Cómo son los solitarios días de Nahir Galarza tras las rejas

Sigue comiendo la comida que le manda su madre, aunque ya no hace ejercicio. “Lleva la procesión por dentro”, aseguran desde su entorno.

Eran las 22.42 de la noche del viernes 29 de diciembre. Habían pasado 17 horas desde que la Policía, alertada por un remisero que pasó por la cuadra, encontró el cuerpo sin vida deFernando Pastorizzo. Los investigadores todavía trataban de reconstruir el caso cuando Nahir Galarza se presentó en la Fiscalía junto a su padre y su primer abogado Víctor Rebossio. Sin titubear, la joven de 19 años entregó el arma homicida -la pistola 9 mm reglamentaria de su papá, Marcelo- y confesó: “Basta, lo maté yo de dos disparos”.
Nahir, que se había presentado a declarar a las ocho y media de la mañana y había dado otro relato de los hechos, quedó imputada y detenida de inmediato. Ese viernes fue su último día en libertad. Pasó dos noches internada en la sala de cuidados psiquiátricos del Hospital Centenario y luego fue trasladada a la Comisaría de la Mujer de Gualeguaychú.
Desde entonces, la confesa asesina salió muy pocas veces de su celda. “Es una habitación de tres por tres. Tiene su cama, un escritorio de concreto, un bañito sin puerta y nada más”, indicaron allegados a la joven. Sólo puede abandonarla una hora por día y no siempre lo hace. Por estos días, aunque resulte una paradoja masoquista, su único escape consiste en asistir a las audiencias del juicio en el que la imputaron por homicidio doblemente agravado.
“Ella quiere ir. Le recomendaron que no lo hiciera, porque quedaba muy afectada; no tenía sentido tenerla llorando toda la mañana. Pero no hubo caso”, reconocen desde su entorno. En efecto, fue la segunda audiencia la que la desestabilizó por completo. Fue el día en el que declararon todos los amigos de Fernando, incluido su propio primo, Juan Cabrera, quien pese al vínculo familiar la aniquiló en su declaración.
“Ella quiere ir. Le recomendaron que no lo hiciera, porque quedaba muy afectada; no tenía sentido tenerla llorando toda la mañana. Pero no hubo caso”, reconocen desde su entorno. En efecto, fue la segunda audiencia la que la desestabilizó por completo.
Fue el día en el que declararon todos los amigos de Fernando, incluido su propio primo, Juan Cabrera, quien pese al vínculo familiar la aniquiló en su declaración.

Desacostumbrada al destrato, el primer faltazo de Nahir durante el juicio coincidió con la declaración de Sol Martínez, una de sus mejores amigas antes del homicidio. Sabía que el testimonio de su amiga de la infancia -y con la que cursó todo el secundario- no la iba a ayudar y, en efecto, no lo hizo: la complicó aún más.

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