Cómo recuperar el espacio para la pareja tras la llegada de un hijo

La maternidad y la paternidad se presentan como un desafío a la hora de volver a encontrarse con el otro de modo romántico. Entremujeres consultó a un especialista en parejas y familias que brindó detalles sobre la problemática.

 

La llegada de un hijo, cuando es deseado, genera una felicidad indescriptible, presenta un mundo nuevo y supone desafíos constantes, hasta ese momento inéditos. A la vez, es todo un cimbronazo en la pareja, que debe adaptarse a nuevas reglas, horarios y demandas. Tal vez uno de los retos más grandes es volver a hacerse espacio para dos, reencontrarse con ese otro que también está atravesado por la maternidad y/o paternidad.

 

El licenciado Mauricio Strugo, psicólogo especialista en parejas y familias, aseguró a Entremujeres que “para volver a encontrarse como pareja es clave el haber trabajado en equipo para que el niño vaya, de a poco, adaptándose a la vida y las rutinas”, ya sean de sueño, de alimentación o demás.

 

Aquí, también es central la labor del padre, más allá de que sea la mamá quien alimente al niño. “Por más que al principio la mayoría del peso recaiga sobre la mujer, porque el bebé depende más de ella que de su pareja, el hombre tendrá que brindar seguridad y tranquilidad para que ese difícil pero necesario primer tramo sea superado; cuando ambos puedan darse cuenta del gran logro que es que el hijo de ambos va creciendo, entonces celebrarán lo conseguido teniendo ganas de mirarse de nuevo y validarse, primero como padres y luego como pareja”, afirmó el especialista.

 

En este punto, no es común que sea el hombre quien más reclame esos momentos románticos, ante una mujer cooptada por el bebé. “La mujer es quién está más tomada por el niño. El bebé es uno de los únicos seres que necesita y depende del contacto humano para sobrevivir y para madurar neuronalmente. Esto la madre lo sabe muy bien y, cuando lo tiene en brazos o le está dando el pecho, está cumpliendo esta función”, dijo Strugo.

 

En ese sentido, explicó que “por haber estado nueve meses dentro de su panza y por lo expuesto anteriormente, el bebé quiere estar abrochado a la madre, sin exagerar, las 24 horas, incluso esto sucede muchas veces también a la hora de dormir. Entonces, ¿cómo no le va a costar a la mujer recuperar el espacio de encuentro para la pareja? Si ni siquiera tiene espacio para ella desde antes que nazca el niño, y luego es alguien cuya única función pareciera ser ocuparse del niño”.

 

Esta total dependencia del niño con su madre hace que volver a las rutinas matrimoniales anteriores sea una tarea casi imposible. “Esto recién ocurre cuando el niño empieza de a poco a estabilizarse y ser un poco más independiente de ella”, explicó.

 

A la hora del sexo, la situación tampoco parece ser sencilla. Sin embargo, Strugo afirmó que “la sexualidad va más allá de una simple descarga, sobre todo con una pareja estable. Lo que se busca es un encuentro y, si esto se fuerza, genera un distanciamiento aún mayor del que había por estar atravesados por la ‘materpaternidad’”. En la misma línea, sostuvo que “la intimidad se recupera volviéndonos a mirar, agradeciéndonos, acariciándonos para luego llegar a la sexualidad propiamente dicha, como una celebración y un encuentro donde lo más importante, por la madurez de la experiencia adquirida, pasa a ser la calidad más que la cantidad, como un encuentro reparatorio”.

 

Entonces, ¿cuándo es el momento lograr ese plan de a dos? Paciencia, porque eso sucederá aproximadamente al año del nacimiento. “Si hemos trabajado en equipo, si verdaderamente nos sentimos empoderados por los resultados que vamos viendo en cuanto a poder decodificar los mensajes de nuestro hijo para entenderlo y acompañarlo, de a poco éste irá adquiriendo una mejor rutina de sueños y hábitos cotidianos, a la vez que podrá empezar a confiar en otros adultos como sus cuidadores”, mencionó el especialista.

 

Entonces, “aproximadamente al año del niño los padres podrán empezar a salir juntos. Al principio, por tiempos cortos como prueba”. Un punto central, según el psicólogo es “encontrar la manera para que no sea algo obligatorio, que ambos lo deseen y disfruten, sabiendo también que luego de tanto apego es difícil separarse y que, en todo caso, debe hacerse progresivamente sin generar sufrimiento para nadie”.

 

En tanto, existen señales de alerta cuando el distanciamiento se extiende más de los tiempos normales. “La pareja puede pasar por desganos con respecto al encuentro con el otro; irritabilidad y enojos constantes o rechazo, siendo estas manifestaciones relativamente normales en el primer año del niño, por el puerperio y el posparto de ambos. Pero si persisten cuando el niño se está adaptando e independizando un poco, entonces probablemente alguna de las partes esté teniendo conflictos con el reencontrarse y quizás sea necesario hacer una consulta con algún terapeuta de parejas”, aseguró el especialista.

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