Murió Fabián Tomasi, un símbolo en la lucha contra los agrotóxicos y ejemplo de las consecuencias del uso de glifosato en los campos

El hombre era de Basavilbaso, Entre Ríos, y fue ejemplo de las secuelas de los agroquímicos. Su lucha contra los agrotóxicos trascendió a nivel mundial. Con su deceso se abre de nuevo la discusión sobre las consecuencias del uso de glifosato en los campos.

Otra muerte que se lleva la lucha contra el uso de glifosato para evitar cáncer y malformaciones al nacer en zonas rurales. Fabián Tomasi trabajó en la provincia de Entre Ríos surtiendo de herbicidas a los aviones de fumigación sin protección. En cada entrevista repetía que estaba seguro de que el glifosato es algo «tremendamente engañoso, una trampa que nos han plantado gente muy poderosa». «Va a hacer que no quede nadie. Toda la tierra que tenemos no va a alcanzar para sepultar tanta muerte», decía este hombre demacrado de 53 años, que sufría de polineuropatía tóxica severa. La enfermedad lo convirtió en una persona dependiente: no podía  ingerir alimentos sólidos y le causó pérdida de masa muscular y dolores en las articulaciones que le limitan la movilidad.

Falleció hoy producto de la enfermedad, una polineuropatía tóxica metabólica severa. El hombre de Basavilbaso fue ejemplo de las secuelas de los agroquímicos. Con su deceso se abre de nuevo la discusión sobre las consecuencias del uso de glifosato en los campos.

Con gran dolor, las redes sociales en Entre Ríos se inundaron de mensajes y principalmente en la zona sur de la provincia porque Tomasi fue un ejemplo de las consecuencias de las pulverizaciones con agroquímicos. Junto a Estela Lemes, la docente de la escuela Bartolito Mitre que también sufre en su cuerpo las secuelas de las fumigaciones con agroquímicos, se convirtieron en referentes de la lucha de aquellos que  reclaman un cambio en el modelo agroproductivo.

Patricio Eleisegui, el periodista y escritor del libro “Envenenados”, utilizó a Tomasi como protagonista para su libro y tras conocerse el fallecimiento escribió en su cuenta de Twitter: “los agrotóxicos minaron su salud hasta este final. Se va un símbolo de la lucha contra las fumigaciones. Alguien determinante a la hora de entender este modelo que mata”.

La lucha contra el glifosato

Los habitantes de las zonas rurales de la Argentina deben enfrentarse casi a diario con los productores agrícolas locales por las fumigaciones con glifosato. Se trata de un herbicida utilizado para los cultivos con semillas transgénicas que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es probablemente cancerígeno. En Argentina esas siembras comenzaron a fines de los años 1990 y desplazaron paulatinamente la cría de ganado. Al cierre de junio de 2018 había 18 millones de hectáreas sembradas, que rindieron una producción de 35,8 millones de toneladas y ubican a Argentina como el tercer mayor productor mundial, detrás de Estados Unidos y Brasil. Pero esa cosecha implica millones de litros de glifosato vertido en el suelo nacional .

 

El “Adiós a un luchador” de la Revista Sudestada en su cuenta de Facebook

ADIÓS A UN LUCHADOR
(Sobre la muerte de Fabián Tomasi, y sobre un país que envenena a su pueblo)

Hoy se nos fue un luchador. Y su historia de lucha se desarrolló en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos. #FabiánTomasi trabajó durante años en una empresa de aplicación aérea con agroquímicos. Desde hace muchos años, Fabián sufría polineuropatía tóxica severa y atrofia muscular generalizada. Una parte de su historia se conoció en todo el mundo gracias al registro fotográfico de otro querido compañero, #PabloPiovano. Lo que nos deja Fabián es la certeza de un sistema que envenena a nuestros pueblos por la ambición más rancia. La certeza de una realidad que estar envenenando ahora, en este momento, a miles de pibes y que es silenciada por el dinero de las corporaciones de agrotóxicos, como #Monsanto, como #Bayer. Nos están matando en silencio.
Fabián tuvo el coraje de levantar su voz suave para luchar contra esta lógica asesina, su cuerpo se transformó en el campo de una batalla desigual, su mirada tierna y su sentido del humor fue un refugio cálido para todos los que se acercaron a contar esta historia. No lo vamos a olvidar. Por Fabián, por los pibes envenenados, por los que respiran veneno, por los que luchan contra este sistema perverso y asesino, hay que seguir esta pelea hasta el final. Se lo debemos a Fabián.

 

 

Fuente: Perfil y Diario El Día Entre Ríos

 

 

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