Con Lula fuera de carrera, el PT recalcula y acelera la candidatura de Haddad

El ex ministro de Educación y ex alcalde de São Paulo está posicionado en primer lugar para concurrir a las presidenciales de Brasil en caso de no poder competir finalmente Lula da Silva.

Hijo de inmigrantes libaneses y formado en Derecho, Haddad representa un ala moderada dentro del Partido de los Trabajadores (PT). Militante en la izquierda desde joven, fue llamado por Lula en 2005 para diseñar su ambiciosa política educativa. Como ministro de Educación, Fernando Haddad fue el artífice de una de las banderas de los Gobiernos de Lula, la democratización de la enseñanza. Inauguró 126 campus universitarios y estableció becas y cuotas que, por primera vez en la historia, permitieron que negros, pobres e indígenas entraran en masa en las facultades. Eran los años en que la economía de Brasil asombraba al mundo y el Gobierno de Lula tenía altísimos índices de aprobación. Aprovechando el tirón, en 2011, ya bajo el Gobierno de Dilma Rousseff, dejó el Ministerio de Educación y se lanzó a la Alcaldía de São Paulo.

Contra todo pronóstico, comandar la mayor metrópoli de Sudamérica fue algo más complejo: puso en marcha un moderno programa de movilidad urbana que llenó la ciudad de carriles bici y enfureció a la conservadora sociedad paulista. También tuvo que hacer frente a las protestas juveniles de 2013 contra la subida del precio del autobús, que derivaron en una movilización nacional sin precedentes contra la clase política en general. En las elecciones municipales de 2016 sufrió una derrota estrepitosa. El joven alcalde, que en esos años cultivó una imagen de ‘hipster’ campechano, siempre capeó las polémicas con temple y buen humor, lo que le valió el apodo de Haddad Tranquilão.

 

Su nombre siempre estuvo en las quinielas para sustituir a Lula, pero hasta hace poco el partido no quería exponerle demasiado para no dar la imagen de que se estaba anticipando la derrota. Ahora la estrategia tendrá que cambiar radicalmente. Haddad es relativamente conocido entre las clases medias urbanas y en la región sudeste de Brasil, la más desarrollada. Pero entre los humildes campesinos del noreste, donde Lula se movía como pez en el agua, es visto con cierta distancia. Haddad, como ya le pasó a Rousseff, tendrá que cargar para siempre con el peso de la comparación con su mentor.

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