Cuidados Paliativos: ¿La muerte es parte de la vida?

“No hay vida sin muerte, No hay día sin noche, No existe una flor sino muere una semilla”

Cuanto de natural tiene la muerte. Y que difícil se nos hace entenderla, aceptarla, vivirla.

Muchas veces escuchamos decir que hay muertes y muertes. Yo considero que es un engaño esta última frase. Pareciera que quien está perdiendo a su padre de 90 años, alguien que perdió a su hijo de 10 años no le permite sufrirla. Y la pérdida es de cada uno ya que cada persona es un misterio, es sagrada y merece ser respetada.

Este abril pasado en mi viaje a España tuve la gran oportunidad de conocer el Hospice Los Camilos en Tres Cantos. Cristina, gran anfitriona, me llevó a conocer cada rincón del área de Cuidados Paliativos.

Al entrar en la primera sala me encuentro con paredes con relojes, cada uno con sus agujas en distintas horas. Me llamó la atención. Ahí Cristina me explica que cada paciente tiene su reloj, todos distintos y con su horario porque el tiempo de cada uno es único y distinto a otros. Creo que con el tema de los duelos es la misma dinámica.

El tema de los duelos lo escribo desde una de las enseñanzas de Carl Rogers que decía: “La experiencia es para mí la autoridad suprema”. Mi experiencia en la muerte de mi papá fue la siguiente: Tenía 12 años, su último año y medio de vida estuvo trabajando en Rio Gallegos, vivía con él, un hermano mío y todos nosotros vivíamos en Buenos Aires con mamá.

Un domingo a la noche nos llaman para decirnos que mi papá tuvo un Aneurisma y lo trasladaban a Buenos Aires. Tengo el recuerdo de haber ido al hospital a ver a mama que se instaló allá,  esa semana. A los cinco días se murió. Esa tarde yo me estaba preparando para una fiesta de una amiga, mi primera fiesta con chicos. Y lo que pedí al enterarme fue que no le digan a mis amigas lo que había pasado para que no se suspendiera la fiesta. Vinieron a acompañarme dos amigas, Glo y Diana, que no iban. Y lo que más me llama la atención que en ese momento no éramos tan amigas, compañeras del colegio. Que generosidad venir a pasar la noche conmigo!!!! Admirable.

Recuerdo que esa noche mientras en la planta baja de la casa era el velorio yo dormía con mis amigas en el cuarto. Luego supe que toda la noche fue impresionante la cantidad de gente que vino a saludar a mi mamá y mis hermanos. Había una parte de todo este ritual que no fui participe simplemente porque había que cuidarme y era muy chica. Al día siguiente me desperté y vinieron todas mis amigas que vinieron a acompañarme, compartimos esa primera fiesta lo que había pasado. Realmente fue una compañía enorme para mí. Cuando bajo ya el cajón estaba cerrado listos para ir al cementerio.

Y así fui viviendo esta pérdida como podía, con una mamá que le costó mucho la viudez, mis hermanos que se fueron casando (yo soy la más chica de siete hermanos). Pasó mi adolescencia, luego me casé,  forme una familia y ese tema lo tenía en algún rincón de mi persona guardado, tapado. Recién luego de 32 años, se muere el Dr. Raúl Alfonsín quien físicamente siempre lo vi muy parecido a papa. Y mi marido me mira y me dice ¿querés ir al Congreso?.

Se nota que me conoce y mucho. Y ahí fuimos, lleno de gente, una fila interminable para entrar. Era la una de la mañana y le dije: Yo me quedo acá un rato en silencio mirando el Congreso que estaba todo iluminado hago mi ritual y nos vamos. Y así fue: para mí ese momento fue enterrar a mi padre, despedirme de él y cerrar una etapa. Fue unir, integrar esas partes que estaban divididas dentro mío. Ese fue mi tiempo, el tiempo que necesité. ¿Fue mucho tiempo? ¿Fue bueno, no fue bueno? Quien puede responder. Quisiera recordar  que en esos años,  en 1977, no estaba a nuestro alcance las ayudas que hoy tenemos.

De esta experiencia aprendí mucho, me sirvió por ejemplo acompañar a mis hijos cuando murió su abuela paterna. Fue la pérdida más cercana que tuvo junto a unos años más tarde la muerte del abuelo. El más chico tenía nueve años y fue hacerlo partícipe de todo lo que iba pasando, su enfermedad, su deterioro y luego el velorio y el entierro. Acompañarlos en lo que sentían, en lo que estaba pasando, en lo que se venía. Intentando de vivir todas estas etapas de los dos abuelos como parte de la vida donde haya lugar para hablar, preguntar, compartir lo que se va sintiendo, diciendo la verdad. Ella tenía una cáncer muy avanzado y traumático sin embargo compartían todo con ella. Justamente en este tiempo de mundial este hijo, que en ese momento tenía 9 años, recordaba los partidos que fue a ver con su abuela que estaba enferma.

Distinta es la postura de quien sostiene: de esto no se habla, o no se puede llorar. Recuerdo una escena de una familia que conozco hace unos años que había fallecido la hija de tres años ahogada en la pileta en el campo y el padre les dijo a sus otros hijos: Hay que ser fuertes, acá no se llora. A mí me resulta muy fuerte. También muchas veces juzgamos familias que tienen la ropa de la persona fallecida intacta en los placards como sus cosas. Otros vuelven del cementerio y sacan todo. Son distintas reacciones que cada uno necesita vivir. Claro que sería muy bueno estar atentos a que la tristeza no se instale y no permita a la persona volver a su vida como antes. Como dice la letra de Serú Giran: “…no estés solo en esta lluvia, no te entregues por favor…yo estoy con vos”.

Si estás viviendo mucha tristeza y sentís que no la podes superar, es importante pedir ayuda, juntarte con gente que te hacen bien, hacer ejercicio, tener una buena alimentación, organizar programas que te llenen el alma. Y si no es suficiente también acudir al médico, hacer un chequeo, buscar una ayuda terapéutica. No estés solo en esta lluvia. Abrirte a que la gente te acompañe, y así como a mí me acompañaron dos personas que en ese momento no eran las más cercanas, puede haber gente que no es tan cercana y te pueden acompañar, ayudar, sostener.

La muerte es un misterio como lo es la vida, los vínculos también son un misterio. Se trata de abrirse a ese misterio y de quien menos espero quizá mucho recibo. Dicen que acompañado y sostenido las tristezas se achican.

Como también la frase: “El tiempo cura todo” Me pregunto ¿es médico el tiempo?, ¿es un terapeuta? Leyendo bibliografía sobre duelos recuerdo lo que citaba la persona (no recuerdo el autor) que me quedo muy grabado: “Lo que cura es lo que se hace con el tiempo”. Creo que necesita de una decisión de vivir ese duelo, de intentar unir lo que se rompió: el perdón de lo que no fue, la gratitud de lo que fue y la confianza de lo que vendrá. Poder tener voluntad de mi alma para superar ese dolor, para salir adelante.

 

 

(*) Licenciada en Relaciones Públicas y Consultora Psicológica.

Especializada en Cuidados al final de la vida y orientación a familiares, en Buenos Aires.

Mail: [email protected]

 

 

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