Hoy comienza el juicio en Mendoza: qué pasó la noche que Julieta Silva atropelló a Fortunato

El cielo estaba amenazante en la noche de 8 de septiembre en San Rafael. Llovía y había peligro de caída de granizo, pero Julieta Silva y Genaro Fortunato, que mantenían una relación desde hacía unos tres meses, decidieron salir de todas maneras. Nada y nadie podía pensar en ese momento que la cita terminaría en tragedia, con joven rugbier de 25 años muerto y con la mujer sentada desde este martes en el banquillo de los acusados, sospechada de atropellar y matar a propósito a su novio a la salida de un boliche.

 

A las 22.30 de ese viernes Silva, recientemente separada y mamá de dos hijos, pasó por el domicilio de la madre de Fortunato para buscarlo. La mujer, que hoy tiene 30 años y era dueña de un local de ropa, conducía su Fiat Idea y tras dar algunas vueltas por el centro del departamento mendocino, fueron a cenar a un restaurante. Entre charlas y risas, comieron y tomaron vino blanco. Luego fueron a la casa de una amiga, donde no estuvieron demasiado tiempo. Genaro preparó un fernet, se sumaron más conocidos y todos fueron al boliche Mona Bar, ubicado en calles Hipólito Yrigoyen y El Chañaral.

 

Los amigos iban en un auto y la pareja en otro. Silva decidió estacionar en la calle El Chañaral y no en la playa del bar y a las 2.30 ya todos estaban dentro del boliche. La lluvia continuaba pero el peligro de granizo había desaparecido.

 

Apenas ingresaron, Julieta y Genaro fueron a la barra, pidieron un fernet y volvieron a la pista a bailar con sus amigos. Pero algo no andaba bien en la pareja. «Un rato discutían y otro estaban abrazados», dijo un testigo. El motivo de la discusión fue, aparentemente, los celos del rugbier. «Ella saludó a un chico y eso no le gustó a Genaro», agregó.

 

«Genaro estaba muy pesado e insoportable esa noche», relató un conocido de Silva. La propia mujer reconoció en su indagatoria que un joven le pidió que tranquilizara a su novio «porque se iban a pelear».

 

La investigación descartó que el motivo de la pelea de la pareja fuera un mensaje de texto que supuestamente recibió Fortunato por parte de su exnovia, que estaba embarazada producto de una relación con el rugbier, que eso habría provocado el enojo de Silva.

 

«No lo sabía (que Fortunato iba a ser padre), inclusive no modificaría nada. Me enteré después del accidente, es raro que no me haya enterado antes», contaría luego Silva en una entrevista con un programa de TV local. Incluso la exnovia del joven negó que le hubiera mandado un mensaje esa noche.

 

Minutos antes de las cinco de la madrugada ya del sábado 9 de septiembre, la pareja abandonó el boliche. Las cámaras de seguridad del local captaron el momento en el que Fortunato choca con una baranda y a Silva intenta ayudarlo a reponerse. Los exámenes toxicológicos determinarían luego que el joven estaba en aparente estado de ebriedad (1,8 gramos por litro de alcohol en sangre).

 

En ese momento aparece en escena un testigo clave: el cuidacoches del boliche. El hombre aseguró que acompañó a la pareja hasta el auto para que le dieran propina y vio como Silva se subió en el asiento del conductor y arrancó.

 

«Ella bajó la ventanilla cuando el muchacho le golpea para pedirle algo, no podía escuchar; ahí arranca el auto, sale ligero; el muchacho se agarra de la parte de la ventanilla, habrá hecho 10 metros, cuando se cae al piso, queda sobre la parte izquierda, por la velocidad del auto que agarra la mina, cae con los brazos para atrás, mueve el brazo para atrás», contó en un reportaje con Televisión Andina.

 

Silva recorrió unos 150 metros, giró en U y regresó. Fortunato todavía estaba en el piso. Lo atropelló y mató por aplastamiento de cráneo. «Venía ligerísimo ella, el pibe estaba en la calle, no le dio ni tiempo de pararse porque ella lo pasó por arriba directamente, como si nada», agregó el trapito.

 

«Genaro cayó al piso cuando pretendía impedir que se fuera Silva. La mujer circuló por El Chañaral hacia el Norte durante 150 metros, giró en U, volvió y cuando el chico se estaba reponiendo, lo arrolló», afirmó la fiscal Andrea Rossi, quien imputó a Silva por homicidio doblemente calificado por el vínculo y alevosía. Luego un tribunal cambió esa carátula y alivió la situación procesal de la imputada.

 

Otro testigo afirmó que un «auto que venía por el Chañaral, con dirección como para salir a la ruta… me acuerdo que el cuidacoches le hizo una señal, entrecruzando sus manos, pensamos que iba a frenar, pero el auto lo pasó por arriba a la persona». Mientras que una vecina del boliche relató a Canal 6, de San Rafael: «Yo estaba durmiendo cuando escuché los gritos. Me asomé por la ventana y ví a un hombre -que sería el cuidacoches- que vio todo lo sucedido junto a una mujer que gritaba ‘no lo ví, no lo ví está muerto'».

 

Silva jura que no vio a su novio tirado en el piso. Que regresó para devolverle el teléfono a Fortunato y estaba mirando hacia otro lado cuando sintió un golpe. «Pensé que había pisado un pozo. El chico me decía, ‘lo pisaste, lo pisaste’, pero no lo había visto», afirmó.

 

«Ni se arrimó al chico después de atropellarlo. Si era el novio, ni siquiera lo fue a ver», agregó el cuidacoches. «Me acerqué un poco y me volví; una que no podía creerlo y otra que tenía esperanzas que la ambulancia llegara», se defendió la mujer en diálogo con medios locales.

 

La mujer quedó shockeada en su auto y asegura que fue ella quien llamó al 911. «No te lo puedo creer. Hola, hola. Puede venir la ambulancia. Necesito la ambulancia. Atropellé a alguien, no lo vi, no lo vi”, dice Silva entre llantos.

 

Pero antes de ese llamado, se habría comunicado con una amiga y su exesposo. «Al exmarido le dice que cree que atropelló a un hombre y lo mató. A la amiga le dice dice ‘atropellé a Genaro y creo lo maté’. Es medio raro. Cuando llega la Policía les comenta que un hombre se quiso subir al auto y no sabía quién era. Todo está en el expediente», afirmó Miguel Fortunato, padre de la víctima.

 

La defensa de Silva argumenta que la mujer sufre astigmatismo pero no tenía puestos los lentes para manejar. De todas maneras, desde su propio entorno afirmaron que esa era una práctica habitual. «Nunca la vi manejar con lentes», manifestó una amiga de la imputada.

 

También refieren a que la lluvia y la escasa visibilidad en la zona del impacto provocaron que Silva no viera a Fortunato tirado en el piso. En este sentido, el informe del perito oficial de la causa le dio la razón al determinar que hubo una «notable disminución de la visibilidad” en el punto de impacto del auto con el cuerpo del rugbier, como consecuencia de la lluvia y porque la joven venía a 30 kilómetros por hora desde una zona poca iluminada hasta el frente del boliche, donde sí existe luminaria callejera.

 

Este martes comienza el juicio, donde finalmente la Justicia tendrá que decir si efectivamente se trató de un accidente o si Silva mató al rugbier en forma intencional.

 

 

(Clarín)

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