pasó es insólito. Si cometió el error, si pelearon, hubiera avisado. Pero eso de vivir con el cadáver una semana, de guardarlo en una heladera, no lo voy a entender nunca”, sostuvo la mujer.

Teresa está haciendo los trámites para ser querellante en la causa. “Ayer me sentí devastada. El vacío que uno siente es inmenso”, repitió, sin consuelo.

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