Cuadernos en la tormenta

En medio de la tormenta que sacude la estructura económica y financiera del gobierno de Cambiemos, derramando inflación y zozobra sobre la mayoría de los habitantes del país, aparecen una serie de cuadernos con minuciosas anotaciones de un chófer al que insospechadamente no se le escapaba ni el más mínimo detalle, para darle al gobierno de Mauricio Macri (MM) mejor cobertura que la que esperaba del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Tanta minuciosidad y una casi perfecta puntuación en el relato de los cuadernos que, después nos enteramos eran fotocopias por que los cuadernos no aparecen que sería lo mismos que decir, no existen. Como diría un abogado, “lo que no está en el expediente no existe”, máxima jurídica que para ciertos jueces federales parecería que no corre.

Para estos jueces federales que habitan un enorme edificio emplazado en una calle porteña del barrio de Retiro, conocida por el nombre de un ignoto comodoro (que antaño era un grado de la marina española) con apellido de letra del alfabeto griego, tampoco existe aquello de la presunción de inocencia que reza, más o menos, que una persona acusada de algún delito, “es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

El número de acusados y detenidos, más el circo mediático teatralizando el guión del chofer escriba con bolsos en baúles de vehículos similares a los descriptos en el libreto si bien desvían la atención del público, no logran modificar los valores catastróficos de las variables económicas del país.

Es que la política netamente monetarista que lleva adelante el equipó económico de MM ahora en manos del ministro Nicolás Dujovne y el presidente del Banco Central Luis Caputo, no pueden llevar a otro resultado que el que está a la vista.

Tratar de domar la inflación “enfriando” la economía doméstica con la aspiración de circulante, “secando” el mercado de pesos produce lo que estamos experimentando en este momento, “recesión” con el agravante de que no logran el cometido de frenar la inflación.

Tener variables dolarizadas como el precio de los combustibles y las tarifas de servicios públicos confluyen a incrementar la espiral inflacionaria que el mismo Banco Central admite no lograr dominar y mantiene una tasa de interés de referencia en valores considerados como los más altos del mundo.

Este círculo vicioso generado por el Gobierno de Cambiemos y sus desaciertos económicos financieros han llevado a que Argentina sea, aún con la asistencia del FMI, considerada nuevamente como un país poco confiable dado que está semana el índice de Riesgo País alcanzó valores que no se veían desde la época de Fernando De La Rúa.

Este índice de Riesgo País se altera hacia arriba cuando las consultoras internacionales consideran que hay peligro de que el país en cuestión no pueda hacer frente a los pagos de los bonos emitidos para colocar o tomar deuda, que es lo que hizo el gobierno de MM desde que asumió.

Como paso siempre en Argentina con los precios que suben por que “subió el dólar” (devaluación del peso) cuando baja el dólar aunque sea unos centavos, no se acomoda a la baja ése precio que fue afectado por la desvalorización de la moneda nacional, produciendo un daño mayor en el poder adquisitivo, sobre todo de los asalariados, un colectivo integrado por la gran mayoría de la población económicamente activa y quienes ya pasaron a la categoría de jubilados.

Retomando el relato del chofer escriba dado a conocer los primeros días de agosto, otra cosa que llama la atención, además de la minuciosidad y la puntuación del relato es la precisión de los montos de dinero que según este hombre se trasladaban en bolsos (no consta que él haya tenido oportunidad ni tiempo material de contarlos) que a veces por el peso (tampoco consta que portara una balanza) deducía cuantos pesos o dólares contenían. Sin haber abierto, al menos en varios no consta que lo haya hecho porque los trasladaba otra persona, podría haber euros, yuanes, francos suizos, libras esterlinas, o monedas de algún país de medio oriente, pero en los cuadernos siempre, durante los años que cubren las anotaciones no hubo otra cosa.

Se podría alegar que ambas monedas, una por ser la local y la otra la más usada y conocida, son las que comúnmente se usan para estas operaciones, pero también podríamos suponer que el funcionario coimero podría tener una debilidad por otras monedas, como el caso de José López (el de los bolsos en el convento), en los cuales no solo había dólares y pesos, también atesoraba euros, yuanes, reales y monedas de Quatar a lo que hay que sumarle joyas y relojes.

Este José López, uno de los funcionarios más cercanos al ex ministro Julio De Vido, sugestivamente no es mencionado en los cuadernos de Centeno el minucioso, cuando fue durante muchos años secretario de, precisamente, Obras Públicas.

De acuerdo al relato, durante diez años o más solo se trasladaron bolsos con dólares de un lugar a otro sin solución de continuidad y con el dato absurdo de que  en una oportunidad uno de los involucrados esperaba al “recaudador” en la vereda de una calle céntrica de Buenos Aires con un bolso que contenía un millón de dólares como si esperara en la vereda con un paquete de galletitas.

Sobre estos absurdos se está desarrollando una causa judicial sin sustento jurídico, mientras los números de la economía se derrumban día a día. Indefectiblemente el cambio climático hace que la tormenta a la que se refería el presidente y su jefe de Gabinete tenga una duración inusitada, casi legendaria.

 

Emilio Juri – Periodista MOL

 

 

 

 

 

 

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