Reflexión del Pastor Guillermo Decena: Dios es bueno VIII

La bondad de Dios es tan inmensa que es capaz de escucharnos, de recibirnos en su santa presencia y atender nuestro clamor. Él quiere sanar, liberar y salvar a la humanidad. Su trono de gracia está a nuestro alcance a través de la oración. Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios.

 

 

Dios es bueno y por eso contesta nuestras oraciones. (Hebreos 4:14-16) Cada uno de nosotros, independientemente de sus características, dones, experiencia, conocimiento, etc., tenemos acceso al Señor, al trono de la Gracia. Podemos acercarnos con confianza para encontrar oportuno socorro en El, en Su Palabra, en su Voluntad.

Los trámites de la audiencia con el Padre los hizo Cristo.

Como Dios es bueno, envía a Jesús para poder recibir de su presencia (Mateo 27:50-51). En el Antiguo Testamento, el Sumo Sacerdote era la única persona autorizada para entrar al Lugar Santísimo del templo, una vez al año, previo a estar santificado, a hacer el sacrificio por sus propios pecados. Cuando entraba no podía entrar con pecado. El velo que separaba el Lugar Santísimo del Lugar Santo era de 10 cm de grueso y 18 metros de alto, por lo que no dejaba ver a nadie lo que pasaba adentro.

Cuando Cristo entregó Su Espíritu en la Cruz, el velo se rasgó sin ninguna intervención humana, de arriba para abajo, y como consecuencia, ya todos podían ver lo que había dentro del Lugar Santísimo. De allí en adelante, todos, sin excepción, tenemos acceso a la presencia misma de Dios, al Trono de la Gracia. Podemos acercarnos confiadamente, sin ninguna desconfianza, sin ningún temor, sin ninguna condición, porque Cristo ya pago por todo ello para que nosotros podamos entrar, cubiertos con la Sangre de Cristo, en el Nombre de Jesús, y para tener respuestas de Dios (Hebreos 10:19-22).

 

Tenemos libre acceso

Jesús ha abierto un acceso directo ante Dios. Tenemos libre acceso. Pero ¿A qué?

  1. Tenemos acceso a su presencia. Eso es lo que simboliza el rasgar el velo. No necesitamos ningún otro mediador para acercarnos a Dios. Todos los que vienen a Jesús por la fe tienen acceso directo ante la misma presencia de Dios. Él está cerca de los que le invocan. ¡Qué privilegio tan grande! No meramente le oramos y sabemos que Él escucha nuestra oración, sino que oramos delante de su presencia. Le adoramos delante de su presencia. No necesitamos ningún otro intermediario sino a Jesús. Por medio de Jesús entramos a puertas anchas ante el trono de Dios.
  2. Tenemos acceso a su familia. Con su muerte, Jesús compró para nosotros la adopción de hijos. Nosotros que éramos sus enemigos ahora somos sus hijos por la fe en Jesús. No solo tenemos franca entrada al trono de Dios, sino al mismo seno de Dios. A sentarnos con Él como un hijo se sienta a la mesa de su Padre.
  3. Tenemos acceso a la vida eterna. Tenemos derechos de morar con El por toda la eternidad. Allí, en los cielos donde mora la justicia, donde la santidad brilla en su pureza sin igual, donde la paz y el amor reinan, y en donde no habrá más llanto, dolor, preocupaciones, lucha contra el pecado, ni lucha contra la falta de Dios. Allí Dios será todo en todo. Jesús logró esto con su muerte.

No hay más sacrificio por el pecado. Cristo ya ofreció el sacrificio perfecto que da libre acceso al Padre para todos los que creen en Él. Todos los sacrificios que el Espíritu Santo pide son para la extensión del Reino de Dios, y para crecer espiritualmente. Somos libres en Cristo para acercarnos a Dios con plena confianza. Disfruta de la libertad con la cual Cristo nos ha hecho libres. Disfruta de ser hijo de Dios. Alégrate de tan gran privilegio. Mantente fiel a quien te llamó.

 

Muchas veces responde a una persona que no pertenece a su reino.

¡La bondad de Dios es tal, que es capaz de responder la oración a un pecador! (Juan 9:31) Se ha dicho que la única oración que Dios escucha de un pecador es la oración para salvación. Como resultado de esta Escritura, algunos creen que Dios no escucha y/o nunca responderá las oraciones de un incrédulo. Sin embargo, viendo el contexto de este versículo, la Escritura está diciendo que Dios no realiza milagros a través de un incrédulo, pero describen a Dios escuchando y respondiendo las oraciones de un incrédulo.

Al examinar los siguientes pasajes, vemos que la oración está involucrada en la mayoría de estos casos. En una o dos, Dios responde al clamor del corazón. En algunos de estos casos, la oración parece estar combinada con arrepentimiento. Pero en otros casos, la oración era simplemente para una bendición o necesidad terrenal, y Dios respondió a ambas por misericordia, o en respuesta a una genuina búsqueda en fe de la persona. Estos son algunos pasajes que tratan con la oración de un no creyente.

 

La gente de Nínive: Este pueblo oró para que Nínive fuera perdonado (Jonás 3:7-10)

 

Agar e Ismael: Esta vez, no fue tanto una oración, sino un clamor del corazón por su hijo, quien estaba próximo a morir (Génesis 21:14-19).

La mujer de la región de Tiro y Sidón: Para que Jesús liberara a su hija de un demonio (Marcos 7:24-30).

Cornelio, el centurión romano: no se menciona la petición de su oración pero le es mostrado el camino para su salvación (Hechos 10:30)

 

 

Dios responde cuando pedimos algo de acuerdo a Su voluntad.

(1 Juan 5:14-15) Dios responde las oraciones en base a si las peticiones están de acuerdo con Su voluntad. Este principio claro, se aplica a los no creyentes. Si un incrédulo ora a Dios de acuerdo a Su voluntad, nada impide que Dios responda. La voluntad de Dios es Salvar, Sanar y Liberar al ser humano y si un incrédulo lo pide, Dios que es bueno accederá a darle la petición. Dios hace promesas que son aplicables a todos (tanto salvos como no salvos) (Jeremías 29:13). Este fue el caso de Cornelio en Hechos 10:1-6. Pero hay muchas promesas que de acuerdo con el contexto de los pasajes, son sólo para cristianos. Los cristianos, habiendo recibido a Cristo como su Salvador, somos animados a acercarnos confiadamente al Trono de Gracia para alcanzar misericordia en tiempos de necesidad (Hebreos 4:14-16). Se nos dice que cuando pidamos cualquier cosa de acuerdo a la voluntad de Dios, Él nos escucha y nos concederá lo que pedimos (1 Juan 5:14-15).

Por lo tanto, sí, hay situaciones en las que Dios responde las oraciones de un no cristiano, cuanto más en Su gracia y misericordia, Dios puede intervenir en las vidas de los hijos de Dios en respuesta a sus oraciones.

Jesús nos pone un contraste entre un Juez injusto y un Dios bueno, nuestro Padre Amado. Por eso, Jesús nos dice que si un juez injusto que no teme a Dios, ni respeta a los hombres puede hacer justicia a una pobre viuda, cuánto más nuestro Padre Celestial hará justicia a sus hijos. Esta es la enseñanza, además, Jesús afirma que NO TARDARÁ EN RESPONDERNOS (Lucas 18:7-8).

Pastor Guillermo Decena Centro Familiar Cristiano Eldorado.

Prédicas en vivo los miércoles 20 horas y domingos 18 horas, a través de http://cfceldorado.org/

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas