El recuerdo por la conservacionista Pamela Colcombet mantiene la esperanza de incorporar bajo el sistema de áreas naturales protegidas a la “Sierra Morena”

La reconocida conservacionista partió a sus 90 años, el 15 de agosto de 2017. Al cumplirse un año de su fallecimiento, desde ArgentinaForestal.com recordamos la entrega de Pamela Daphne de Colcombet a la conservación de la selva misionera. Se ganó un lugar en el corazón de muchas personas que compartieron historias, su lucha conservacionista por la protección de parques provinciales y refugios naturales, su espíritu inquieto y comprometido, fue dejando un legado a muchos de sus discípulos que aprendieron de ella a cuidar el monte misionero.

Gracias a su fuerte compromiso, silencioso, firme y perseverante, la provincia cuenta con áreas naturales como el Parque Provincial Piñalito que protege una exuberante selva en una extensión de 3.764 hectáreas entre Bernardo de Irigoyen y San Pedro, conformando el Corredor Verde de la provincia en una zona de hábitat protegida en la Biósfera de Yabotí, en la que se promueve la conservación y el desarrollo sustentable.

Pamela conservó una propiedad lindante a este Parque donde creó su reserva privada “Aguaraí-mi”, donde cuidaba desde árboles de Palo Rosa entre otras más de 80 especies, un centenar de especies de aves, algunas en peligro de extinción como el macuco (Tinamus solitarius) y mamíferos como el yaguareté (Leo onca pelustris), oso hormiguero grande (Myrmecophaga tridactyla), el puma (Felis concolor), lobíto de río (Lontra Longicaudis) entre otros.

También fue por su iniciativa que se logró incorporar al sistema de áreas protegidas al  Parque Provincial Esperanza que ocupa una extensión de 686 hectáreas, y que se conecta la “Sierra Morena”, sitio de alto valor de conservación que fue bautizado por Pamela Colcombet como “la Madre de los Arroyos” y considerado de importancia para que sea declarada bajo protección dado  conservaría “un manchón de selva” que resguarda la conectividad desde la sierra Morena hasta el Refugio Privado Aguaraí-mi, propiedad de la ambientalista, en el área del PP Urugua-í y la reserva privada Urugua-í de la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA).

Pamela fue, por estas acciones, considerada un ejemplo para los naturalistas y hoy queda su recuerdo como “la guardiana” de todas estas áreas naturales que de alguna manera formaron parte de su historia de vida, dejando el legado de fortalecer su protección en el tiempo.

 

Ejemplos que dejan huella

Piñalito se ubica a 45 kilómetros de Bernardo de Yrigoyen y a 45 km de San Pedro, tienen presencia de guardaparques del Ministerio de Ecología de Misiones, cuenta con senderos interpretativos, y se extiende en una superficie aproximada de 3.800 hectáreas. Es la única área de conservación de altura de la provincia.

Habitan el parque los felinos jaguarundi, ocelote, tigrillo, puma misionero y gato tigre o tirica; primates como el mono caí oscuro, el mono carayá negro y el mono carayá rojo o carayá colorado austral, cuya distribución en Argentina se restringe a la provincia de Misiones.

Además, es un paraíso para las aves. Se han registrados loros como el chiripeé cabeza verde, el loro maitaca, el loro vinoso y la catita cabeza roja; palomas diversas y pájaros carpinteros como el carpintero arcoíris y el carpintero oliva manchado; aves rapaces, entre ellas, el jote de cabeza negra y el halcón montés chico; las perdices macuco y tataupá rojizo; entre muchas otras especies.

“La exitosa preservación de Piñalito se debe en gran medida al compromiso incansable de la conservacionista y vecina del parque Pamela Daphne Colcombet, y al guardaparque Abel Gerber, quien con un modesto presupuesto ha logrado por décadas mantener hasta la actualidad el parque bien protegido. Tanto Daphne como Abel – aún custodio del parque- merecen una tremenda gratitud por luchar batallas sin fin para preservar los bosques y su diversa vida silvestre”, destacaron en el sitio oficial de The Conservation Land Trust.

“Pamela es la reina… la reina de la ecología”, dijo alguna vez Terry Moore, aquel hombre bautizado como “El Inglés de la Selva” que compró en 1997 casi cuatro mil hectáreas de selva y las donó al Estado para que sean declaradas área protegidas: el ahora Parque Piñalito. Fue entonces que la ambientalista adquirió por su parte unas nueve hectáreas lindantes al Parque y las cedió para que se instale allí un puesto de control del Ministerio de Ecología.

Convencida de que la educación era la base para lograr el compromiso de las nuevas generaciones, en el 2005 Pamela realizó un trabajo literario “Historias de la Fauna Silvestre de Misiones”. El libro narra, en cuatro hermosas historias, como los animales recuperados por guardarparques son devueltos a la Selva y contribuyen allí a la conservación de biodiversidad. El material fue destinado en esa oportunidad a las escuelas rurales de Delicia, Esperanza, Mado, Piray, Urrutia, Gisela, Naranjito, con un lenguaje coloquial y didáctico, permitiendo a los niños comprender e ir conociendo en mayor profundidad la vida en la Selva.

“Pamela, amiga inclaudicable en la defensa de la selva”, también dejó escrito en uno de los libros del gran naturalista argentino Juan Carlos Chébez.

Esperanza por la protección de la «Sierra Morena»

El Parque Provincial Esperanza también tiene su historia vinculado con Pamela. Es una pequeña área protegida que constituye el primer corredor biológico establecido de hecho en la provincia, ya que gracias a la iniciativa de Pamela, se establece allá por 1988. Une los sectores de selva de la Sierra Morena con los sectores de selva de la Reserva Privada Aguarai-mí propiedad de los Colcombet. Se halla constituida por selvas mixtas de laurel y guatambú, principalmente.

Los ingenieros y los maestros, los clérigos y pueblerinos, los obreros, alcaldes y diputados, cada uno en su cosa, se olvidan de la fauna silvestre que los acompañó durante siglos. Nadie se acuerda de difundir las leyes que nos gobiernan. Es así que los hombres estampan un sello de sangre a su propia existencia y si lo peor sucede, seguirán tiempos de hambruna, pues la Sierra y el Señor se vengarán ante tamaña injusticia, donde ni las aves se escapan de la muerte”, sostenía en sus escritos de “Sierra Morena”, allá por 2010, la reconocida ambientalista.

En 1995 Bird Life International le había otorgó ya al área de Sierra Morena la categoría de “área clave para las aves amenazadas”. Fue incluida también como una de las AICAs (Áreas importantes para la conservación de las aves) de la Argentina (la AR117) con una superficie de 8.000 hectáreas. Incluye en la misma al área conocida como “Colonia Lanusse” (el sector ubicado al sur de dicha localidad), la cuenca del Falso Urugua-í y la sierra Morena, siendo esta última la porción que a pesar de haber sufrido algunos obrajeos, conserva aún selvas en saludable estado, especialmente en las zonas de relieve escarpado, habiendo sido propuesta para la implementación de un área protegida desde 1989, bajo la figura legal de “parque provincial”, adjuntándole al mismo un sector al que se le otorgaría la categoría de “reserva de uso múltiple” para que abarque los lotes occidentales que ya han sido intrusados, los que con el alto impacto de la actividad maderera y agrícola han alterado o desmontado amplios sectores selváticos.

El área serrana mayormente está incluida en terrenos privados, y hasta la fecha no se ha logrado su declaración bajo protección.

La sierra Morena actúa como un corredor natural para el tránsito de la fauna mayor, comunicando al Parque Provincial Urugua-í y el valle del arroyo Aguaray Guazú, junto con las reservas situadas hacia el oeste de la región, el parque provincial Esperanza  y el refugio privado Aguaray-Mí anteriormente mencionado.

 

 

 

Por Patricia Escobar 

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