¿Por qué la resaca se sufre más a partir de los 30?

No sólo es una sensación, con el correr del tiempo el cuerpo tiene menor capacidad para recuperarse.

El estómago revuelto y el dolor de cabeza están clavados. No se mueven desde hace rato. El día después de la noche de fiesta se hace más difícil de lo que pensabas. Llega la clásica frase: «No tomo nunca más» y te recuerda a la primera vez que te levantaste así. Fue hace bastante pero no te sentías tan mal como ahora. Eras más joven y eso tiene mucho que ver a la hora de afrontar una resaca.

Según un estudio del grupo británico Redemption, que promueve la diversión sin alcohol, el efecto de la resaca aumenta a partir de los 30 años de edad. Y para pelear contra esto resulta fundamental contar con una buena condición física, una buena alimentación y bastante descanso. Así, al llegar a la noche de descontrol las consecuencias se afrontan con mayor respaldo para con un cuerpo que poco a poco va perdiendo fuerzas.

Por ejemplo las encimas del hígado ya no son tantas como a los 20. Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), el hígado es el encargado de procesar entre 90 y 98 por ciento de alcohol que ingresa al cuerpo. Este trabajo demanda una hora por cada vaso de cerveza que se consume.

Durante este proceso el hígado rompe -a través de una encima llamada deshidrogenasa- la toxina, etanol, en algo que puede digerir, llamado acetaldehído. Sin embargo, al disminuir la presencia de esta encima en el cuerpo, se pierde la capacidad de procesar las bebidas y los niveles de alcohol en la sangre aumentan considerablemente.

Un segundo punto a destacar es que el cuerpo ya no cuenta con la gran capacidad de recuperación que tenía a los 20 años. George F. Koob, director del Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo de Estados Unidos, dijo al Huffington Post: «A medida que uno envejece, el metabolismo cambia, también se cree que la neuroplasticidad (la capacidad de la función neuronal para recuperarse) se desacelera».

La rutina, las obligaciones y responsabilidades son un tercer factor que afecta. Es que a los 30 ya no es tan fácil pasar todo un día acostado y recuperando fuerzas. A los 20 no se tienen hijos, no se tiene un trabajo demasiado exigente y el nivel de responsabilidades es muy inferior al que se tiene una vez superada la barrera de los 30 años. De modo que el estilo de vida es muy distinto y permite descansar bien luego de una noche intensa.

Por último, una recomendación: no competir contra los veinteañeros. Suele ocurrir que al encontrarse en un bar o un boliche, lo treintañeros intentan vivir la noche al ritmo de los más jóvenes y eso puede pasar factura la mañana siguiente. Lo mejor es ser medido y, aunque duela, asumir que el cuerpo ya no es el de antes.

Fuente: Clarín

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