Perseverar

¿Cuántas veces estás dispuesto a fracasar antes de llegar triunfar? ¿Alguna vez lo pensaste? ¿Alguna vez dijiste si no sale de entrada, no lo hago, si no es como yo quiero – todo yaaaa – esto no va a funcionar?
Pasa con los atletas cuando compiten y sus sueños de grandeza se frustran. Sucede con los estudiantes universitarios cuando rinden sus exámenes y desaprueban. Pasa con los emprendedores y empresarios cuando desarrollan un negocio y pretenden que arrase en los primeros 3 meses de apertura. Pasa siempre, nos pasa a todos, pero estamos convencidos que sólo nos sucede a nosotros.
La poca tolerancia a la frustración que tenemos hace que tiremos la toalla ante el primer fracaso. Lo vemos en los niños cuando no consiguen lo que esperan de sus padres, y al revés, cuando ellos pretenden que sus hijos de 3 o 4 años respondan como si tuvieran 20, alto escándalo. Lo escuchamos de  adolescentes cuando la cantidad de likes de sus seguidores en las redes no coinciden con sus expectativas. Lo observamos en quienes acaban de recibirse y quieren ser líderes de empresas que tienen más de 20 o 30 años funcionando de una manera que no coincide con sus paradigmas, se frustran, y se van.
¿Qué nos pasa? Será que es más fuerte nuestra obsesión con la imagen de éxito que nos venden las estrellas del entretenimiento, aunque sepamos que usan photoshop, y como nosotros también tienen sus días oscuros, sus pérdidas, y grandes errores. ¿Acaso pretendemos que la excelencia esté al alcance de un click, de un sólo movimiento, con el menor riesgo posible?
Es imposible acertar sin antes errar y volver a intentar cientos, miles de veces hasta dar en lo cierto. Es justamente en el proceso de avanzar cuando vamos aprendiendo a fortalecernos, cuando comprendemos que fallando también tenemos la oportunidad de entender lo que antes quizás, eran sólo puntos ciegos.
Cuando algo no funciona, muchas veces no nos queda otra alternativa más que parar. A veces se trata de una enfermedad que nos impide seguir entrenando, otra es una cancha, una ruta, un río que no podemos transitar por el mal tiempo, otras veces es la economía patas para arriba que cambia las reglas de juego. Sea como fuera, cuando somos capaces de tomar distancia, respirar profundo, mirar lo que nos pasa desde otro lugar; solemos darnos cuenta que lo más importante no es lo que está sucediendo afuera -que no nos gusta ni medio, generalmente- lo fundamental, es cómo respondemos, qué actitud tenemos frente a la adversidad de ese momento.
La perseverancia es una virtud clave para nuestra evolución. Necesitamos cultivarla, sabiendo que no siempre vamos a triunfar. Y cuando hayamos alcanzado la meta, el podio, las mejores ventas, también tendremos que perseverar, continuar, sostenernos, fidelizar. Porque la mayor competencia y prueba no es con otros, es con nosotros mismos. El mayor desafío está adentro, y comienza con la capacidad de tolerar el límite, y cortar de una vez por todas con volver a lo de siempre, a la víctima, a culpar a los demás.
Perseverar y ser pacientes con nosotros y con otros, perseverar y darnos todo el tiempo que sea necesario para evolucionar.
 LIC. SOL JOULIÁ (*)
(*) Trainer en PNL, Coach
Facebook.com/soljoulia

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