Reflexión del Pastor Guillermo Decena: Sanando la tierra V

La Palabra de Dios ha sido la base firme de las vidas más significativas de la humanidad. Podemos confiar en la bendita Palabra de Dios que es lo más seguro que tenemos, ¡Porque Dios no es hombre para mentir! Eso es lo que hace único a este bendito libro, un libro que ha adelantado el futuro y lo ha traído al presente tantas veces como Dios quiso. Así que deberíamos ver y entender que con la Palabra de Dios todo nos irá bien.

 

 

 

Deuteronomio 28:7 «Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti».

Muchas veces los hogares son tomados por el enemigo y las familias enteras padecen persecución. Veamos armas importantes que derrotarán a estos demonios y nos mantendrán vencedores para desalojar a los malignos y mantenernos en victoria.

 

JOSUÉ REDIME LA TIERRA.

Al morir Moisés, Dios le habla a Josué para que tome autoridad como líder y así fue (Josué 1:1-2). Debemos tener en cuenta que los pueblos Cananeos sacrificaban a sus hijos a los demonios, y por esto los demonios no iban a dejar la tierra de manera sencilla. Cuando el maligno toma posesión de un lugar debemos saber que va a pelear para no soltarlo, pero Josué, un hombre joven que no tenía experiencia de guerra, fue victorioso y cumplió la misión desalojar a esos demonios de la tierra, porque Dios se lo había prometido. ¡Por eso lo que primero hay que hacer es hacer valer las promesas de Dios que son inamovibles! Desde el principio cuando fueron Josué y Caleb a reconocer la tierra, levantaron en alto la promesa que Dios les había hecho. Dios era poderoso para hacerlas cumplir (Josué 21:45; Josué 23:14).

Pero junto con la promesa de la victoria estaba otra de las claves para redimir la tierra: Josué 1:8.

La Palabra de Dios ha sido la base firme de las vidas más significativas de la humanidad. Podemos confiar en la bendita Palabra de Dios que es lo más seguro que tenemos, ¡Porque Dios no es hombre para mentir! Eso es lo que hace único a este bendito libro, un libro que ha adelantado el futuro y lo ha traído al presente tantas veces como Dios quiso. Así que deberíamos ver y entender que con la Palabra de Dios todo nos irá bien.

Efesios 6:17 Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

 

¿QUÉ ES LA PALABRA DE DIOS?

Salmos 119:105 «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino».

La Palabra de Dios es como una fuente de luz: nos ilumina, revelando lo bueno y lo malo, la sabiduría y la ignorancia. Es un arma poderosa para que aprendamos a llevar la mejor vida posible, sin tropezar en la confusión de la oscuridad.

Juan 17:17 «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad».

La Palabra de Dios es verdad pura y simple. Podemos tener plena confianza en el hecho de que su Palabra es precisa, verdadera y perfecta. Nos guiará sin equivocaciones por las sendas que necesitamos recorrer.

La falta del conocimiento de Dios puede llevarnos a la destrucción (Oseas 4:6), pero si escuchamos y guardamos su Palabra, seremos bendecidos (Lucas 11:27-28).

No obstante, el conocimiento no debe ser solo para nosotros, sino que debemos estar listos para responder a quienes nos pregunten (1º Pedro 3:15).

 

¿POR QUÉ UNA ESPADA?

(Hebreos 4:12) La potente espada del Todopoderoso es capaz de destruir todas y cada una de las defensas que puedan tener nuestros enemigos —hasta las coyunturas y los tuétanos— y cuando la maneja un siervo de Dios, nada puede contra su filo y capacidad para penetrar hasta el fondo de un asunto y develar la verdad. Como soldados del ejército de Dios, tenemos la responsabilidad y el deber de usar su Palabra para discernir la verdad y luego ponerla en práctica. Cuando la Palabra de Dios nos muestra algo malo en nosotros, podemos usar esta arma espiritual para eliminar “quirúrgicamente”, cambiar drásticamente las acciones y desarraigar la autoridad maligna que genera tantos pensamientos nocivos (2º Corintios 10:3-5).

A diferencia de las otras partes de la armadura de Dios —cuyo propósito es exclusivamente defensivo—, la espada está especialmente diseñada para cumplir una función ofensiva y defensiva a la vez. La espada es lo único que nos permite completar la labor que se nos ha encomendado.

Jesucristo usó la Biblia para contrarrestar los ataques de Satanás (Mateo 4:4).

Las espadas se usan en los combates cuerpo a cuerpo. Esto simboliza las batallas que debe librar un cristiano. Cuando los romanos atacaban a sus enemigos a distancia, se valían en parte de jabalinas y dardos, pero como soldados cristianos, Dios no nos da esta opción. Si peleáramos nuestras batallas a distancia, nunca experimentaríamos una victoria verdadera.

Pensemos que en la conquista de la tierra prometida, fueron las batallas personales las que se perdieron.

A primera vista esto no parece tan malo, pero si nos detenemos a pensar, nos daremos cuenta de que sin pruebas no hay crecimiento, y sin crecimiento no podremos entrar al Reino de Dios. Por lo tanto, aunque las pruebas sean difíciles, son esenciales en nuestra vida como cristianos. Después de todo, las promesas de Apocalipsis 2:7, 11, 17, 26 y 3:5, 12 y 21 son dadas “al que venciere”.

 

Pablo nombra solamente un arma, porque es la única que necesitamos: no existe ningún enemigo que la Palabra y el Espíritu de Dios no puedan destruir. Por lo tanto, armados con nuestra espada, la Palabra de Dios, avancemos para luchar contra nuestros enemigos. La pelea es real e inmediata y está frente a nosotros. Nuestro futuro en el Reino de Dios está en juego y debemos batallar para aferrarnos al futuro que Él nos ha prometido.

 

¿A QUÉ PROMESAS NOS AFERRAMOS?

Mateo 24:13 Más el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Romanos 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

 

La Palabra de Dios nos lleva a Él (1º Pedro 1:23; 1º Tesalonicenses 2:13).

 

La Palabra de Dios es una espada empuñada por el Espíritu Santo, penetrando en el corazón de los hombres (Efesios 6:17).

 

La Palabra de Dios es como un martillo (Jeremías 23:29).

 

La Palabra de Dios es nuestro alimento espiritual (Mateo 4:4).

 

La Palabra de Dios nos equipa para toda buena obra (2º Timoteo 3:16-17).

 

La Palabra de Dios no está encadenada. Siempre está trabajando (2º Timoteo 2:8-9).

 

Peleamos sabiendo el final de la historia. Dos de las muchas y poderosas promesas que Dios nos ha hecho es que si permanecemos fieles a Él y a su Palabra, perseveraremos hasta el final y seremos salvos. No hay dudas en esta afirmación; las promesas de Dios son ciertas. ¡Tomemos nuestra espada, porque la batalla es nuestra!

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas