Sobre llovido mojado en un país en vías de pauperización

 

La metáfora meteorológica para justificar la impericia en el manejo de las variables económico-financieras que han generado una de las mayores corridas cambiarias que se recuerde, sirvió nuevamente al presidente Mauricio Macri para esquivar respuestas y eludir definiciones precisar sobre cómo salir del brete, en la conferencia de prensa brindada el miércoles en Olivos.

Otra vez fue la tormenta y no la tremenda devaluación del peso (aumento del precio del dólar) la causante del mayor Índice de Precios al consumidor (IPC) del año para el mes de junio.

También la tormenta y no la más alta tasa de interés de referencia del mundo fue la causante del cierre de empresas y aumento del desempleo y fue el llamado “cepo” cambiario del gobierno anterior (que dejó la conducción del país hace dos años y medio) el responsable de la “corrida” cambiaria que duplicó el valor del dólar (devaluación tremenda del peso argentino) en lo que va del año.

El tan mentado “cepo” que puso nuevamente en el tapete mediático el presidente en su conferencia de prensa, como uno de los culpables de la tormenta que nos azota desde que asumió el mando, se está aplicando ahora por parte del actual equipo económico, pero en sentido inverso.

Aquello que los medios porteños bautizaron como cepo, era una limitación a la compra de dólares por parte de particulares para ahorro o viajes con un tope mensual, previa autorización de la AFIP, impuesto por el gobierno kirchnerista para evitar precisamente una corrida cambiaria, con bastante éxito ya que mantuvo el valor del peso hasta el fin del mandato.

Mal que le pese al presidente Macri y a su equipo económico, las actuales medidas para contener la devaluación (aumento del precio del dólar), que por el momento la realidad indica que no demuestran ser eficientes es un cepo invertido.

Estas medidas, denominadas limitación monetaria, consisten en “secar la plaza de pesos”, para que no se pasen al dólar, elevar las tasas de interés a valores insólitamente altos superando el 40 por ciento, para desalentar la compra de dólares y bajar los encajes de los bancos, para evitar la compra de dólares que elevan la demanda y presionan el precio hacia arriba.

Estas medidas dichas en los términos financieros en los que se los transmite sin denominarle cepo, invertido y subrepticio, es para no asustar al gran público clasemediero que festeja que una de las mejores medidas de Cambiemos fue ponerle fin al cepo del dólar, aunque eso costara perder poder adquisitivo a la mayoría de los argentinos, al menos a los asalariados que, paradójicamente, son los más felices por la quita del cepo al dólar de Cristina.

Otra de las falacias es la denominada “libre flotación” del tipo de cambio, cuando tanto el Banco Central como el Banco Nación, vienen vendiendo diariamente entre 100 y 200 millones de dólares para evitar la suba de la moneda norteamericana, sin éxito hasta el momento.

Si bien Macri trató de quitarle dramatismo a la actual situación económica asegurando que no terminará como otras anteriores, indudablemente referida a la del 2001 que llevó a la renuncia de Fernando De la Rúa, otro de los valores que también ignoran los medios que hace 17 años publicaba en tapa a diario es el valor del índice de “riesgo país” que elaboran las denominadas, precisamente, Calificadoras de Riesgo, que indican un valor en alza las últimas semanas.

Que suba el riesgo país, significa que es cada vez más alta la posibilidad de que el país no pueda hacer frente al pago de la deuda externa (default), por lo tanto sube el interés que debe pagar para tomar, colocar, emitir (o como queramos llamarlo al endeudamiento desaforado).

Este valor y un pequeño párrafo en el mismo sentido del informe de los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) conocido el fin de semana pasado, producen lo que se denominada en el mundo de las finanzas especulativas un efecto “toxico” sobre los activos financieros nacionales, llámense bonos como los del Banco Central (LEBAC) o los del Tesoro (BOTE) o del Tesoro (LETES) que emite el Gobierno cada semana y las acciones de las empresas argentinas.

Algo que también parece haber desconcertado al Gobierno nacional y demostrado su flagrante impericia o mala praxis es el efecto neutro o casi contrario a lo esperado de dos hechos presentados públicamente como grandes logros. El acuerdo Stand By con el FMI y el haber logrado que el país sea declarado como Economía Emergente, sacándolo de la categoría de Economía Fronteriza.

Nuevamente, a la luz de los acontecimientos, los números están a la vista, mal que le pese al optimismo gubernamental. Tasas de interés, inflación, precio del dólar, caída del crecimiento y aumento del desempleo y los índices de pobreza.

Evidentemente la percepción subjetiva de la realidad del presidente y su equipo no tiene nada que ver con la realidad cotidiana del resto de la población, es decir usted y yo.

 

(*) Periodista de Misiones Online

 

 

 

 

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