Un SI a la vida en vísperas del nacimiento de Don Bosco

En semanas se conmemorará el nacimiento de un santo y creador de un sistema preventivo educativo-pastoral que responde a su deseo de formar “buenos cristianos y honrados ciudadanos” en cada una de sus casas del mundo. En semanas se plasmará un SI a la vida en vísperas del nacimiento de Don Bosco.

Con motivo del año jubilar de la misericordia, el papa Francisco aportó más bases para los cimientos de esta nueva traza de caminos al reconocer el drama existencial y moral que por décadas han padecido las mujeres, y concedió a todos los sacerdotes la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo hayan practicado y arrepentidos de corazón pidan perdón.

Cantidad de espacios en los medios se han dedicado a fin de “posicionarse” frente a este tema llamativamente ya instalado en demás países del continente.La juventud, que es parte de un proceso histórico que pretende libertad máxima e institucionalidad mínima, es quien padecerá las consecuencias.

Quien apoye la paz, sin duda coincidirá con la Madre Teresa que el aborto constituye su amenaza más grande. Una paz interior difícil de recuperar interiormente en la mujer pues también es víctima y traspasa a su familia por sus cicatrices.

La familia no es un modelo educativo abstracto, es la primer escuela, el espacio donde aprendemos a comunicarnos y abrazarnos en una atmosfera de amor viviendo el tiempo, no dejándolo transcurrir; es donde aprendemos a cuidar las palabras, utilizar gestos y tender puentes. Es “El lugar donde se aprende a convivir en la diferencia”, según la E.G..  La familia es el sustento frente a esta adversidad y la mujer en su rol de columna vertebral de la misma, padece violencia.

Nuestra fe, nos alumbra y guía, y nuestra oración por la vida y por la humanidad nos otorga la fortaleza espiritual para mantenernos diariamente al servicio de los demás y enfrentar las invisibles guerras comunicacionales que intentan instalar determinados “modelos” de una global cultura de descarte.

Hasta nuestras tierras ha llegado una vida acelerada, de mero activismo que por causa de su hiperactividad nos impide observar y escuchar con precisión las realidades de nuestros hermanos; prestemos atención a tecnicismos propios de aquellos fariseos que intentaban justificar hechos con normativas legales y practiquemos instalar puentes sanadores de humanos gestos de vida y de amor.

El papa Francisco ha mencionado al aborto directamente como un crimen consistente en echar fuera a uno para salvar a otro tal como lo que hace la mafia o para vivir cómodamente. En su encíclica Laudato Si (L.S. 50), nos habla de “presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de salud reproductiva”.Han pasado tres años de su discurso en las Naciones Unidas que resaltó la obligación de los organismos financieros internacionales de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia.

Somos parte de un pueblo que tiene memoria, que no olvida a su juventud y dejamos los palcos de un orgullo destructor de fraternidad para caminar por el llano codo a codo siendo protagonistas de un presente y futuro.

“Está en nosotros llegar a ser el cambio que queremos ver”, nos dijo Ghandi, en tener presente la Huamanae Vitae de Pablo VI y en generar procesos más que ocupar espacios de acuerdo a la Evangelii Gaudium, la encíclica que nos habla de ser capaces de transmitir a las futuras generaciones razones para vivir y esperar.

Recemos a Dios por la vida, por la familia, por los religiosos y por Francisco.

Gabriel Alsó

Ex alumno salesiano

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