Eduardo Soria cuenta la pesadilla que vivió con su esposa, Griselda González. La versión del hospital y del ministerio de Salud provincial. Sucedió en Adrogué, Buenos Aires.
Eduardo Soria (35) habla temblando y se quiebra cada vez que escucha el llanto desconsolado de su mujer Griselda González (34) desde la habitación. Recibe a Clarín en el living de su casa del barrio Los Álamos, en Glew. Tiene a mano papeles, documentos, estudios. Muestra las firmas y los sellos de los médicos que dejaron por escrito y, según cuenta, le repitieron en vivo y en directo que con su esposa esperaban gemelas, un embarazo doble.
El 14 de agosto, con 37 semanas de gestación, llegaron al Hospital Lucio Meléndez de Adrogué a buscar una orden para que Griselda fuera internada en otro centro de salud. Sin embargo, los profesionales decidieron hospitalizarla allí. Pasó ocho horas con controles antes de la cesárea. Durante ese tiempo, cuenta Eduardo, le dijeron en varias oportunidades que sus dos bebas estaban perfectas. “Le hicieron monitoreos, escuchamos los dos latidos y hasta nos dijeron que una venía de cabeza y otra de cola”, suma. Después del parto, se encontró con que era otro el panorama: le comunicaron que, en realidad, había una sola beba. Desde el Ministerio de Salud de la Provincia hablan de un “error en el diagnóstico” y aseguran que siempre fue una. Eduardo no lo cree y pide una explicación: “Quiero saber qué pasó con mi otra hija”.
Griselda ya había pasado por tres embarazos: es mamá de un adolescente de 15, y dos nenes de 5 y 3. “Hasta ahora, había tenido a todos por parto natural. Con los últimos dos hicimos los chequeos en los mismos lugares que con las gemelas. Nos atendimos en la salita del barrio, que queda acá a cuatro cuadras, y en una clínica privada”, relata Eduardo, en referencia a Setfe, el centro de estudios en el que le hicieron varias ecografías que detallaban que se trataba de un embarazo “gemelar” y en el que Eduardo dice que le mostraron «los dos corazones».